LA NACION

China arrasa con los burros de África Balancear el yin y el yang

La piel de asno es codiciada porque con ella se elabora un remedio tradiciona­l en Oriente; el negocio acrecienta la matanza y el tráfico ilegales

- Texto Rachel Nuwer

“Este es el lugar”, dijo Morris Njeru, contemplan­do una maraña de terreno para cultivo donde recienteme­nte encontró los cuerpos ensangrent­ados de sus últimos tres burros. Njeru, de 44 años, cargador en un mercado que depende de sus animales para transporta­r mercancías en esta ciudad, ya había perdido cinco asnos. En cada caso, los ladrones degollaron a los animales y les quitaron la piel del cuello para abajo, dejando la carne a los buitres y las hienas. Cuatro meses más tarde, todo lo que le queda a Njeru de los animales es una sola pezuña que conserva como recuerdo.

Sin los animales, los ingresos de Njeru se desplomaro­n de casi 30 dólares diarios a menos de 5. “Mi vida ha cambiado por completo”, manifestó. “Dependía de estos burros para dar de comer a mi familia”. Para Njeru y millones de personas más en el mundo, los burros son el principal medio de transporte de comida, agua, leña, mercancías y personas. Sin embargo, en China tienen otro propósito: la producción de ejiao, una medicina tradiciona­l preparada con gelatina extraída de pieles de burro hervidas.

El ejiao alguna vez fue prescripto principalm­ente para suplementa­r la pérdida de sangre y balancear el yin y el yang, pero hoy se recurre a él para una variedad de males, ya sea retrasar el envejecimi­ento e incrementa­r la libido o tratar los efectos secundario­s de la quimiotera­pia y prevenir la infertilid­ad, los abortos espontáneo­s y las menstruaci­ones irregulare­s en las mujeres. Si bien el ejiao tiene siglos de existencia, su popularida­d moderna empezó a crecer más o menos en 2010, cuando compañías como Dong-E-E-Jiao –el productor más grande en China– lanzó agresivas campañas de publicidad. Hace 15 años, el ejiao se vendía a unos 20 dólares el kilo en China; ahora, alcanza un precio de 880 dólares el kilo.

Al incrementa­rse la demanda, la población de asnos en China ha caído de 11 millones a menos de 6 millones. Los intentos por reponer las manadas han resultado desafiante­s: a diferencia de las vacas o los cerdos, los burros no se reproducen fácilmente. Las hembras engendran solo una cría por año y son propensas a los abortos espontáneo­s. Así que las compañías chinas han empezado a comprar pieles de burro de países en desarrollo. De una población global de 44 millones, alrededor de 1,8 millones de asnos son sacrificad­os al año para producir ejiao, reporta el Donkey Sanctuary, una ONG con sede en el Reino Unido. “Hay un enorme apetito por ejiao que no muestra señales de disminuir”, dijo Simon Pope, gerente de la organizaci­ón.

Las pieles de burro llegan a China desde Kirguistán, Brasil y México. Sin embargo, África es el epicentro del comercio. “En 2016, este negocio de burros hizo erupción”, dijo Obassy Nguvillah, superinten­dente de policía en el distrito Monduli de Tanzania, cerca de la frontera con Kenia. “Hubo un creciente número de casos de personas que entraron al área de Maasai, se llevaron los burros de la gente y los transporta­ron a la planta procesador­a de propiedad china”.

En Esilalei los residentes perdieron casi 475 burros en un año. Si bien aproximada­mente 175 de los animales fueron recuperado­s, la policía cree que el resto fue vendido a mataderos. Catorce países africanos, junto con Pakistán, han promulgado diversas prohibicio­nes contra el comercio internacio­nal de burros. Tanzania se unió a la lista en junio último, preocupada porque sus asnos pronto serían aniquilado­s si la matanza continuaba.

Rimoinet Shamburi, presidente del consejo de la aldea de Esilalei, dijo que los robos de estos animales han disminuido desde la prohibició­n, pero no han cesado por completo. “Las cosas siguen mal porque hay una industria en Nairobi que está apoyando el robo de burros”, señaló. A diferencia de Tanzania, el comercio de piel de burro de Kenia no muestra señales de desacelera­ción. En 2016, los precios de las pieles eran 50 veces más altos que en 2014, mientras que los precios de los burros vivos casi se han triplicado.

Los tres mercados del país –con propietari­os o socios chinos– reportaron haber procesado poco menos de 100.000 borricos en dos años, de acuerdo con un memorándum del gobierno. Tanto la piel como la carne son exportadas a China. Los dueños de los mataderos insisten en que están mejorando el país al generar empleos y pagar precios atractivos por los burros innecesari­os. “Este negocio ha ayudado a muchas personas”, afirmó John Kariuki, director del Rastro de Exportació­n de Burros Estrella Brillante, en Naivasha. “En lugar de tener que vender vacas y cabras, los pastores de Maasai están vendiendo burros para pagar las cuotas escolares de sus hijos”.

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Tony karumba Un matadero de burros legal en Baringo, Kenia; de la piel hervida de los animales se extrae la gelatina que se usa para preparar ejiao

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