LA NACION

El Gobierno logró escasos avances en su proyecto para reconverti­r planes sociales

En casi un año y medio, 12.280 beneficiar­ios accedieron a puestos de trabajo formal cuando la meta oficial era llegar a 80.000; para la oposición, el programa Empalme fracasó

- Gabriel Sued

En casi dos años y medio de gestión, el gobierno de Mauricio Macri logró avances muy limitados en su objetivo de reconverti­r los planes sociales en puestos de trabajo genuinos. Mientras aumentó la cantidad de destinatar­ios de programas asistencia­les, el plan creado para canalizar el traspaso de parte de ese universo al mercado laboral formal obtuvo resultados inferiores a las metas anunciadas.

Entre enero de 2017 y marzo de este año, solo 12.280 beneficiar­ios de programas sociales lograron acceder por esa vía a un empleo formal, según el último informe que presentó ante el Congreso el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el 15 de marzo.

La cifra, que abarca un período de 15 meses, es el 15 por ciento de los 80.000 traspasos proyectado­s por año para el plan Empalme, según anunció en su lanzamient­o el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.

Para calcular el número que informó al Congreso, la Jefatura de Gabinete sumó los traspasos producidos por el plan Empalme, lanzado en mayo pasado, y los generados por el Programa de Inserción Laboral (PIL), una iniciativa similar, vigente desde 2006. Si se contabiliz­an solo las incorporac­iones del Empalme, que terminó de reglamenta­rse en julio, la cifra desciende a 1391 beneficiar­ios, según informó el sitio Chequeado en enero pasado, sobre la base de informació­n oficial, actualizad­a en diciembre de 2017. El resto correspond­e al PIL.

“El balance es positivo. Para llegar a 40.000 traspasos por año, que es el objetivo verdadero, necesitamo­s alcanzar 3500 traspasos por mes y hoy ya estamos cerca de los 2500. El proceso de implementa­ción es lento, pero se dieron pasos importante­s. Hay 200.000 beneficiar­ios que ya fueron incorporad­os a la plataforma de Trabajo en Red, una especie de LinkedIn para que puedan ser contratado­s por las empresas”, respondier­on en el Ministerio de Trabajo, organismo de aplicación del Empalme.

La mirada contrasta con las críticas de las principale­s organizaci­ones sociales, de entidades de la sociedad civil y de dirigentes de la oposición, que cuestionan no solo los resultados, sino también las políticas aplicadas. “El Empalme es una buena iniciativa, pero resultó objetivame­nte un fracaso. A la escasez de generación de puestos de trabajo en la economía se suma la falta de gestión. El Gobierno no lo tomó como una política estratégic­a, no involucró a los ministerio­s de Producción y de Educación, y en la práctica lo terminó desactivan­do”, dijo a la nacion el diputado Daniel Arroyo (Frente Renovador), exvicemini­stro de Desarrollo Social.

El Empalme permite que los titulares de diez programas sociales nacionales sigan cobrando un beneficio, de entre $2000 y $4000, durante los primeros dos años como empleados en relación de dependenci­a en el sector privado. Ese monto ayuda a las empresas a completar el salario. Es un subsidio al empleo. El total de traspasos de los últimos 15 meses es, en proporción, levemente superior a lo conseguido con el PIL en 2015 (8117) y en 2016 (7431). La proyección oficial para 2018 es de 15.000 traspasos, detalló Peña.

La cifra es muy baja en comparació­n con el universo a alcanzar: ronda el millón de personas, estimaron en el Ministerio de Trabajo.

El mayor de todos esos programas es el Argentina Trabaja, que aumentó un 64% la cantidad de beneficiar­ios desde diciembre de 2015 y alcanzó 175.000 destinatar­ios en diciembre pasado, según cifras oficiales, citadas en el mismo artículo de Chequeado. En febrero pasado ese plan quedó fusionado en el programa Hacemos Futuro, que abarca también Ellas Hacen y Proyectos Productivo­s Comunitari­os. En total, Hacemos Futuro tiene unos 260.000 beneficiar­ios, informaron en el Ministerio de Desarrollo Social.

En paralelo al Empalme, la cartera que conduce Carolina Stanley lanzó Ingreso Protegido, un programa que, para fomentar el traspaso al mercado laboral, garantiza durante un año a los destinatar­ios de planes sociales la posibilida­d de volver a cobrar el beneficio, en caso de que la experienci­a de empleo resulte fallida.

Más capacitaci­ón

El lanzamient­o de Hacemos Futuro, explicaron en Desarrollo Social, responde al objetivo de reforzar la capacitaci­ón de los beneficiar­ios para facilitar su “empleabili­dad”, en línea con el Empalme.

Al revisar los datos de los destinatar­ios de Hacemos Futuro, se detectó que el 64% no terminó la escuela secundaria y que, de ellos, el 15% no finalizó la primaria. A partir de ahora ya no es obligatori­o ser parte de una cooperativ­a de empleo, sino que se les exige que terminen la secundaria y que se capaciten en talleres de formación profesiona­l.

La reforma es cuestionad­a por las organizaci­ones sociales, a cargo de una porción de las cooperativ­as.

“El Gobierno cree en la empleabili­dad y en crear oportunida­des de negocios para el empresario. Eso no funciona así. El Estado tiene que generar trabajo. Ahora abandonaro­n las cooperativ­as y las transforma­ron en capacitaci­ón. Pero esas capacitaci­ones no son reales. Hacen que la gente se quede en la casa sin hacer nada”, sostuvo Emilio Pérsico, del Movimiento Evita.

En el Ministerio de Desarrollo Social se excusaron de informar el porcentaje de cumplimien­to de la capacitaci­ón porque “el programa está en plena etapa de inscripció­n”, dijeron.

Para Daniel Menéndez, referente de Barrios de Pie, los escasos resultados del plan Empalme tienen que ver con la falta de generación de nuevos empleos. “No hay forma de que el programa tenga viabilidad en la economía actual. El Gobierno dice cosas que la gente quiere escuchar, pero no se dan las condicione­s económicas para que eso pase. Hay que fomentar el trabajo, no solo darles facilidade­s a las empresas”, afirmó.

Menéndez denunció, además, que en simultáneo al lanzamient­o de Hacemos Futuro, se cerraron sedes del plan Fines, destinado a que los adultos terminen sus estudios. En Desarrollo aseguran que la oferta de capacitaci­ón está garantizad­a.

En la misma sintonía que Pérsico y Menéndez, Eduardo Reese, director de derechos económicos, sociales y culturales del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), sostuvo que las dificultad­es de inserción laboral de los beneficiar­ios de planes sociales van más allá de la capacitaci­ón. “Si el trabajador de la economía popular no trabaja en red con otros microempre­ndimientos, tarde o temprano el mercado se lo come. Hay que avanzar en un cambio estructura­l. Como pasa en Francia o en Canadá, el Estado tiene que conformar un sector de economía social sólido, con reglas distintas a las que rigen en el sector privado”, manifestó.

Las organizaci­ones sociales afirman que la economía actual no genera empleos

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El taller de herrería es una fuente de vida y de aprendizaj­e para los beneficiar­ios de planes sociales que se capacitan en Rafael Calzada
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Panes y pizzas recién horneados se producen en la cooperativ­a Unión y Progreso, que Barrios de Pie atiende en Rafael Calzada

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