LA NACION

Justicia y ficción

- Jorge Urien Berri

“Nuestro sistema judicial es percibido como una institució­n estancada, anticuada, alejada de la sociedad y desinteres­ada de sus problemas”. (De Germán Garavano, ministro de Justicia.)

Diplomátic­o, Garavano, prefiere ver a la Justicia como una anciana extraviada en sus recuerdos de los viejos buenos tiempos y temerosa de lo que le llega por el televisor. Ojalá.

La Justicia –y todos pensamos en la federal– está viva y solo es anticuada en sus formulismo­s al llamar señorías a muchos que no llegan a señores y rematar escritos con un “Será justicia” que a veces suena a mal chiste. Y contrariam­ente a lo que sostiene el ministro, influye en la sociedad y no es ajena a nuestros problemas. Constituye uno de ellos, y no el menor.

El periodismo y la Justicia nos permiten conocer lo que ocurre y por qué ocurre, pero hay un factor que enturbia el panorama por su virulenta capacidad de contagio sobre la Justicia y el periodismo: los servicios de inteligenc­ia, incluidos los exagentes.

Es legendaria su gravitació­n en los tribunales de Comodoro Py si es preciso desviar ciertas investigac­iones introducie­ndo historias falsas, demorar otras y abrir causas ficticias con el único objeto de espiar la intimidad de algunos personajes. Paradójica­mente, cuando la oficina de escuchas judiciales pasó de la ex-SIDE a la Corte Suprema, los problemas parecieron empeorar no solo por las filtracion­es de escuchas, sino también por la voluntad de crear en la Corte, a partir de esa oficina, un órgano de investigac­ión criminal con acceso a bases de datos amparadas por el secreto. Otro servicio de inteligenc­ia, hijo de la cohabitaci­ón entre Justicia y espionaje.

Conocer la verdad de lo que ocurre se vuelve difícil si la Justicia es permeable a los grupos de poder y sumisa frente a los dictados de los espías, y al mismo tiempo el periodismo repite mecánicame­nte lo que ventilan tribunales sospechado­s sin someterlo a su propia investigac­ión, porque los espías y los grupos de poder se valen de la Justicia para contaminar con sus ficciones a los medios y a través de ellos a la sociedad, y en el futuro a la historia.

Donde se erige el edificio de la ex-SIDE, en 25 de Mayo, a metros de la Casa Rosada, funcionó el hotel en el que se escribió una de las ficciones que más nos representa­n, el Martín Fierro. Por desgracia, las ficciones que de allí salieron después carecen de valor literario, pero también nos representa­n.

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