Sorpresa en el centro
En el primer día de restricción del tránsito de vehículos privados a la zona de Retiro, el centro y el casco histórico porteño, muchos conductores se sorprendieron al enterarse de que necesitaban un permiso para ingresar en el área. Si se reside en la zon
Ayer por la mañana, en el primer día laboral luego de los feriados de Semana Santa, casi nadie prestó atención al discreto cartel que en Carlos Pellegrini y Viamonte –y en varias otras esquinas– anunciaba que esa zona pasaba a formar parte del nuevo centro peatonal.
Recién a las 11, cuando una oficial de tránsito porteño comenzó a restringir el paso vehicular en esa esquina, los automovilistas y motociclistas comenzaron a enterarse de que ya no podrán acceder sin un permiso.
Hubo sorpresa, desconcierto y reclamos. Escenas similares se vieron repetidas en toda la zona de Retiro, el microcentro y el casco histórico. En cada esquina, los agentes de tránsito contestaron dudas y desviaron a quienes querían ingresar a cocheras, pero no habían hecho el trámite correspondiente. El permiso será gratuito para vecinos residentes que posean vehículos y costará $1560 anuales para quienes alquilen allí cocheras fijas.
Las restricciones establecidas por el gobierno porteño buscan favorecer al transporte público, darles prioridad a los peatones y mejorar el ambiente y la seguridad vial. Se estima que más de un millón de personas visitan cada día el microcentro, Retiro y el casco histórico. Desde la Ciudad calculan que una vez que la ampliación de la zona libre de autos llegue a Tribunales –en octubre próximo– se reducirán casi 3000 toneladas de CO2 por año.
Anoche se supo que apenas el 37,5% de los conductores tramitaron el permiso de ingreso durante el mes pasado. Significan unos 4500 vehículos. Las autoridades porteñas estiman que en total, por la zona restringida, circulan unos 12.000 vehículos, con lo que se espera que en los próximos días se incrementen los trámites correspondientes.
“Para que la gente no venga a trabajar en auto tienen que mejorar el transporte público”, opinó Sergio Landin, un abogado que vive en Flores y cada día maneja su auto hasta el centro porteño. “En colectivo desde mi casa tardo una hora y media. El subte, depende del horario, es imposible”, explicó. Según su opinión, para que el sistema funcione falta aumentar la frecuencia y el alcance del transporte público, y construir playas de estacionamiento estatales a precios accesibles. Hasta que eso suceda no planea desistir de usar su auto.
Ricardo Reina tuvo que bajarse de su moto en Alsina y Carlos Pellegrini, y caminar unas siete cuadras hasta el banco en que debía hacer un trámite. “Me acabo de enterar”, contó mientras estacionaba. Como mensajero, podrá circular una vez que tramite el permiso correspondiente. Tratará de que su empresa asuma el costo. “Ojalá no prefieran emplear a los chicos que hacen mensajería a pie”, reflexionó.
Igual sorpresa se llevó Néstor Rojas, delivery en bicicleta, aunque pudo circular. “Me gusta que haya menos autos en el centro”. Sus motivos para elegir ese medio de transporte: “Gano en salud, llego rápido a todas partes y sé que la puedo dejar atada en cualquier lado”.
En Alsina al 900 cerca del mediodía parecía feriado. Con la circulación reducida de la Avenida 9 de Julio a Paseo Colón apenas algunos taxis y colectivos tenían permitido el paso por esa calle. Los garajes de la cuadra se veían más vacíos que de costumbre. “Debería haber 30 autos más”, graficó Juan Manuel Alcaraz, empleado del garaje de Alsina 954. Allí trabajan con una mayoría de clientes ocasionales. “Desde el gobierno no nos compensaron en nada por la ganancia que perdemos, ni nos descuentan algo de ingresos brutos”, reclamó.
Mientras tanto, la Justicia porteña rechazó una medida cautelar de la Cámara de Garajes, Estacionamiento y Actividades Afines de la República Argentina (Cagesra) contra la ley que creó el Área Ambiental Buenos Aires Centro. Aunque esa entidad argumentó que “la restricción vehicular que implementa (la ley) afecta en forma directa el ejercicio de la industria lícita”, la jueza Patricia López Vergara rechazó el planteo.
Para controlar los ingresos a las zonas restringidas se implementó
un sistema de cámaras de reconocimiento de patentes, que permite multar a los infractores.
Algunos garajistas quedan algo más beneficiados con la nueva disposición, como los ubicados en el límite del centro peatonal. Benjamín Quintana trabaja en un garaje sobre Carlos Pellegrini al 700 y considera que la ubicación lo privilegia, porque prevé que muchos automovilistas manejarán hasta ahí y luego caminarán.
Julián Moras transporta encomiendas en su auto, por lo general, por el centro porteño. “No está contemplado mi caso, a pesar de que soy monotributista y pago ingresos brutos”, se quejó. Solo las motocicletas están autorizadas a circular con permiso en concepto de deliveries o mensajería. Ahora tendrá que pensar en pagar un estacionamiento fijo, trasladarlo a sus costos y resignar transportar encomiendas voluminosas. “Nadie te da una solución”, concluyó Moras después de conversar con dos agentes de tránsito.