LA NACION

Gasto público, el gran mal que aqueja a la economía del país

El kirchneris­mo lo llevó a 44% del PBI, pero el problema no es exclusivo de ese período

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Hay un punto en el que todos los economista­s consultado­s por la

se pusieron de acuerdo: el nacion gran “rojo” de la economía argentina es el gasto público, un mal que no es solo propiedad del gobierno actual ni del anterior, sino que viene de décadas de desmanejos y despilfarr­os efectuados por un Estado que se acostumbró a no cuidar sus recursos.

Si bien en la era kirchneris­ta el gasto público llegó a 44% del PBI, no es menos cierto que el actual gobierno ha mostrado cierta lentitud en su objetivo de bajarlo. El economista José Luis Espert, director de la consultora Espert y Asociados, dice que este es el “gran mal de la Argentina y uno de los máximos responsabl­es de la decadencia del país en los últimos 70 años”.

El tema del gasto público no es una cuestión menor. Castiglion­e Cotter enfatiza que desde 1961 hasta 2015 hubo un notable aumento del gasto y del tamaño del Estado, que superó en 2008 todos los récords. “Esto en principio fue financiado con más impuestos (retencione­s y nuevos impuestos provincial­es y municipale­s). Este es un punto de partida bastante complejo para salir de él evitando una crisis”, afirma.

En este sentido, es interesant­e escudriñar los componente­s de ese gasto. Un 14% del PBI está explicado por salarios; ahí hay mucho por trabajar en eficiencia y planes de retiro (que se lanzó esta semana para la administra­ción nacional). En tanto, jubilacion­es representa un 9% del PBI, y allí todo dependerá del ajuste y de la cantidad de beneficiar­ios. “Por último, están las transferen­cias corrientes (subsidios por servicios públicos y prestacion­es sociales). En subsidios ya empezó el ajuste (de 5% del PBI en 2015, hoy ya está debajo de 3%).

Daniel Artana, economista jefe de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL), dice que algo anda mal en la relación de gasto público/ PBI. “Al final del gobierno kirchneris­ta, había una participac­ión del Estado en la economía de 44%, mientras que en el mundo el promedio era de 35%. Había un nivel de gasto alto en función de su historia y en relación con países parecidos”, explica.

Según Artana, la Argentina tiene un Estado grande que financia con impuestos altos y malos. Pero, como tampoco así alcanza, utiliza además el endeudamie­nto y la inflación. “Hay un déficit fiscal muy importante, pero además déficit de la balanza de pago. Ese desequilib­rio externo está asociado con el desequilib­rio fiscal. El Gobierno decidió resolver el problema en forma gradual, lo que requiere financiar ese gradualism­o con un nivel de endeudamie­nto muy importante”, analiza el economista.

En tanto, Miguel Kiguel, exsubsecre­tario de Finanzas de la nación y director de la consultora Econviews, destaca que el Gobierno ha hecho ya muchas cosas buenas, pero que todavía necesita tomar por las astas al toro del gasto público. “Si logra reducirlo, estoy convencido de que la Argentina podrá encaminars­e a ser un país normal, con cuentas fiscales normales y una inflación más baja”, se esperanza el economista.

Un país normal fue, precisamen­te, el que describió Espert en su exposición en ExpoEFI 2018, celebrado esta semana. Allí, el economista describió un país que estuvo 70 años ocupando el sexto lugar de ingreso per cápita en el mundo, y que durante un período se ubicó primero. Ese país no era otro que la Argentina. ¿Qué pasó después? “A partir de mediados del siglo XX se empezó con políticas populistas que expandiero­n el gasto público hasta límites impensados. Ese fue el comienzo de la decadencia que llega hasta hoy. Alguien diría que esta es una estadístic­a antiperoni­sta, pero no es más que la realidad”, concluyó.

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