Sufrida Davis
El duelo con Chile quedó igualado y la jornada decisiva promete tensión y emociones al por mayor
SAN JUAN.– La Argentina se despojó, en noviembre de 2016, de una enorme espina. La Copa Davis era el único trofeo grande que el deporte nacional no ostentaba. El triunfo histórico en Croacia despejó tensiones y espantó fantasmas y temblores. El título fue, de verdad, un desahogo. Pero, insólitamente, desde ese momento el equipo nacional no dejó de sufrir, de padecer series y situaciones periféricas.
Primero, frente a Italia en febrero de 2017, en Parque Sarmiento. Luego, en Astana, en la caída contra Kazkahstán en el repechaje jugado en septiembre. El capitán Daniel Orsanic tuvo diferentes obstáculos para armar los equipos. Las ausencias de Juan Martín del Potro, Leonardo Mayer y Federico Delbonis, tres de las cuatro piezas que levantaron el trofeo en Zagreb, se hicieron sentir. Y el descenso a la Zona Americana 1 puso a la Argentina ante un rival, Chile, con el que no enfrentaba desde la triste serie de los “sillazos”, hace 18 años. En San Juan, bajo techo y sobre polvo de ladrillo fueron las condiciones. ¿El incentivo del equipo nacional? Dar uno de los dos pasos necesarios para regresar al Grupo Mundial en 2019. Pero, claro, el destino se empeña en que el vínculo entre la Argentina y la Copa Davis sea más espinoso que lo que muchas veces debería ser.
La primera de las dos jornadas en el estadio Aldo Cantoni fue incómoda para la Argentina. El 1-1, luego de la victoria de Nicolás Jarry (64º del mundo) sobre el debutante en la competencia Nicolás Kicker (87º) por 4-6, 7-6 (8-6) y 6-2, en dos horas y 14 minutos, y la de Diego Schwartzman (15º) frente a Christian Garín (217º) por 7-6 (7-2), 6-7 (2-7) y 6-2, en dos horas y 42 minutos, fue lógico al evaluar los presentes y las posiciones en el ranking. Sin embargo, se sabe que la Copa Davis empareja la distancia entre los jugadores como ninguna otra competencia y en numerosas ocasiones se producen hechos difíciles de explicar.
Kicker, de 25 años y carente de experiencia en la Davis –ni siquiera como sparring–, comenzó jugando como si hubiera competido toda la vida con la camiseta albiceleste, pero su rendimiento fue claramente de mayor a menor y terminó desinflándose ante un rival que atraviesa su mejor etapa.
A Schwartzman lo separan de Garín 202 posiciones en el ranking y, sin embargo, recién logró derrumbar al campeón junior de Roland Garros 2013 en el séptimo match-point. La Davis no es una competencia en la que Peque se sienta cómodo; él lo confesó cuando la Argentina perdió su lugar en el Grupo Mundial en 2017 luego de 16 años consecutivos. Garín le rompió el saque cuatro veces, incluida una cuando el jugador formado en Hacoaj sacó para ganar (5-1). Estuvo 40-0, pero Garín obtuvo cinco puntos se y prolongó el suspenso.
“Me quedó un sabor raro con el partido de Kicker. Hizo un gran trabajo y pudo cerrarlo en dos sets. Pero perder el tie-break le costó caro y Jarry lo ganó bien en el tercer set”. El sentimiento de Orsanic fue casi el mismo de la mayoría en la fresca jornada sanjuanina. El tenista nacido en Merlo, que hasta no hace mucho jugaba solamente en futures y challengers, tuvo un rendimiento valioso en una buena parte del encuentro frente a alguien que luce pinceladas de Del Potro durante su época de formación. “El partido era como para ganarlo antes. La serie está 1 a 1 y hay que ganar”, resumió Schwartzman.
El séptimo cruce en la historia en el interior del país –segundo sobre polvo de ladrillo bajo techo– está abierto. Hoy, desde las 14, se jugará el dobles. Orsanic no confirmó la pareja, como es habitual. La que se medirá con Jarry y Hans Podlipnik (44º del ranking en dobles) estaría conformada por Guido Pella y Machi González (Guillermo Durán quedaría al margen). Luego de eso, Jarry debería jugar otra vez, frente a Schwartzman. Y de ser necesario, todo se definirá en el quinto punto (Garín vs. Pella o Kicker). No hay dudas: la Davis se hizo para sufrir.