Francisco, contra la opresión
Llamó a poner fin a la crisis en Venezuela.
ROMA.– Una “vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que oprime” a Venezuela, paz para el mundo entero y en especial para Siria, la Tierra Santa, Yemen y Medio Oriente. Todo eso pidió ayer Francisco en su bendición de Pascua urbi et orbi, que pronunció desde el balcón central de la Basílica de San Pedro después de celebrar la solemne misa de la resurrección del Señor.
“Suplicamos frutos de consolación para el pueblo venezolano, el cual –como han escrito sus pastores– vive en una especie de ‘tierra extranjera’ en su propio país. Para que, por la fuerza de la resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria”, exhortó Francisco, que en anteriores urbi et orbi también había hablado de la crisis en el país sudamericano.
Francisco citó así el mensaje de la Conferencia Episcopal Venezolana, que denunció que “en los últimos tiempos, Venezuela se convirtió en una especie de tierra extraña para todos”.
“Con inmensas riquezas y potencialidades, la nación se vino a menos, debido a la pretensión de implantar un sistema totalitario, injusto, ineficiente, manipulador, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo es la consigna. Junto a esto, además de ir eliminando las capacidades de producción de bienes y servicios, aumentó la pobreza, la indefensión y la desesperanza de los ciudadanos”, acusaron los obispos. Francisco intentó mediar en el conflicto venezolano, sin éxito.
El Papa habló al mediodía romano (las 7 de la Argentina), después de celebrar la misa de la resurrección en una Plaza San Pedro colmada de fieles de todo el mundo.
Francisco saludó a la multitud, que lo aclamó al grito de “¡Viva el Papa!”, cuando recorrió en papamóvil la plaza y la Via della Conciliazione. Comenzó su mensaje urbi et orbi, que repasa las situaciones más difíciles del mundo, con un deseo de felices Pascuas, y exaltando la resurrección de Cristo, “la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda”.
“También hoy esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias. Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados –tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte–, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo”, denunció.
“Y hoy, nosotros pedimos frutos de paz para el mundo entero, comenzando por la amada y martirizada Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin”, imploró. Exhortó que “la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados”.
Pidió asimismo reconciliación para Tierra Santa, “que en estos días también está siendo golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos”, para Yemen y para todo el Medio Oriente, para que el diálogo y el respeto mutuo prevalezcan sobre las divisiones y la violencia. Mencionó también a los cristianos que sufren frecuentemente abusos y persecuciones, y a aquellas regiones del continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo. En especial citó a Sudán del Sur y la “atormentada” República Democrática del Congo.
Diálogo
En tanto, Francisco pidió “frutos de diálogo” para la península coreana, “para que las conversaciones en curso promuevan la armonía y la pacificación de la región”.
“Que los que tienen responsabilidades directas actúen con sabiduría y discernimiento para promover el bien del pueblo coreano y construir relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacional”, exhortó, en momentos de acercamiento entre Seúl y Pyongyang, y a la espera de la reunión entre el dictador norcoreano, Kim Jong-un, con el presidente norteamericano, Donald Trump, pautada para el mes próximo.
No olvidó mencionar, por otra parte, a los chicos que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria, y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es “productivo”.