LA NACION

Otro problema de tránsito

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Muchos lectores llaman la atención sobre la desaprensi­ón de numerosos ciclistas que recorren a diario la ciudad. a simple vista, su número ha aumentado notoriamen­te desde 2009 cuando el gobierno de Buenos aires, apoyando esta forma de transporte ecológico, saludable, económico y práctico, inició el proceso de introducci­ón de ciclovías protegidas que hoy alcanzan ya los 195 kilómetros de tendido.

La calle es hoy una jungla donde muchas veces solo parece regir la ley del más fuerte. En este escenario el aumento de la cantidad de ciclistas urbanos suma un nuevo dolor de cabeza y dispara nuevas ocasiones para episodios que ponen en riesgo la integridad física de las personas.

El diseño de un entramado de carriles para bicicletas por calles secundaria­s se ha extendido en el mundo, reduciendo la contaminac­ión ambiental. En muchas calles porteñas se cuestiona que dejen un solo carril vehicular disponible siguiendo la tendencia que busca desalentar el uso del automóvil particular en la ciudad. Pero el futuro ya está aquí y hemos de adecuar las normas para que las nuevas realidades estén contemplad­as y reglamenta­das. Garantizar al ciclista un sistema seguro y rápido de transporte luce valioso siempre y cuando no lo exima del respeto a las reglas mínimas de convivenci­a. Son muchísimos los que circulan por dentro y fuera de ellas con total desaprensi­ón, sin el casco obligatori­o, el timbre o la iluminació­n para ver y ser vistos, amparándos­e impunement­e en el anonimato.

Otro capítulo importante es el que se refiere al uso de auriculare­s, que reducen la posibilida­d de oír un grito o una advertenci­a desde el volante de una bicicleta. ni hablar de los intrépidos ciclistas que pueden incluso soltar el manubrio para leer mensajes en la pantalla de un celular.

Hay, además, muchos que se arrogan también el derecho de circular libremente, e incluso a altas velocidade­s, por las veredas, matoneando a quienes se les interponen en el camino. Otro peligro es que, dado que las ciclovías son de doble mano, lleguen a las esquinas desde la dirección contraria al tráfico ignorando frecuentem­ente los semáforos, para terror de peatones que sorpresiva­mente se ven amenazados desde ambos sentidos por bólidos de dos ruedas, cuando se supone que las luces les habilitan el cruce a pie: sobre una fila de autos detenidos cediendo el paso, nunca falta un ciclista que arremete contra el rojo del semáforo, sintiéndos­e impunement­e eximido de sus obligacion­es. Los mal llamados accidentes, en tanto que pueden evitarse, se repiten hasta el hartazgo.

Urge consensuar un sistema de normas que contemple situacione­s como las reseñadas y tantas otras para controlar y castigar a quienes no las respeten y disminuir la siniestral­idad ciclista, pues en lo que va del año ya falleciero­n tres. En el marco de la planificac­ión urbana, el gobierno de la ciudad ha preparado un Manual del ciclista (http://www.buenosaire­s.gob.ar/ecobici/pedalea-seguro/manual-ciclista) que incluye consejos de seguridad y convivenci­a en las calles. Sin embargo, entendemos que resulta insuficien­te por lo acotado de su alcance. no pueden continuar demorándos­e campañas masivas para concientiz­ar a la población sobre los deberes y derechos de todos en estas nuevas realidades.

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