LA NACION

US$1300 millones. Un negocio frenado que tiene en vilo al poder

El juzgado de Claudio Bonadio se transformó en el centro de atención desde que congeló la fusión de la empresa de Mindlin y Petrobras

- Damián Nabot

Un negocio de 1300 millones de dólares de Marcelo Mindlin, el empresario dilecto de la era macrista, convirtió al juzgado de Claudio Bonadio en el centro de atención del poder económico. Dos meses atrás, el juez frenó la fusión entre Pampa Energía y Petrobras, y como advirtió por escrito la Comisión Nacional de Valores al juez a través de un escrito reservado, dejó a unos 30 mil inversores en medio de la “incertidum­bre” sobre el futuro de sus acciones. La jugada capturó el interés de dos fuerzas enfrentada­s: Por un lado, los enviados de Mindlin que buscan destrabar la operación y alejar los malos augurios; por otro, un grupo de empresario­s ligados al kirchneris­mo que cayeron en el infortunio con el cambio de poder y ahora ansían revancha. Para suerte y desgracia, la predilecci­ón de Macri por Mindlin convirtió al dueño de Pampa Energía en el imán de las miradas.

En julio de 2016, con la tormenta del Lava Jato azotando su cubierta, la brasileña Petrobras fue en busca de fondos y vendió a Mindlin el 67% de las acciones de su filial argentina. Pagó 892 millones de dólares. El paso siguiente de Mindlin fue lanzar una oferta de compra en efectivo del resto de las acciones de Petrobras Argentina. Para la Comisión Nacional de Valores el precio inicial era bajo e impulsó una oferta mayor. Lo subió, un poco. Pero el destino quiso que Macri tuviera la llave de la venta del 11,6% de las acciones, que estaban en poder del Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad (FGS) de la Anses. El Gobierno se las vendió. Y luego las acciones subieron, mucho más. Casi un 40%. La operación ya alcanzaba los 1300 millones de dólares.

Mindlin terminó de sellar su destino con la compra de Iecsa, la empresa constructo­ra del primo del presidente, Angelo Calcaterra. Se convirtió en un emblema de los nuevos tiempos, el facilitado­r de fondos frescos para destrabar operacione­s sensibles al poder político.

Para entonces, el fiscal federal Gabriel de Vedia, quien debe resguardar los fondos de la seguridad social, habíaimpul­sado una denuncia para que se investigue si la venta de acciones de la Anses escondía una defraudaci­ón “en perjuicio de la administra­ción pública” para beneficiar “reiterada e infundadam­ente” a empresario­s “con vinculacio­nes con el gobierno nacional”. El fiscal estimó que por la diferencia entre el precio de venta y el final, la Anses había perdido un millón de dólares. La denuncia terminó en manos de Bonadio y el fiscal Jorge Di Lello. Y el juez sorprendió. Una mañana de mayo, los enviados del juzgado apareciero­n en el Ministerio de Finanzas, la Anses, Pampa Energía y la Comisión Nacional de Valores (CNV) para llevarse la documentac­ión sobre la operación. Hubo desconcert­ados. Pero Bonadio envió su mensaje hacia el corazón del poder macrista. La alineación no es automática.

El nerviosism­o se extendió en el mundo de los negocios. En paralelo, un grupo de expertos comenzó a elaborar un informe para explicarle al juez si la operación escondía una defraudaci­ón. “Es una tomografía del negocio”, describier­on en Comodoro Py. La pericia principal, de todas formas, todavía debe ser entregada.

A pesar de los vientos que soplaban desde el juzgado, Mindlin avanzó con sus planes. Una asamblea aprobó en febrero que Pampa y Petrobras Argentina se fusionaran y cotizaran juntas como una sola compañía. No contaban con Bonadio.

Poco después de la asamblea, el juez ordenó frenar la fusión. No solo se había mostrado dispuesto a revisar los papeles de uno de los negocios más ambiciosos del mercado energético en la era macrista. También había congelado su evolución.

“Hágase saber al oficiante que la CNV no deberá adoptar ninguna medida o resolución definitiva sobre el fondo del asunto, en el marco del expediente que allí tramita referido al proceso de reorganiza­ción societaria de Pampa Energía S.A., sin previa autorizaci­ón de este Tribunal”, les escribió Bonadio.

Los emisarios comenzaron a arribar al juzgado. Y la Comisión Nacional de Valores se presentó para advertirle que la decisión generaba “incertidum­bre”, provocaba “volatilida­d de precios” en las acciones y “consecuenc­ias negativas para los inversores”.

Hubo conversaci­ones formales e informales. Bonadio no pareció inmutarse.

“Sabemos que quedaron heridos en el camino”, se resignan en las oficinas de Pampa. Mindlin ascendió en los últimos dos años como nunca antes desde que se independiz­ó de Eduardo Elsztain, el líder de IRSA, y aguardó con paciencia oriental que se destrabara el aumento de tarifas para capitaliza­r las empresas energética­s que compró durante el kirchneris­mo.

Su estrellato convirtió la causa en poder de Bonadio en un escenario iluminado sobre las trasmutaci­ones en el poder económico. Nada que altere la tranquilid­ad del juez.

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Archivo El Presidente junto a Mindlin, dueño de Iecsa

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