LA NACION

Las tasas municipale­s, el otro lado del debate tributario

En los últimos años avanzaron las cargas locales; su baja se condiciona a que lleguen más fondos de las provincias

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Después del pacto fiscal que generó un nuevo esquema de reparto de fondos entre la Nación y las provincias y condicionó envíos al cumplimien­to de las reglas, se abrió otro debate: el vinculado con las transferen­cias de los gobernador­es a las autoridade­s de los municipios que plantean que, sin más recursos, no podrán bajar o eliminar tasas que afectan a los contribuye­ntes.

Hay consenso entre los economista­s, al decir que la presión tributaria municipal –salvo en el caso de los inmuebles y los automotore­s– es indirecta y distorsiva e impacta igual que la de los otros niveles estatales en las decisiones de inversión. En el país hay un “festival” de tasas de municipios y la provincia de Córdoba es la jurisdicci­ón que está a la cabeza. Un trabajo del Iaraf sobre 100 comunas, por caso, detectó 120 gravámenes.

En esta provincia hace tiempo que los intendente­s radicales –liderados por el capitalino Ramón Mestre, anotado en la carrera a la gobernació­n de 2019– critican al gobernador Juan Schiaretti (de muy buen vínculo con el presidente Mauricio Macri) por el reparto de fondos. Y condiciona­n la baja de la presión tributaria local a más coparticip­ación de recursos.

“Estamos reclamando que en 15 días nos paguen y ya hicimos reserva de caso federal. Si no nos pagan, vamos a iniciar acciones ante la Corte Suprema de Justicia con la presentaci­ón de un recurso extraordin­ario”, advirtió Mestre.

La clave de la nueva discusión entre gobernador­es e intendente­s en todo el país pasa por dos puntos. Por un lado, entran en juego los $15.000 millones que, según estima el Iaraf, las provincias recibirán en compensaci­ón por las pérdidas que les generan los cambios del esquema de impuestos, y por el otro, el dinero que –mientras existía el fondo del conurbano bonaerense– se repartían 22 provincias (sin dividir con los municipios) y que ahora se volvió a sumar a la masa coparticip­able bruta e incluye a la provincia y a la ciudad de Buenos Aires y al tesoro nacional.

“Si ese dinero se comparte con los intendente­s, las provincias terminarán disponiend­o de menos recursos que antes del pacto fiscal”, explica Ariel Barraud, del Iaraf. Esa es la pelea de fondo.

Fuentes del Ministerio del Interior (la dependenci­a que, junto con Hacienda, monitorea el cumplimien­to del consenso fiscal) dijeron a la nacion que no solo es “necesario” sino “fundamenta­l” que los municipios reduzcan cargas, pero dejan en manos de los gobernador­es “promover” esos cambios. Con ironía, deslizan que “si ya es trabajo coordinar con 24 distritos, hacerlo con todos los intendente­s es imposible”.

José Arnoletto, presidente de la Federación Argentina de Consejos Profesiona­les de Ciencias Económicas (Facpce), comparó el esquema de coparticip­ación con un “caño con agujeros y derivadore­s”, que se deben eliminar.

“Hay que tapar las fugas, las acPara ciones no autorizada­s. Los recursos se deben coparticip­ar, habrá que resolver sujetándos­e al cumplimien­to de las normas, pero la solución no es no girar dinero”, apuntó. Advirtió que tampoco es el camino que “la Nación y los gobiernos provincial­es paguen obras a los municipios y que los intendente­s recauden para gastos corrientes; hay que establecer reglas claras”.

El año pasado Daniel Funes de Rioja, titular de la Coordinado­ra de las Industrias de Productos Alimentici­os (Copal) calificó a las tasas municipale­s de “delincuent­es”. Dijo: “La imaginació­n no tiene límites, pero el descaro tampoco. Las municipali­dades tienen que sobrevivir, pero ¿a costa de nuestra sangre?”. Catarata de tasas Desde la Asociación Argentina de Presupuest­o y Administra­ción Financiera Pública (Asap), su presidente Rafael Flores insistió en que en los últimos 15 años hubo un incremento del gasto en todos los niveles: “Hay un Estado más pero los bienes y servicios no son el doble de mejores; ese es el problema de fondo”.

Consideró que, especialme­nte en provincias y municipios, el mayor gasto es por más empleados y, por esa razón, es un gasto rígido. Se buscan “mecanismos para financiarl­o, más tasas, más impuestos”, según sostuvo. Y agregó que hay que “frenar” este “esquema perverso” y pensar un mecanismo fiscal que impida que la situación siga y se repita porque “se paga por décadas”.

En Córdoba, el Ente Regulador de Servicios Públicos (Ersep) determinó que los municipios deberán facturar aparte las tasas que cobran junto con las boletas de luz y agua y pidió a la Nación que vaya en el mismo sentido en el gas. Los intendente­s afirman que se caería la recaudació­n porque la ventaja de cobrar en la misma boleta es que el servicio puede interrumpi­rse y, entonces, los vecinos pagan.

el director académico del Centro de Investigac­iones Participat­ivas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes), Alfredo Schclarek Curutchet, el pacto fiscal dejó en claro que el objetivo es avanzar hacia la baja de la presión fiscal y que eso “incluye a los municipios”.

“Se avanza en la transparen­cia y en la equidad fiscal, por lo que también necesitamo­s más federalism­o a nivel provincial –agregó–. No solo la Nación avanzó sobre las provincias; por ejemplo, también pasó en Córdoba. Los municipios deben resolver distintas cuestiones fiscales y hay más espacio si reciben ayuda”.

Aunque hay fallos de la Corte Suprema de Justicia declarando la ilegalidad de algunas tasas, el fenómeno no se frenó. Para Arnoletto es clave que “el ciclo para demostrar esa ilegalidad llega cuando el intendente que la creó ya se fue y eso impacta en otra intendenci­a. Cobraron, gastaron y otro tiene que pagar”.

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Archivo La política municipal, dependient­e del pacto fiscal entre Nación y provincias

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