LA NACION

Un engaño que está vestido de verdad

El sofisma de las multas recaudator­ias

- Gabriel Tomich

Los sofistas fueron unos pseudo filósofos que, mediante una excelsa oratoria y una lógica impecable, eran capaces de convencer a quienes los escuchaban que un argumento falso era una verdad irrefutabl­e. La alta tasa de víctimas en accidentes de tránsito en nuestro país (más de 7200 anuales) llevó a instalar radares y cámaras para controlar los excesos de velocidad y sancionar a los infractore­s. Pero pronto, no pocos gobiernos municipale­s y provincial­es descubrier­on que las fotomultas eran un buen filón recaudator­io para sus arcas y ahí empezaron los engaños. Entre otros, instalar en sus jurisdicci­ones, estratégic­amente, sucesivos carteles de reducción de velocidad en tan pocos metros que resultan casi imposible de cumplir, aún con una frenada muy brusca (con los riesgos que esto conlleva), o poner algunos “temporales” (incluso en rutas y autovías nacionales), tal como se ve en un video que se viralizó por estos días, en el que el autor de las imágenes increpa (sin agredir) a un señor con una campera con la leyenda “Tránsito”, en un lugar que llama “Loma Verde”, y en el que también se ve un furgoncito con su puerta trasera abierta, la cámara dentro, un imperturba­ble operador detrás y tirado en el piso un cartel de 40 km/h con un trípode plegable. Un verdadero cazabobos para labrar multas. Que quede claro: se debe controlar y sancionar; incluso, debe hacerse con más rigor y alcance. No solo la velocidad máxima (quizás lo más fácil de hacer): hay decenas de otras infraccion­es tan más peligrosas que las autoridade­s no se molestan en verificar porque es más complicado realizarlo. Los controles viales deben tener como prioridad prevenir accidentes y educar. Hacerlos para recaudar es un sofisma: un engaño vestido de verdad.

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