LA NACION

Cine en vivo: la última extravagan­cia de Coppola

El director defiende en su último libro la idea de avanzar con películas en directo, retransmit­idas en salas, de las que ya hizo dos

- Gregorio Belinchón

MADRID.– “Mi punto de vista es el de un director que creció con la televisión en vivo; que tuvo una formación inicial en el teatro, y que ha trabajado toda la vida de guionista, productor y director de cine”. Así arranca Francis Ford Coppola (Detroit, 1939) su último libro, El cine en vivo y sus técnicas (Reservoir Books), publicado en septiembre pasado en EE.UU. y que se edita ahora en español.

En él da rienda suelta a su última pasión y, por qué no, su extravagan­cia final tras una larga y fructífera carrera: películas en vivo, films que se retransmit­en a salas de cualquier parte del mundo según se realizan, recordando, en cierta forma, a los deportes televisado­s. Y como ejemplo, el mismo Coppola, que ya ha ¿emitido, realizado, retransmit­ido? dos películas –en realidad, la misma,

Distant Vision, dos veces– en sendos talleres de cine en el Oklahoma City Community College el 5 de junio de 2015 y en UCLA, en Los Ángeles, el 22 de julio de 2016. “¿Por qué hacer cine en vivo, renunciand­o al control habitual de un cineasta?” Se pregunta el autor del libro y ganador de cinco Oscar. Porque cree que por fin ha logrado una estética cinematogr­áfica y porque entiende que en el público aumenta la emoción cuando sabe que es en directo. “El cine, como el teatro anteriorme­nte, solo es relevante en cuanto a experienci­a que brinda al público”, reflexiona. Y así llega a un ulterior pensamient­o: ahí está la salvación del séptimo arte, la manera de que los espectador­es no renieguen de acudir a las salas. “Tal vez si viéramos a todos preparándo­se para rodar en vivo un programa que no se sabe cómo resultará, tomaríamos conciencia de que es en directo y nos preguntarí­amos, ansiosos, si todo va a salir bien”.

O no. El cineasta descubre algunas de las fallas que ha vivido la televisión en directo. Él mismo sufrió un monumental desastre en 1980, cuando retransmit­ió en directo el anuncio del gobernador de California, Jerry Brown, de su entrada en la campaña presidenci­al. “Fui más allá de mis capacidade­s”. No funcionó el sistema de comunicaci­ón entre Coppola, en el remolque del centro de control, y los cámaras, que solo mostraban “las piernas y los pies de un hombre vistos desde arriba”. George Clooney siempre asegura que el mayor reto de su carrera fue realizar un episodio de Urgencias en directo, por lo intrincado de los movimiento­s de cámaras y actores en esta serie médica. Y encima lo hicieron dos veces: primero para la costa este, pararon, y después repitieron para la costa oeste de EE.UU. por culpa de la diferencia horaria. El pasado domingo, la NBC retransmit­ió en directo una versión íntegra del musical Jesucristo Superstar con John Legend. El 19 de enero de 2017, Woody Harrelson dirigió y protagoniz­ó Lost in London, una comedia que se desarrolla­ba por las calles de la capital británica, y que se retransmit­ió en directo en 500 salas. Pero Coppola va más allá, porque apuesta por cambios de escenarios y planificac­ión de las secuencias como en un largometra­je. Más aún, Distant

Vision es un film –en realidad, mediometra­je– que se desarrolla en los años veinte, y describe la vida de tres generacion­es de la familia Corrado,

alter ego de los Coppola. “Mi guion es muy largo y dista de estar acabado. Se titula Dark Electric Vision y en estos momentos consta de dos obras: Dark

Vision y Elective Affinities. Mi sueño sería producirla­s en un estudio como la CBS Television City”. Y hacerlas en unas únicas seis representa­ciones –por el cambio de zonas horarias– y se vería tanto en salas comerciale­s como en hogares.

El cineasta siempre ha sido un apasionado de las nuevas tecnología­s: al inicio del volumen, hace un alegato encendido a favor del digital. Le viene de familia, ya que recuerda que su padre, músico y flauta en la orquesta de la cadena de televisión NBC, que dirigía Toscanini, vivía fascinado por la innovación tecnológic­a. Cuando el cineasta tenía siete años, un televisor entró por la puerta de su casa. “En 1946 prácticame­nte no había programaci­ón, por lo que me pasaba horas contemplan­do las figuras geométrica­s de las cartas de ajuste, esperando a que comenzara algo”.

De ahí, el director de El Padrino entra a describir la primera Edad de Oro de la Televisión, con directores como Arthur Penn, Sidney Lumet o John Frankenhei­mer, capaces de dar lo mejor en grabacione­s de obras y películas realizadas sin interrupci­ón, de un tirón. Por cierto, a todos ellos en la CBS los apadrinó un realizador, el primer director prodigio de la tele que Lumet y Frankenhei­mer calificaba­n como fascinante, que sin embargo es recordado por otra profesión: Yul Brynner. “La pregunta fundamenta­l sigue siendo si alguien aparte de mí querría hacer cine en vivo”, remata Coppola. “Supongo que la respuesta es sí”.

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Coppola, en un ensayo de Distant Vision

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