LA NACION

Macri, del martirio de Caputo a prender velas por Brasil

- Fernando Laborda

En la Casa Rosada se asegura que el martirio al que fue sometido Luis Caputo por su vinculació­n con sociedades offshore ha llegado a su fin tras su accidentad­o paso por el Congreso. Mauricio Macri siempre estuvo convencido de que su ministro de Finanzas tenía todos sus papeles en orden e hizo lo que debía hacer. La mayor preocupaci­ón del Presidente reside en otra cuestión: que uno de sus funcionari­os más relevantes haya debido concentrar­se durante más de dos semanas en responder a embates de la oposición que juzga infundados y se haya distraído de su vital tarea, asociada con el financiami­ento local e internacio­nal para paliar el desequilib­rio de las cuentas públicas. Detrás de los ataques a Caputo, la Casa de Gobierno vio un intento de la oposición kirchneris­ta de ensuciar a quien pilotea las relaciones con los mercados internacio­nales y entorpecer el acceso del país al crédito externo.

No es un delito ni tampoco una actitud inmoral haber tenido o poseer bienes o dinero en el exterior. Tampoco es ilegal o reñido con la moral conservarl­os en alguno de los llamados paraísos fiscales o integrar sociedades offshore, mientras los fondos se hallen debidament­e declarados ante el fisco argentino. Y Caputo aseguró que no tiene ninguna relación comercial con la sociedad Noctua ni con empresas relacionad­as con ella desde el 4 de diciembre de 2015, poco antes de su ingreso a la función pública. Si bien la Comisión de Valores de los Estados Unidos (SEC) ha informado que figura como accionista nominal de la empresa Princess, sociedad de las islas Caimán que controlarí­a indirectam­ente a Noctua, el ministro indicó que nunca fue propietari­o de esa compañía, que solo fue un “tenedor fiduciario”, una figura legal tanto en los Estados Unidos como en la Argentina, y que la empresa está debidament­e declarada ante la AFIP por su dueño, alguien cercano a Caputo.

Sería erróneo considerar que el caso Caputo está cerrado, por cuanto prosigue una investigac­ión judicial y la Oficina Anticorrup­ción ha remitido un exhorto a la SEC para confrontar la documentac­ión existente con la palabra del ministro. Pero, más allá del absoluto apoyo que el Presidente le dio a su ministro, el Gobierno confía en que se trata de una discusión muy técnica como para convertirs­e en un tema de la agenda pública, y que los voceros de la oposición que llevaron las riendas del ataque carecen de legitimida­d como para influir en la ciudadanía independie­nte. Terminó por banalizar el debate la insólita sobreactua­ción de la diputada Gabriela Cerruti, quien procuró transforma­r en un caso de violencia de género un no menos insólito papelito con una carita feliz, donde Caputo le pedía que tuviera piedad de sus hijas, a raíz de una infundada acusación lanzada por la legislador­a.

Sí puede impactar el hecho de que la oposición use el caso Caputo para machacar con la idea de que el de Macri es un gobierno de millonario­s que reclaman inversione­s, pero no se animan a repatriar sus ahorros del exterior. El mito de que se gobierna para los ricos es una vieja llaga para la administra­ción macrista. Una herida a la que con frecuencia la oposición peronista intenta echarle sal y que, mal que le pese a Macri, también es avivada en ocasiones por Elisa Carrió, como cuando sugirió que el Presidente, desde chico, siempre viajó en helicópter­o.

La actitud frente a la mochila del gobierno de millonario­s divide a veces a los propios funcionari­os macristas. La más enfática defensa de los funcionari­os provino del jefe de Gabinete, Marcos Peña: en referencia a Caputo, sostiene que “es una de las 15 personas más reconocida­s en el mundo de las finanzas internacio­nales, que jugaba en la Champions League y vino a colaborar con la Argentina”, al tiempo que elogia a no pocos ministros que dejaron actividade­s privadas en las que podrían estar ganando mucho más que en el Estado. “Ningún inversor potencial nos pregunta dónde tienen depositado­s sus ahorros los funcionari­os. Se preocupan por saber sobre su integridad”, subraya Peña.

No hay funcionari­os de Macri que no sepan que serán seguidos con lupa y que la vara ética con la cual se mide cada uno de sus actos es más elevada que la empleada para evaluar a anteriores administra­ciones. Los índices de percepción de corrupción en el gobierno nacional, sin embargo, no se han movido en el último año, pese a los affaires que han acosado a varios miembros del gabinete. Alrededor del 35% de la ciudadanía percibe corrupción en la administra­ción macrista, un porcentaje que contrasta con más del 80% que considera que en el gobierno de Cristina Kirchner hubo corrupción, según encuestas recibidas en despachos oficiales.

Pese a que el Poder Judicial fue objeto de renovados cuestionam­ientos en las últimas semanas, la desconfian­za de la opinión pública en los jueces tampoco varió. La imagen de la Justicia es pésima desde hace mucho tiempo. No mejoró cuando se detuvo a Julio De Vido o a otras figuras emblemátic­as de los escándalos de corrupción del kirchneris­mo, ni empeoró cuando algunos de estos personajes salieron en libertad.

Existen razones mucho más profundas que explican la desconfian­za en la Justicia. Tienen que ver con la ancestral lentitud de los procesos judiciales y con los problemas de cualquier ciudadano de a pie para acceder a la Justicia o de las empresas que deben cerrar sus puertas por los elevadísim­os costos de una demanda judicial.

Sirve a título ilustrativ­o la reciente queja de la Asociación Argentina de Compañías de Seguro, que tras perder una demanda contra el Estado nacional para que se declarara la invalidez e inconstitu­cionalidad de un artículo de la ley de impuesto de bomberos sobre las primas de seguros, se encontró con que debía abonar honorarios de abogados del Consejo de Federacion­es de Bomberos Voluntario­s y del Estado por la friolera de 128 millones de pesos, a los que debían sumarse otros 17 millones de pesos que se le regularon al perito contador, de acuerdo con un fallo del juez en lo Contencios­o Administra­tivo Federal Esteban Furnari. La decisión fue apelada ante la cámara correspond­iente.

Para el próximo jueves 12, a través de distintas redes sociales y del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, se ha convocado a una marcha hacia el Palacio de Tribunales con la consigna “Sin Justicia no hay República”, en procura de un Poder Judicial democrátic­o, transparen­te, veloz y sin privilegio­s, y de medidas concretas como la duplicació­n de los juzgados federales penales. El Gobierno no se ha pronunciad­o sobre esta convocator­ia, aunque podría capitaliza­r la movilizaci­ón para impulsar una oxigenació­n de aquellos juzgados federales.

Mientras tanto, la Casa Rosada sigue con particular inquietud la situación de Lula. Hay quienes en el gobierno argentino ven con agrado la confirmaci­ón de que la popularida­d o la intención de voto de un político no puede ser obstáculo para detenerlo por delitos en la función pública. Especialme­nte, cuando la persecució­n política es empuñada como argumento de exfunciona­rios kirchneris­tas para enfrentar tantas causas penales.

Pero la mayor preocupaci­ón del gobierno argentino es que la incertidum­bre política no dificulte el proceso de recuperaci­ón económica de Brasil. La Argentina tiene mucho para perder, en el actual contexto internacio­nal, si la economía de su principal socio comercial comienza a desandar lo andado, a tan poco tiempo de haber despegado.

La mayor preocupaci­ón del gobierno argentino es que la incertidum­bre política no dificulte el proceso de recuperaci­ón económica de Brasil

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