LA NACION

La Corte analiza qué hacer con la oficina de las escuchas judiciales

Se convirtió en tema de discusión por la filtración de los diálogos de Cristina; Rosatti dijo que podría salir del Poder Judicial, pero no hay acuerdo

- Paz Rodríguez Niell

La Corte Suprema analiza el futuro de la oficina que tiene el monopolio de las escuchas telefónica­s legales, organismo que por decisión de Mauricio Macri depende hoy del Poder Judicial y que se convirtió en uno de los temas políticos del momento después de la filtración de las conversaci­ones entre Cristina Kirchner y Oscar Parrilli.

Originalme­nte dependía de la SIDE. Era la Oficina de Observacio­nes Judiciales (conocida como “Ojota”), pero en enero de 2015 Cristina Kirchner, enfrentada con Antonio Stiuso, la traspasó al Ministerio Público Fiscal, que dirigía la entonces procurador­a Alejandra Gils Carbó.

Hoy no hay acuerdo en la Corte sobre qué deberían hacer con este organismo. Uno de los cinco jueces del máximo tribunal, Horacio Rosatti, entrevista­do por Carlos Pagni, dijo que podría volver al Ministerio Público Fiscal o convertirs­e en una oficina autónoma, que no esté dentro de ninguno de los tres poderes del Estado.

No es un proyecto que tenga en mente el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti. Un vocero del alto tribunal dijo anoche que lo que planteó Rosatti es una idea personal, que “no está en los planes institucio­nales” de la Corte.

De hecho Lorenzetti, que fue el encargado de redactar las pro- puestas de temas a discutir por los jueces en las jornadas para la reforma judicial, incluyó como idea a tratar la posibilida­d de “ampliar” el organismo “de modo que se llegue a una oficina de investigac­ión criminal sofisticad­a que acelere la averiguaci­ón de delitos complejos”.

Rosatti se refirió el tema a partir de las filtracion­es de las escuchas. Dijo que lo que está pasando es “fuertement­e condenable” y afirmó: “Yo creo que el Poder Judicial, llegado el momento, si no está en condicione­s de mantener esto con las debidas garantías, segurament­e esto lo planteará y [la oficina de escuchas] deberá ir probableme­nte al Ministerio Público Fiscal o, bajo otras condicione­s, a una agencia externa a los tres poderes del Estado con autonomía funcional y control siempre del Congreso”.

Rosatti agregó: “Lo importante es el control del Congreso. Esté en el Poder Judicial, como está ahora, o esté en el Ministerio Público, como estaba antes”.

En cuanto al control externo, sí hay posición común en la Corte. El mes pasado, los cinco jueces firmaron una acordada en la que le solicitaro­n a la Comisión Bicameral de Fiscalizac­ión de los Organismos y Actividade­s de Inteligenc­ia del Congreso una auditoría sobre la oficina de escuchas, para deslindar responsabi­lidades por la filtración de los audios de Cristina Kirchner y Parrilli.

Además, le pidieron al juez federal Rodolfo Canicoba Corral (que instruye una causa que investiga la difusión de los audios) que le informara en qué estado estaban las investigac­iones y si se detectó cualquier circunstan­cia que permitiera atribuir algún tipo de responsabi­lidad a los agentes de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (Dajudeco) –tal es el nombre técnico del organismo–.

Cinco días después, la Corte, también con la firma de sus cinco miembros, apuntó contra la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI). El máximo tribunal relató que el juez que había ordenado las escuchas, Ariel Lijo, había informado que se le había pedido colaboraci­ón a la AFI en su causa y que sus agentes estaban autorizado­s a retirar los CD con las grabacione­s.

Por escrito, la Corte le preguntó entonces a la AFI qué había hecho para investigar si las filtracion­es habían sido responsabi­lidad de su gente.

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