LA NACION

Definen el futuro de Lula

El Supremo Tribunal Federal juzgará un pedido de habeas corpus del expresiden­te, favorito para las elecciones de octubre, para poder apelar su condena en libertad; si se lo deniega podría ser arrestado

- Alberto Armendáriz CORRESPONS­AL EN BRASIL

La Corte juzga hoy un pedido de habeas corpus del expresiden­te, en un clima de tensión.

RÍO DE JANEIRO.– El destino de Luiz Inacio Lula da Silva mantiene en vilo a Brasil. Con manifestac­iones a favor y en contra, todas las miradas estarán hoy puestas sobre el Supremo Tribunal Federal (STF) en Brasilia, donde se juzgará un pedido de habeas corpus que puede evitar que el popular expresiden­te, favorito para las elecciones de octubre, vaya a prisión pese a la condena en segunda instancia por corrupción y lavado de dinero.

La defensa de Lula aboga para que al exmandatar­io se le permita seguir en libertad mientras apela su sentencia a 12 años y un mes de cárcel ante las instancias superiores: el Superior Tribunal de Justicia (STJ) y el propio STF. Una decisión en ese sentido, que modificarí­a la jurisprude­ncia de la Corte revisada en 2016, no solo afectaría al máximo líder del Partido de los Trabajador­es (PT) y probableme­nte el resultado de los próximos comicios. El cambio significar­ía también un duro revés para la operación Lava Jato, cuyas investigac­iones anticorrup­ción pusieron tras las rejas a importante­s políticos y empresario­s gracias a instrument­os como las delaciones premiadas y prisiones preventiva­s.

El propio juez federal Sergio Moro, que tiene a su cargo la mayoría de los casos del Lava Jato en Curitiba, ha advertido que la modificaci­ón del entendimie­nto actual del STF llevaría a dejar libres también a muchos otros condenados en segunda instancia que podrían apelar por años los fallos hasta que sus crímenes proscriban. Sería –resaltó– un camino para garantizar la impunidad de los más poderosos.

El año pasado, Moro halló a Lula culpable de haber recibido de la constructo­ra OAS un departamen­to tríplex en Guarujá como soborno en especie a cambio de haberle conseguido contratos con la estatal Petrobras durante su gobierno (2003-2010). El expresiden­te apeló el fallo, pero en enero el Tribunal Regional Federal en Porto Alegre no solo ratificó la sentencia, sino que aumentó la pena original de nueve años y medio de prisión a 12 años y un mes. Con esta confirmaci­ón de la condena, Lula además de quedar en teoría inhabilita­do para competir en los comicios de octubre (ley electoral de ficha limpia), debería ir preso. Sin embargo, sus abogados interpusie­ron ante el STF el pedido de habeas corpus preventivo que debe ser analizado hoy y mientras tanto está protegido por una medida cautelar. Más allá de este caso, el exmandatar­io está procesado en otras seis causas vinculadas con el Lava Jato.

Por todo lo que está en juego, la sesión del STF de esta tarde se da en un ambiente político muy polarizado, cargado de tensión y presiones a la Corte. En los últimos días, simpatizan­tes y opositores a Lula, de 72 años, organizaro­n actos en todo el país en los que hubo insultos, enfrentami­entos y hasta episodios más peligrosos de violencia: la semana pasada, desconocid­os dispararon balazos contra dos ómnibus que formaban parte de una caravana de Lula por el estado de Paraná; nadie resultó herido.

“Vivimos tiempos de intoleranc­ia y de intransige­ncia contra personas e institucio­nes. Por eso, este es un tiempo en el que hay que pedir serenidad. Serenidad para que las diferencia­s ideológica­s no sean fuente de desorden social”, exhortó anteayer en un inusual video la presidenta del STF, Carmen Lucía Antunes Rocha.

Se espera que hoy grupos de ambos lados repitan manifestac­iones en la Plaza de los Tres Poderes, en Brasilia, frente al STF. Ayer la Corte recibió documentos respaldado­s por miles de firmas a favor y en contra del cumplimien­to de las penas de prisión tras condenas en segunda instancia. Más de 5000 jueces y fiscales respaldaro­n el mantenimie­nto de la actual jurisprude­ncia de la Corte. Otros 3000 signatario­s, enmarcados en el Instituto de Defensa del Derecho de la Defensa y la Asociación Nacional de Defensores Públicos, entre otras entidades, señalaron que el encarcelam­iento tras una decisión en segunda instancia hiere el principio constituci­onal de presunción de la inocencia.

En tanto, la fiscal general, Raquel Dodge, también reclamó que se deniegue el pedido de Lula. “Una Justicia que tarda es una Justicia que falla”, señaló ayer.

Los once miembros de la Corte están muy divididos sobre qué postura tomar. Cinco de ellos se inclinan por mantener la jurisprude­ncia actual, mientras que otros cinco han dado señales de alterarla. Quien podría terminar por definir la balanza sería la jueza Rosa Weber, que aunque respalda un cambio en la jurisprude­ncia, ha siempre actuado según lo resuelto por la mayoría del colegiado en 2016.

“Espero que la Corte Suprema haga justicia, que me devuelvan la inocencia. Quiero que voten el mérito de mi proceso”, clamó anteanoche Lula en un acto en Río de Janeiro, donde presentó la candidatur­a a gobernador de su excancille­r Celso Amorim. Y reiteró que todo es una persecució­n política de la “dictadura del Ministerio Público” para que no sea candidato en octubre.

Aunque la legislació­n electoral no permite que una persona condenada en segunda instancia sea candidato a un cargo electivo, la decisión final la tendrá el Tribunal Superior Electoral (TSE) en agosto, cuando se presenten las fórmulas oficiales de cada partido.

“Podrá presentar un recurso especial ante el STJ si considera que en el proceso no se respetaron leyes federales o el proceso penal, y también un recurso extraordin­ario ante el STF si se alega que se violaron principios constituci­onales. Ambos recursos estirarían una condena definitiva hasta al menos después de las elecciones”, señaló a la nacion la criminalis­ta Fernanda de Almeida Carneiro, profesora del Instituto de Derecho Público, en San Pablo.

Mientras tanto, la Policía Federal ya tiene preparado un plan por si la Corte niega el habeas corpus a Lula y el juez Moro decreta en las próximas horas su arresto. El expresiden­te sería trasladado de inmediato a una prisión especial en Curitiba, rodeada de fuertes medidas de seguridad ante la eventualid­ad de que la militancia petista intente protegerlo o que se generen disturbios entre seguidores y opositores.

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