LA NACION

TODOPODERO­SO EL JEQUE AL-SABAH, DE PASO POR BUENOS AIRES

Decisivo en la adjudicaci­ón de los Juegos de la Juventud, es uno de los dirigentes deportivos más influyente­s y el más enigmático; su carrera en la FIFA se cortó de manera abrupta

- Texto Pablo Vignone | Foto Pablo Elías/Buenos Aires 2018

Ropas occidental­es, voz suave, modales agradables. El jeque kuwaití Ahmad Al-Sabah es uno de los dirigentes deportivos más poderosos del mundo y, acaso, el más enigmático. “Lo más probable es que nunca hayas oído hablar de él, es un hombre al que le gusta operar en las sombras”, según lo define el periodista de la BBC Richard Conway.

Dueño de un vínculo directo con el presidente del Comité Olímpico Argentino, Gerardo Werthein, el jeque pasó unas pocas horas la semana anterior por Buenos Aires. Visitó al presidente Mauricio Macri en la casa de gobierno, inspeccion­ó las obras en la Villa Olímpica de los próximos Juegos Olímpicos de la Juventud (YOG), en Soldati, y siguió viaje. “Es un gran amigo al que queremos mucho, nos ha acompañado en todo este proceso”, lo presentó Werthein. “Quiere mucho a la Argentina, es un privilegio que esté aquí. Aprendemos mucho de él: estuvo en 17 Juegos Olímpicos, involucrad­o en su organizaci­ón”.

Su poder en el mundo del deporte es fabuloso, una réplica a nivel internacio­nal del que había logrado amasar en su país como integrante de la familia Al Sabah, que gobierna Kuwait desde hace más de 250 años. Fue ministro de Informació­n, ministro de energía, director de la agencia nacional de seguridad kuwaití y llegó a ocuparse de la secretaría general de la Organizaci­ón de Países Exportador­es de Petróleo (OPEP).

Pero su verdadero interés finca en la actividad deportiva. Como presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ANOC) –cargo que tomó en 2012 deponiendo al mexicano Mario Vázquez Raña, que ejerciera la titularida­d de la Odepa durante casi cuatro décadas– su ramificada red de contactos le fue extremadam­ente útil a Buenos Aires (y

a Werthein) para lograr que los YOG vayan a celebrarse aquí.

En ese encuentro olímpico en el hotel Hilton de Puerto Madero, el rol del jeque resultó fundamenta­l para que el alemán Thomas Bach accediera a la presidenci­a del organismo. Y es un secreto a voces en el olimpismo internacio­nal que fue el auténtico artífice de la elección de Tokio como sede de los Juegos de 2020.

Fue Al-Sabah quien, en la asamblea de Buenos Aires, introdujo en el Comité Ejecutivo del COI al irlandés Patrick Hickey, vice del ANOC. Hickey fue arrestado en Río de Janeiro, durante los Juegos Olímpicos de 2016, acusado en la reventa de tickets. La fianza de casi 500 mil dólares, necesaria para que el irlandés pudiera abandonar Brasil, la pagó el ANOC.

El lunes pasado, Ahmad Al-Sabah se bajó de una camioneta Toyota negra y escoltado por tres guardaespa­ldas repasó las obras de la Villa en compañía de Werthein y de Leandro Larrosa, el CEO del comité organizado­r de los YOG. Luego se sumaron el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, e integrante­s de su gabinete.

Los Juegos Olímpicos de la Juventud se celebrarán en octubre. “Serán muy especiales en varios sentidos. Por primera vez la ceremonia inaugural será abierta, en el centro de la ciudad, y por el otro habrá una serie de deportes nuevos, deportes para jóvenes”, recordó el jeque.

“Las obras están avanzadas, tienen un alto estándar. Para nosotros, la Villa Olímpica es nuestro hogar”, afirmó, “porque los Juegos son el único acontecimi­ento dónde podemos tener a todo el mundo juntos en un pequeño lugar”. Para Ahmad Al-Sabah, “la Argentina es afortunada porque tendrá al mismo tiempo los Juegos Olímpicos de la Juventud y el Congreso del COI: así toda la familia olímpica del mundo estará presente en Buenos Aires”.

–¿Usted cree que Buenos Aires puede ser elegida como sede de los Juegos Olímpicos

de 2032? – inquirió este cronista, a propósito de la voluntad a largo plazo del deporte argentino.

–Habrá que ver qué sucede con los YOG. Pero sin duda que la Argentina tiene la capacidad para organizar un acontecimi­ento de esa magnitud.

No es la primera vez que Ahmad Al-Sabah visita Buenos Aires y, como se encargó de asegurar, no fue la última.

“Vine por primera vez a la Argentina en 1978, para el Mundial. La selección argentina tiene fanáticos no solo en este país, sino también muchos en el mundo entero”. Nacido en agosto de 1963, en aquella Copa del Mundo tenía apenas 14 años. Pero su relación con el deporte era cuestión de sangre y, al cabo, su destreza le permitiría desembarca­r en Zürich como integrante de la gran familia mundial del fútbol.

Su padre, Fahad Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah, era entonces titular del Comité Olímpico de Kuwait, y estaba muy bien conectado con la dirigencia del deporte internacio­nal. Fue el mismo que interrumpi­ó el partido entre Francia y Kuwait, por la primera fase del Mundial 1982 y logró que el árbitro anulara un gol de los galos.

De todas maneras, Kuwait acabó perdiendo 4-1 y Al Sabah fue multado en 10 mil dólares por la FIFA, el organismo al que el jeque calificó más tarde como “mafia” sin intuir que su propio hijo lo integraría años más tarde, aunque nunca llegó a verlo allí instalado.

En agosto de 1990, cuando las tropas de Saddam Hussein invadieron Kuwait, murió acribillad­o defendiend­o la residencia oficial de Dasman.

Dos años después, su hijo Ahmad Al-Sabah se sumó al Comité Olímpico Internacio­nal. En 1991 se hizo cargo del consejo olímpico de Asia, cargo que mantiene. Muchos de los puestos que ocupó ya habían sido ejercidos por su padre, como la presidenci­a del Comité Olímpico de su país o de la federación de handball de Kuwait.En algo se diferenció: tuvo a su cargo, aunque brevemente, la dirección técnica de la selección kuwaití...

Como integrante del Comité de Reformas de la FIFA, se sumó en 2015 a la entidad que preside Gianni Infantino; pero su ciclo en Zurich acabó abruptamen­te en abril del año pasado.

Luego de que un miembro del comité de auditoría de la FIFA, Richard Lai –titular de la Federación de Guam pero ciudadano estadounid­ense–, fuera suspendido luego de admitir haber cobrado cerca de un millón de dólares en sobornos, el expediente judicial, instruido por la jueza Pamela Chen, la misma del FIFAgate en Brooklyn, se refirió en varias oportunida­des a “un alto miembro de la FIFA, la Asociación Kuwaití de Fútbol y el Concejo Olímpico de Asia”.

Aunque la referencia era explícita, Ahmad negó “vigorosame­nte” haber cometido cualquier delito, en un comunicado emitido el 29 de abril pasado; al día siguiente, sin embargo, anunció su dimisión en otro comunicado:

“Después de una cuidadosa considerac­ión, he decidido que lo mejor para la FIFA y la Confederac­ión Asiática es retirar mi candidatur­a al Concejo de la FIFA y renunciar a mis actuales cargos”.

Tras ese revés, salió momentánea­mente de la escena: su ausencia más notable ocurrió en setiembre, cuando en Lima el COI se reunió para decidir las sedes de los Juegos de 2024 y 2028, finalmente adjudicada­s a París y Los Ángeles, respectiva­mente. Reapareció en el mitin anual de la ANOC, en noviembre pasado, en Praga (República Checa). –Hace menos de un año, usted renunció

a la FIFA. ¿Se ha resuelto su caso? - quiso saber la nacion cuando terminaba la visita.

Su rostro apenas cambió de expresión. Y esquivó la pregunta con una sonrisa.

–FIFA, ahora no. Solo movimiento olímpico…

Entonces giró a su izquierda y continuó conversand­o con Rodríguez Larreta. Segundos más tarde, le mostraron el camino a la camioneta, siempre escoltado por sus guardaespa­ldas. Volverá en octubre, como prometió. Difícilmen­te su poder se haya diluido para entonces.

“LAS OBRAS TIENEN UN ALTO ESTÁNDAR. PARA NOSOTROS, LA VILLA OLÍMPICA ES NUESTRO HOGAR” “LOS JUEGOS DE LA JUVENTUD SERÁN MUY ESPECIALES, CON UNA CEREMONIA INAUGURAL ABIERTA”

AHMAD AL-SABAH MIEMBRO DEL COI

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El jeque kuwaití Ahmad Al-sabah, junto al basquetbol­ista luis scola, en las obras de la Villa olímpica de Buenos Aires

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