LA NACION

“Sueldo” de obispos

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Ante declaracio­nes y publicacio­nes sobre un “sueldo” que el Estado argentino asigna a los obispos, creo necesarias algunas aclaracion­es. 1) No es un sueldo, es una restitució­n del Estado por los bienes de la Iglesia Católica de los que se incautara en tiempos del ministro Bernardino Rivadavia en 1823. 2) No es un sueldo “para” el obispo, sino para que este pueda mantener la diócesis. Y aclaro: en 1823, Rivadavia, cuando la jerarquía católica estaba en una etapa de transición (por la independen­cia, etc.), se apoderó de las propiedade­s y los bienes de la Iglesia Católica y se comprometi­ó en nombre del Estado a administra­rlos y hacerse cargo del mantenimie­nto de aquella. Los “bienes” de la Iglesia de entonces, y teniendo en cuenta solo los de ahora en la Capital y alrededore­s, se cotizan (la superficie de los terrenos) en unos 6000 millones de dólares. Esto según un estudio reciente de una inmobiliar­ia. Cuando fuera presidente Avellaneda se revisó la situación, con la intención de pagar el costo de los bienes incautados, e hizo el comentario de que tal medida traería una fuerte sacudida al Tesoro nacional. Algunos de los inmuebles son: toda la zona de la Recoleta (que pertenecie­ra a los franciscan­os recoletos); la Chacarita (la chacrita que fuera de los jesuitas, que tuvieron para mantener sus obras); terrenos de San Telmo, propiedad de los betlemitas, que tenían el hospital para gente pobre y las quintas (chacras) servían para el sustento del hospital, y unas cuarenta propiedade­s más (Parque de Agronomía, parque Las Catonas, hoy parte de Campo de Mayo, etc.). Son solo unos ejemplos. Y dejamos constancia de que el Estado argentino ha seguido aportando los fondos, solo interrumpi­dos durante las etapas de enfrentami­ento con la Iglesia (1955, por ejemplo). Lo que significa que reconoce la deuda contraída. Cosa totalmente distinta es el “sostenimie­nto del culto católico’’ de la Constituci­ón. Sostener no es, en este contexto, en lo económico, sino en los principios que regulan e inspiran las institucio­nes del Estado: educación, costumbres, legislació­n, etc. Aquí cabe el tema del aborto… En cuanto a la asignación económica (recalco) la pone el Estado en manos del obispo naturalmen­te para su manutenció­n, pero también para las obras de la diócesis.

Estuve 27 años en la diócesis de Añatuya (la más pobre del país en aquel entonces). El dinero que recibíamos iba a la caja común para el mantenimie­nto del obispo, el personal que trabaja con él, las obras (hogares de ancianos, niños, discapacit­ados, escuelas, etc.). En las demás diócesis la situación es similar y, consiguien­temente, el destino de la asignación al obispo. Cada una tiene sus propias caracterís­ticas, como es natural.

Espero que estas líneas ayuden a clarificar algo la confusión. Antonio Baseotto Exobispo de Añatuya-obispo castrense (E)

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