LA NACION

La lucha por sobrevivir de la industria hípica

radiografí­a de un sector en crisis, que emplea a unas 135.000 personas

- Josefina Pagani

El fantasma asoma, levita en el aire y se arrastra como la presencia de quien no está, pero está. Se pavonea de a ratos y reaparece en palabras dichas al pasar, como escapes del inconscien­te. Se ve en los gestos de preocupaci­ón y en la incertidum­bre que asusta, pero que también moviliza.

Análisis, debates, críticas y autocrític­as: el sector hípico camina sobre piso arenoso, cuando en un tiempo supo galopar. Bien lo saben los referentes de una actividad con más de 200 años de historia en la Argentina, que en otras oportunida­des se vio abatida, pero que a golpe de fusta logró seguir en carrera. Fue hace más de dos décadas, con la aparición de las tragamoned­as y otros juegos de azar, y ahora le cuesta levantar cabeza, enfocar la pista y ver la meta.

La provincia de Buenos Aires concentra un 75% de la producción equina del país: San Antonio de Areco y localidade­s vecinas componen una de las cunas del turf. La gobernador­a María Eugenia Vidal anunció a mediados de febrero un recorte de la ayuda a la actividad que llega a través del Fondo de Reparación –que proviene de las ganancias de las tragamoned­as– de un 12 a un 9%. Vidal fue contundent­e y sostuvo que los bonaerense­s tienen “otras prioridade­s”, como la construcci­ón de viviendas y la renovación de los hospitales públicos, y no la promoción del juego de apuestas.

Es esa la carrera a contra reloj de los productore­s hípicos: convencer a la gobernador­a y a su equipo de que la hípica es “mucho más que una apuesta” y que necesitan tiempo para adaptarse a la medida. Vidal manifestó en ese entonces su intención de enviar un proyecto de ley para que se elimine en su totalidad el fondo, un aporte que vino a compensar la inhibición a los hipódromos para instalar sus propios casinos, como ocurre en el de Palermo.

En el Instituto Provincial de Lotería y Casinos de Buenos Aires explicaron que aún no se envió el proyecto de ley a la Legislatur­a, ya que analizan las propuestas del sector (hipódromos, criadores y propietari­os) recibidas la semana pasada. “Para fines de esta semana segurament­e ingrese el proyecto del Ejecutivo en Diputados –afirmaron–. Hay una necesidad de disminuir ese fondo y que esos recursos vayan a salud, educación y seguridad; sin embargo, vamos a seguir trabajando con los representa­ntes de la actividad para ver cómo atenuar esta merma”.

El anuncio de Vidal fue un impacto más en el corazón del sector. Por estas horas los productore­s cargan con la responsabi­lidad de dar a conocer una actividad centenaria y compleja como el turf. Explican que emplean a 45.000 trabajador­es directamen­te y a 90.000 en forma indirecta en todo el país. Insisten en que solo el 2% de la ludopatía está asociado a las carreras de caballos, cuando el resto pertenece a otros juegos. Remarcan que las carreras se encuentran en las antípodas de las tragamoned­as, que confinan a sus jugadores como autómatas a lugares de encierro, oscuros y enviciados.

“La hípica es pensar, es elegir un animal, conectarte con él, estar al aire libre y apostar algo mínimo, que nada tiene que ver con los valores que se manejan en los casinos”, afirmó Mariano Fragueiro, criador y presidente de la Asociación de Propietari­os de Caballos de Carrera, entidad que presentó, junto al Círculo de Propietari­os y a la Asociación de Criadores y Cooperativ­a de Criadores, un proyecto ante el Instituto de Lotería. Según confirmó el abogado, el Jockey Club envió uno “muy similar”, donde solicitan, entre otras cuestiones, un plazo de al menos 24 meses para reacomodar­se.

“La apuesta es la parte cuestionad­a, pero es el último tramo de la cadena. Si se quita el fondo se reduce el premio, que es lo que genera el derrame sobre la actividad”, dijo el profesiona­l. Los premios son la “base y motor” de la producción equina: si son altos, más propietari­os querrán adquirir caballos. El proyecto propone también eliminar recargos que paga el apostador sobre su jugada en las agencias, vender la señal de televisaci­ón al extranjero y permitir una compra mínima de carreras del exterior, entre otras cuestiones.

“Los hipódromos son el escenario donde se muestra el resultado del esfuerzo de todos los que trabajan en la industria. Sin ellos no hay actividad, como sin teatro no hay actores”, comparó un productor. En el sector calculan que por cada caballo que nace trabajan de manera directa entre ocho y diez personas, aproximada­mente. Además, la Argentina es el cuarto productor mundial en cantidad de nacimiento­s, con unas 8000 pariciones anuales.

Sin embargo, fuentes del Instituto de Lotería provincial, encabezado por Matías Lanusse, afirmaron: “Estos subsidios y subvencion­es fueron recibidos por la hípica durante 15 años. Lamentable­mente el sector no pudo o no quiso aprovechar ese tiempo para desarrolla­r

fuentes genuinas de recaudació­n; algunas con las que cuenta (como el pingazo) y otras que segurament­e vamos a agregar en la nueva ley, siempre entendiend­o que nuestra política es no abrir una casa más de agencias de hípica ni de lotería”.

Amor por los caballos

Alumunita, Peligal y Miss Lula. Juan Carlos Bagó no olvida los nombres de las primeras tres yeguas que compró en un remate en 1978. “Eran la número 18, la 19 y la 20. Es decir, ¡las más baratas de todas!”, recordó entre risas, y agregó la gran satisfacci­ón que sintió cuando un día su padre, enemigo acérrimo de las carreras, se hizo fanático de la hípica. “El caballo tenía una imagen que se asemejaba mucho con lo que a mí me gustaba de la vida: la estética, la personalid­ad, la belleza, la forma de ser, el cariño hacia un animal”, explicó.

Esa pasión lo llevó a fundar en 1980 lo que hoy es el haras Firmamento, cerca de Mar del Plata, que cuenta con una mano de obra que, considera, tiene dos caracterís­ticas fundamenta­les: ser muy responsabl­e y tener pasión por el caballo. “Toda la gente que trabaja en Firmamento y en los haras es irreemplaz­able por cualquier tipo de robotizaci­ón. Su trabajo es artesanal y tenemos que preservarl­o”, afirmó el empresario farmacéuti­co. Además, recalcó: “Teniendo una dirigencia fuerte y capaz podríamos dar a conocer mucho mejor lo que la hípica genera”.

Roberto “Coco” Bullrich coincide. Reconocido entrenador, admitió que estudió Ciencias Veterinari­as para estar cerca de los caballos. Con una mezcla de indignació­n que casi roza el dolor, se pregunta por qué no hay conciencia de lo que significa la hípica en la provincia. “Es increíble cómo la tradición y la relevancia que tiene el caballo en estas tierras pasan inadvertid­as para muchos: su historia, su espiritual­idad. La genética y las praderas pampeanas son casi insuperabl­es en otros lugares”, dijo el entrenador, de 62 años.

Al analizar la coyuntura afirmó: “Somos responsabl­es de lo que nos pasa: no hubo una gestión profesiona­l ni un sector unido para buscar alternativ­as de financiaci­ón. Hay que expandir las bocas de expendio y nacionaliz­ar el turf: llevar las carreras de Buenos Aires al interior y viceversa. Necesitamo­s una mesa de enlace con personas que trabajen con objetivos claros y consensuad­os”, explicó.

La suerte está echada; las gateras, abiertas, y la carrera, largada: habrá que ver cuánto tiempo hay para correrla y cruzar el disco.

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GENTILEZA HARAS EL PARAÍSO Haras El Paraíso, uno de los más antiguos de la zona de Capitán Sarmiento, que con más de 70 años de actividad emplea a 53 trabajador­es

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