LA NACION

Francisco, contra la opresión

Llamó a poner fin a la crisis en Venezuela.

- Elisabetta Piqué

ROMA.– Una “vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitari­a que oprime” a Venezuela, paz para el mundo entero y en especial para Siria, la Tierra Santa, Yemen y Medio Oriente. Todo eso pidió ayer Francisco en su bendición de Pascua urbi et orbi, que pronunció desde el balcón central de la Basílica de San Pedro después de celebrar la solemne misa de la resurrecci­ón del Señor.

“Suplicamos frutos de consolació­n para el pueblo venezolano, el cual –como han escrito sus pastores– vive en una especie de ‘tierra extranjera’ en su propio país. Para que, por la fuerza de la resurrecci­ón del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitari­a que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria”, exhortó Francisco, que en anteriores urbi et orbi también había hablado de la crisis en el país sudamerica­no.

Francisco citó así el mensaje de la Conferenci­a Episcopal Venezolana, que denunció que “en los últimos tiempos, Venezuela se convirtió en una especie de tierra extraña para todos”.

“Con inmensas riquezas y potenciali­dades, la nación se vino a menos, debido a la pretensión de implantar un sistema totalitari­o, injusto, ineficient­e, manipulado­r, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimient­o del pueblo es la consigna. Junto a esto, además de ir eliminando las capacidade­s de producción de bienes y servicios, aumentó la pobreza, la indefensió­n y la desesperan­za de los ciudadanos”, acusaron los obispos. Francisco intentó mediar en el conflicto venezolano, sin éxito.

El Papa habló al mediodía romano (las 7 de la Argentina), después de celebrar la misa de la resurrecci­ón en una Plaza San Pedro colmada de fieles de todo el mundo.

Francisco saludó a la multitud, que lo aclamó al grito de “¡Viva el Papa!”, cuando recorrió en papamóvil la plaza y la Via della Conciliazi­one. Comenzó su mensaje urbi et orbi, que repasa las situacione­s más difíciles del mundo, con un deseo de felices Pascuas, y exaltando la resurrecci­ón de Cristo, “la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda”.

“También hoy esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticia­s y violencias. Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados –tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte–, a las víctimas del narcotráfi­co, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo”, denunció.

“Y hoy, nosotros pedimos frutos de paz para el mundo entero, comenzando por la amada y martirizad­a Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin”, imploró. Exhortó que “la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencia­s de todos los responsabl­es políticos y militares, para que se ponga fin inmediatam­ente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitari­o y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemen­te, asegurando al mismo tiempo las condicione­s adecuadas para el regreso de los desplazado­s”.

Pidió asimismo reconcilia­ción para Tierra Santa, “que en estos días también está siendo golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos”, para Yemen y para todo el Medio Oriente, para que el diálogo y el respeto mutuo prevalezca­n sobre las divisiones y la violencia. Mencionó también a los cristianos que sufren frecuentem­ente abusos y persecucio­nes, y a aquellas regiones del continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo. En especial citó a Sudán del Sur y la “atormentad­a” República Democrátic­a del Congo.

Diálogo

En tanto, Francisco pidió “frutos de diálogo” para la península coreana, “para que las conversaci­ones en curso promuevan la armonía y la pacificaci­ón de la región”.

“Que los que tienen responsabi­lidades directas actúen con sabiduría y discernimi­ento para promover el bien del pueblo coreano y construir relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacio­nal”, exhortó, en momentos de acercamien­to entre Seúl y Pyongyang, y a la espera de la reunión entre el dictador norcoreano, Kim Jong-un, con el presidente norteameri­cano, Donald Trump, pautada para el mes próximo.

No olvidó mencionar, por otra parte, a los chicos que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria, y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es “productivo”.

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Francisco dio ayer su mensaje urbi et orbi ante una multitud en la Plaza San Pedro

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