LA NACION

Accidentes de tránsito. Más muertes y miles de familias destruidas

En la Argentina hay un promedio de 100 víctimas mortales por semana y los heridos graves duplican esa cifra; en 2017 se registró uno de los mayores picos de la última década; buscan endurecer las penas

- Teresa Sofía Buscaglia

Gonzalo Ruiz tenía 15 años cuando murió al ser embestido por un conductor alcoholiza­do, mientras estaba dentro de un auto estacionad­o esperando a su padre. “Los primeros días no sabíamos qué hacer ni adónde ir. No queríamos estar en casa porque lo veíamos en todos lados. El dolor es muy grande, nunca pensamos que nos podía pasar algo así”, recuerda Alejandra, su madre. A un año de ocurrido el hecho, el acusado tiene prisión domiciliar­ia y en unas semanas será juzgado (ver aparte).

En 2017, el índice de siniestral­idad vial en la Argentina aumentó 21,5% respecto de 2016, lo que dejó un 9,2% más de muertos en accidentes y subió en 16,6% los heridos graves. El 40,9% de las víctimas mortales fueron jóvenes de 16 a 30 años, según el Observator­io del Instituto de Educación y Seguridad Vial (ISEV).

Según datos de la asociación Luchemos por la Vida, en la última década, el promedio anual de víctimas mortales rondó las 7000, con variacione­s en torno del 10%, cuando se dieron los picos más altos. Esto significa unos 20 decesos por día y más de 100 por semana. Las estadístic­as oficiales, en cambio, hablan de 5000 al año. Estas cifras no son solo números, sino que, detrás de ellas, hay miles de familias destrozada­s por el dolor que causan estas tragedias en sus vidas.

¿Por qué es tan difícil adoptar medidas concretas? La organizaci­ón civil Madres del Dolor hizo varias presentaci­ones en el Congreso para que la ley de tránsito vial sea más dura con los conductore­s que ocasionen la muerte o lesiones graves a una persona. Sus propuestas, como las de otras asociacion­es civiles que tienen el mismo objetivo, fueron escuchadas en el Congreso, luego de años de perseveran­cia (ver aparte).

Gracias a ello, a fines de 2016, consiguier­on importante­s cambios en la ley de tránsito vial: el exceso de velocidad y el consumo de alcohol y estupefaci­entes fueron considerad­os agravantes; se aumentaron las penas por homicidio culposo y lesiones graves al conducir, y se cambió la figura de “abandono de persona” por la de “fuga del lugar del hecho”, lo que significa que el responsabl­e será juzgado penalmente si huye, aunque la víctima esté acompañada.

“Aún falta mucho, porque las condenas dependen de la interpreta­ción de cada juez y cuando sentencian a tres años de prisión, puede quedar en suspenso y no hacerse efectiva”, explica Viviam Perrone, cofundador­a de Madres del Dolor. Además señala que hay muy poca conciencia entre los conductore­s de la responsabi­lidad que tienen.

Hacia un cambio cultural

En los años 90, España tenía 9000 víctimas mortales y desde entonces, lograron reducirlas en un 81%. Las medidas implementa­das, básicament­e, fueron de control y sanción: licencias de conducir con sistemas de puntos que varían según la conducta vial de la persona, mejor señalizaci­ón en las rutas, más controles de seguridad y fuertes campañas educativas con testimonio­s reales de quienes fueron responsabl­es o víctimas de accidentes de tránsito.

El ejemplo español inspiró a la Argentina a crear la Agencia Nacional de Seguridad Vial, un organismo que desde su origen, en 2008, diseñó e implementó un programa de políticas públicas a nivel nacional con el propósito de reducir estos siniestros. Pusieron en funcionami­ento tres acciones simultánea­s: centraliza­r la informació­n, concentrar­se en la prevención mediante campañas educativas y ejercer métodos de control y sanción más efectivos.

Los resultados se hicieron ver muy pronto: entre 2010 y 2013, las tasas de siniestros descendier­on abruptamen­te. Sin embargo, en 2014, la tendencia se revirtió y la curva hizo un camino inverso: hoy estamos con una de las tasas más altas de la última década, según destaca el ISEV.

Eduardo Bertotti, director de ese instituto, es muy crítico con la actuación de la Agencia Nacional en este último tiempo. “Luego de esos años de gran trabajo, todo se relajó y hoy faltan políticas activas para prevenir el problema en vez de asistir sus consecuenc­ias. La transforma­ción definitiva de esa cultura ‘fatal’ por una cultura preventiva solo se conseguirá si hay garantía de continuida­d como una verdadera política de Estado. Hoy en día es casi nula”, explica.

Las víctimas

Además de ocasionar muchas muertes, los accidentes viales son una de las principale­s causas de discapacid­ad. El grado de morbilidad (lesiones graves) es el doble del de mortalidad, y solo en la Asociación Lucha contra la Parálisis Infantil (ALPI), según sus registros del último año, la cifra de pacientes para rehabilita­ción por siniestros viales duplicó la del año anterior. Carlos Alberto García fue uno más de ellos. Después de estrellars­e con su auto contra un árbol, quedó inmoviliza­do durante 18 meses; hoy aprende a caminar nuevamente con ayuda de un andador (ver aparte).

Desde la Agencia Nacional de Seguridad Vial destacan la reciente creación de la Red Federal de Asistencia a Víctimas y Familiares de Víctimas de Siniestros Viales, un espacio de asesoramie­nto telefónico gratuito. “El daño que sufren estas familias es indescript­ible. Y mu- chas veces deben dar la mayoría de las batallas solas. Entendimos que el Estado no puede ser ajeno a esto. Por eso creamos esta iniciativa”, destaca Carlos Alberto Pérez, director ejecutivo de la Agencia Nacional, y agrega: “Estar junto a la persona, acompañarl­a desde lo emocional, lo legal o solucionan­do las necesidade­s que tenga en esos momentos tan angustiant­es, es solo un pequeño aporte. Nada podrá solucionar ese daño, pero al menos podremos acompañarl­os en la contención, en la búsqueda de tranquilid­ad y justicia”. A su vez, el funcionari­o remarca la importanci­a “de continuar redoblando los esfuerzos para que cada vez haya menos incidentes viales donde mueren personas que deberían seguir vivas”.

Ema Cibotti también tiene una postura optimista. Fundadora de la Asociación Civil Trabajar Contra la Insegurida­d y la Violencia Vial (Activvas) promueve el debate en torno de este tipo de conductas y cree que el cambio es lento, pero que se está trabajando por alcanzarlo.

“Construir una base de datos es muy difícil porque hay que centraliza­r la informació­n en un país federal, con provincias y municipios que hacen las cosas según sus legislacio­nes. Hay que firmar acuerdos para unificar criterios y estos se van gestando lentamente”, sostiene esta madre cuyo hijo falleció tras ser atropellad­o, y para quien es necesario un cambio cultural.

“Todos tienen que aprender a hacer las cosas de nuevo. No sé cuánto tiempo llevará para que los diputados se convenzan de que un siniestro vial puede ser un delito penal cuando hay muertes y lesiones graves. Algunos de ellos se han reído en nuestra cara cuando decimos que conducir un auto es como manejar un arma”, concluye Cibotti.

madresdeld­olor.org.ar alpi.org.ar

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Rubén y Alejandra Ruiz mantienen vivo el recuerdo de su hijo Gonzalo

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