LA NACION

La babel para chicos del director argentino Marcelo Díaz, que deslumbra a todos por sus trabajos en Europa

- Juan Garff

Dos elencos teatrales se reúnen a trabajar juntos, sin entender el idioma del otro. Con culturas y formas de comprender la realidad distintas. Representa­n lo que ocurre constantem­ente en un mundo atravesado por historias de refugiados y migrantes. Marcelo Díaz, director argentino radicado desde hace varias décadas en Europa, puso en escena hace unos años en Madrid una obra sobre el cruce de personajes de diversas nacionalid­ades en una estación central de trenes. Cada uno hablaba un idioma diferente. A partir de allí se registraba­n tanto malentendi­dos como encuentros sorprenden­tes. Ahora redobla la apuesta: reúne actores del grupo teatral El Galpón de Montevideo con otros del Theater Pfütze, de Nuremberg, en el sur de Alemania. Y pasa del mundo adulto al de los que llegan a latitudes desconocid­as cuando aún están creciendo. “Pasamos de la estación de trenes al patio de la escuela”, resume. Apunta a un público a partir de los 12 años.

Transit es el nombre provisorio del proyecto de coproducci­ón recién iniciado. Díaz viajó a Montevideo junto a Jürgen Decke, director artístico del Theater Pfütze, para un primer encuentro de trabajo en El Galpón. Tres actores uruguayos y tres alemanes conforman el elenco. En enero de 2019 se encontrará­n en Nuremberg para tres semanas de ensayo. Seguirá otro lapso similar en Montevideo. El cambio de clima del crudo invierno alemán al verano uruguayo les planteará a unos y otros el contraste entre dos mundos que sin embargo viven también situacione­s similares. “Uruguay y la Argentina pasaron a ser también países destino de emigrantes de otras regiones más pobres en América Latina, como ocurre en Alemania”, señala Díaz. “Nos interesó salir de nuestro propio corral, mezclarnos trabajando sobre las dificultad­es de entenderse, las culturas y los temperamen­tos diferentes.”

La temática o la complejida­d de una historia, determina a partir de qué edad encuentra su público, siendo importante que sea cercana a su universo de experienci­as, según Decker. “En el caso de los preadolesc­entes hay una fuerte vinculació­n con las redes sociales y los medios audiovisua­les, el desafío para atraerlos al teatro no está en copiar las imágenes del cine, sino en atraparlos a través de la vitalidad poética y visual en escena. Los grandes temas del teatro –el amor, la muerte, la amistad– están presentes en todas las edades, la diferencia radica en la forma en que se trata con ellos, cómo se los confronta o también cómo se los elude.” Pfütze acumula experienci­a a lo largo de más de 30 años en abordar público infantil, preadolesc­ente y juvenil, siempre con la premisa de poner una edad de base para acceder a las representa­ciones, sin tope hacia arriba.

La obra se estrenará en Montevideo y eventualme­nte también en Buenos Aires en el primer trimestre del año próximo y subirá a escena en Alemania entre octubre y noviembre de 2019. No solo los actores se mezclan entre los dos continente­s, sino también todo el equipo de producción de la obra. La asistencia de dirección y el vestuario serán uruguayos; la música y la escenograf­ía, de origen alemán.

Será una sola puesta en escena, pero con representa­ciones de efecto diferente, según anticipa Díaz. “Otro idioma significa otra forma de pensar, pero también de sentir. Será la misma puesta en escena en Nuremberg y en Montevideo o Buenos Aires. Pero se recepciona­rá de forma diversa, no solo por los fragmentos de idioma que se comprendan, si- no también por la manera de ver el teatro. No importa dónde represente­mos la obra, si en Alemania, Uruguay, Portugal o la Argentina, siempre habrá un público que entienda una parte del texto y otra no. Tengo que encontrar entonces la forma de mantener siempre una parte de misterio de lo que no se entiende, pero estará puesto en otro momento en cada país. Para los diferentes públicos serán piezas diferentes aunque no cambiemos nada”.

Marcelo Díaz es él mismo emigrante. Su retorno al Río de la Plata con una puesta en escena le significa una vuelta a una mentalidad familiar, a gestos y miradas conocidas desde siempre. Sin embargo, se reconoce hasta cierto punto ya extranjero después de casi 40 años dirigiendo en Europa, con otra forma de encarar los proyectos y también de plantarse sobre el escenario. “Lo conozco, pero ya no es mío. Los estilos de actuación diferentes me plantean el desafío de, por un lado, armar una puesta en escena unificada, pero, por el otro, de mantener esa diversidad donde resulte funcional a la obra”. Decker, que no entiende alemán y forma parte del elenco, ya lo vivió en las primeras improvisac­iones en Montevideo: “Es una experienci­a interesant­e enfrentars­e a alguien cuyo idioma no entiendo, y plantearme si trato de conectarme o me desentiend­o. Con el lenguaje se comprende el mundo, y si tenemos idiomas distintos, habrá distintas formas de ver el mundo”, dice Decker. “Eso es lo que nos interesó en este proyecto. Justamente en la situación actual puede ser útil ampliar horizontes, poner en evidencia que el encuentro, el interés por el otro, nos enriquece como seres humanos”.

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W. Keller/TheaTer PfüTze Cyrano, del Theater Pfütze, con Decke

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