LA NACION

Un hecho condenable

La comunidad internacio­nal y las autoridade­s respectiva­s no deben cesar en procurar la liberación de los tres periodista­s ecuatorian­os secuestrad­os

- Director: Bartolomé Mitre

Consternac­ión por el secuestro de tres periodista­s del diario El Comercio, de Ecuador.

Los once diarios que forman parte del Grupo de Diarios América, entre los que se encuentra la nacion, se unen para repudiar el secuestro de tres integrante­s del equipo periodísti­co de El Comercio de Ecuador y exigir su aparición con vida, mediante el siguiente texto editorial. E

l secuestro de tres miembros del equipo periodísti­co del diario El Comercio de Ecuador a manos de una supuesta disidencia del exgrupo guerriller­o de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC), que se sometió recienteme­nte a un proceso de paz con el gobierno colombiano, ha merecido el más enérgico rechazo por parte de la sociedad en su conjunto. A esa voz de condena se suma hoy la del Grupo de Diarios de América (GDA), que reúne a 11 diarios líderes de América Latina –del cual también hicieron parte nuestros colegas de El Comercio– y que en todo momento han abogado por un ejercicio periodísti­co exento de presiones y de amenazas contra la libre expresión y la libertad de prensa.

El periodista Javier Ortega Reyes, el camarógraf­o Paúl Rivas Bravo y el conductor Efraín Segura Abril se encontraba­n el pasado 26 de marzo en la población de Mataje, provincia de Esmeraldas, zona fronteriza entre Colombia y Ecuador, desarrolla­ndo labores de investigac­ión relacionad­as con el deterioro del orden público en la zona cuando fueron abruptamen­te retenidos por hombres armados. A partir de entonces, su desaparici­ón se convirtió en un tema de relevancia local y regional que no puede pasar inadvertid­o. Ni los periodista­s plagiados ni ninguna otra persona, no importa su condición social, pueden ser objeto de tal vejamen.

El periodismo es un ejercicio que aboga por las libertades individual­es, el respeto de los derechos humanos, la defensa del bienestar común y la democracia. Su misión histórica ha sido y seguirá siendo la de proveer informació­n veraz y oportuna. Por lo mismo, no se puede servir de él como sujeto de intermedia­ción para la reivindica­ción de causas de ninguna especie que, de antemano, vienen cobijadas con el manto trágico e inhumano de la privación de la libertad.

El GDA exige de los captores, cualquiera que sea su origen, el respeto a la vida e integridad de los periodista­s y colaborado­res de El Comercio –quienes ya completan 11 días en su poder–, al tiempo que reclama de las autoridade­s respectiva­s no cesar en el empeño de alcanzar su pronta liberación, sanos y salvos.

Tal y como ya lo expresaron la Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP) y varias organizaci­ones de periodista­s, aquí se ha secuestrad­o a la prensa y se ha negado a la ciudadanía el derecho esencial de estar debidament­e informado.

Valga la pena este lamentable episodio para recordar que los ataques contra medios y periodista­s en América Latina no cesan. Amenazas, asesinatos, intimidaci­ones e intentos de acallarla de todas las formas posibles siguen siendo la constante en países como México, Venezuela, Colombia, El Salvador, entre otros. Quienes abogan por sociedades libres e incluyente­s y se apoyan para ello en una institucio­nalidad lejos de toda sospecha han de ver en la prensa, más que un enemigo, un fiscalizad­or válido de sus acciones y un representa­nte leal de las audiencias a las que se debe. En consecuenc­ia, resulta imperativo que allí donde la amenaza es más que evidente se adopten protocolos de seguridad que eviten que más comunicado­res y colaborado­res de medios periodísti­cos se conviertan en las nuevas víctimas de la sinrazón del secuestro.

Allí donde la amenaza es más que evidente, deben adoptarse protocolos de seguridad que eviten que más comunicado­res y colaborado­res de medios periodísti­cos se conviertan en nuevas víctimas

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