¿Desean los hombres extender el beneficio cuando nace un hijo?
Madrugada del 3 de abril del año pasado, clínica Finochietto, un bebé de escasas horas de vida llora desconsolado y sus padres, novatos y destrozados en su primer día en ejercicio del cargo, miran el pañal como si fuese una onda gravitacional. Entre las múltiples instrucciones que recibieron antes y después del parto, nadie les dijo cómo funcionaba semejante tecnología. Rendidos y avergonzados, llaman a la enfermera y piden ayuda.
Un par de días después, ya en su casa, el pequeño insiste en su llanto nocturno y las horas se acumulan sin que aparezca una solución. Acunarlo boca arriba, acunarlo boca abajo, todo es en vano y los padres, al borde del colapso, comienzan a vestirse para volver a la clínica. Por suerte, el hijo se apiada y les ahorra una segunda humillación cuando decide que es hora de dormir.
Todo esto –que, ojo, le pasó a un amigo– dispara una reflexión obvia: la pequeña unidad unifamiliar de mamá y papá aislados es muy ineficiente para muchas cosas, incluyendo criar hijos. ¿Dónde está mi tribu?, se pregunta Carolina del Olmo en un libro donde analiza diferentes teorías de crianza y añora la imagen bucólica de nuestros antepasados, todos mezclados y criando hijos propios y ajenos alrededor del fuego.
Ya más cercano en el tiempo, mis hermanas, que son un montón, tienen un método similar. Viven todas por la misma zona y el chat familiar es una ingeniería de horarios y programas donde una carga con los hijos de la otra y los lleva a lo de una tercera. Estoy pensando en mudarme –perdón, en decirle a mi amigo que se mude– al barrio de mis hermanas.
Hasta tanto vuelvan las tribus, nos quedan las licencias de maternidad y paternidad. En las empresas privadas de la Argentina, son 90 días para las mujeres y ¡dos! para los hombres. Los empleados estatales de las provincias, en cambio, tienen otros acuerdos. En La Rioja hay 210 días para las mujeres, pero apenas cinco para los hombres. La provincia de Santa Cruz es de las más generosas y equitativas: 180 días para las mujeres y 15 para los hombres.
Fronteras afuera, Croacia tiene el récord de licencias de maternidad: 406 días y siete para los hombres. Le sigue Albania que es el colmo de la generosidad inequitativa: un año completo para las madres y nada, cero, para los padres. En Australia las mujeres también se pueden tomar un año, pero a los hombres les va un poco mejor, tienen dos semanas de licencia.
Igual, los países más desarrollados están impulsando ahora licencias familiares. Esto es, una cantidad de días que pueden ser aprovechados, según la decisión de cada pareja, por la madre o el padre. Los países escandinavos, cuándo no, están a la vanguardia de esta tendencia, pero hay otros lugares inesperados que también se sumaron, como Albania, Cuba, Uzbekistán y Tierra del Fuego.
Generosidad
Así es, la provincia de los castores y los celulares protegidos por barreras arancelarias tiene una política muy progresista para sus empleados públicos. Las mujeres tienen 30 días de licencia y los hombres 15, pero a esto se suman 180 días extras que se dividen por consenso entre ambos progenitores.
La lógica detrás de estas licencias familiares es fomentar la corresponsabilidad en la crianza y contribuir así a combatir los sesgos que dificultan la inserción laboral de las mujeres. Si cualquiera de los dos progenitores se puede tomar una licencia ante el nacimiento de un hijo, se debilita el argumento de que “las mujeres cuestan más” con que muchos empleadores las discriminan a la hora de contratos o ascensos.
Sin embargo, la experiencia internacional demostró que, aunque fuesen optativas y habilitadas también para los hombres, la mayoría de las licencias familiares eran tomadas por mujeres, con lo que el sentido de la política se licuaba. Ante esto, países como Suecia, Noruega e Italia le dieron una vuelta de tuerca a la iniciativa e implementaron incentivos para que fuesen los hombres los que se tomasen una parte importante de la licencia familiar.
Mientras tanto, acá en la Argentina el Gobierno impulsa una ampliación de la licencia de paternidad para llevarla a quince días. No tuvo mucha repercusión entre los varones. “Es que ustedes, los hombres, prefieren irse a trabajar que quedarse cuidando sus hijos”, acusó la mujer de mi amigo. ¿Será cierto?
En las empresas privadas de la Argentina son 90 días de licencia por paternidad para las mujeres y apenas ¡dos! para los hombres