LA NACION

Por una ciudad inclusiva y sustentabl­e

- Franco Moccia

Salir todas las mañanas con el auto, tomar la autopista y manejar alrededor de una hora hasta el trabajo. La vida cotidiana pensada a fines de los 70 partía de la premisa de una ciudad con compartime­ntos estancos: barrios adonde solo se iba a trabajar, como el microcentr­o; zonas donde se vivía, como Villa Urquiza, y áreas donde solo se podían afincar las actividade­s industrial­es, como La Boca o Barracas, todas interconec­tadas por autopistas, con poca o nula conexión con el transporte público y de espaldas al río.

Hoy Buenos Aires, como otras ciudades del mundo, vive otra realidad: el área del Bajo porteño comienza a ser una opción para vivir gracias a las mejoras en la calidad de vida que generan las medidas de prioridad peatonal y espacios verdes; la actividad gastronómi­ca tiene un nuevo polo en Villa Urquiza, que suma puestos de trabajo y movilidad social y turística al barrio; La Boca y Barracas se convierten en áreas atractivas para vivir por su conectivid­ad, mientras que el transporte público y la recuperaci­ón de la ribera vuelven al centro de la escena en tiempos de búsqueda de eficiencia y sustentabi­lidad ambiental. Este cambio que se da en los hechos no tiene su correlato en la legislació­n: el código urbanístic­o, que plantea las reglas sobre cómo se desarrolla la ciudad, es de 1977, mientras que el código de edificació­n, que caracteriz­a con qué se construye, es de 1943. Leyes que rigen sobre la vida de los vecinos de hoy, con las necesidade­s, costumbres y valores de hace más de 40 años, en el mejor de los casos.

Por esa razón, desde hace casi dos años trabajamos codo a codo en cada comuna, con cada organizaci­ón profesiona­l, con académicos y vecinos para pensar juntos la legislació­n adecuada para la visión de ciudad que sostenemos y construimo­s a diario: diversa, respetuo sa del ambiente, responsabl­e con su patrimonio histórico y cultural y comprometi­da con el desarrollo de los más vulnerable­s.

Así nacen los proyectos de códigos a los que la Legislatur­a terminará de dar forma con el debate e intercambi­o. Ambos parten de la premisa de que la ciudad es por y gracias a los vecinos. Ninguna ley con perspectiv­a de futuro puede centrarse en otra cosa que no sean los habitantes de Buenos Aires. De ahí la importanci­a de regular la altura, para que los vecinos que viven en zonas de edificios bajos no pierdan su paisaje e identidad. También, de medidas que alienten la diversidad, como quitar la definición de género para los baños públicos, para que ningún habitante de la ciudad se sienta discrimina­do en una instancia tan cotidiana. Los vecinos de Buenos Aires están cada día más comprometi­dos con el cuidado del ambiente, por lo que incorporam­os medidas enfrentar los efectos del cambio climático, como los techos verdes y los tanques que demoran el escurrimie­nto del agua hacia los pluviales. Además, dar lugar a la necesidad de reconocer como barrios las villas de la ciudad, para que los vecinos que allí viven se desarrolle­n con los mismos derechos y obligacion­es que el resto de los habitantes de Buenos Aires.

Los nuevos códigos nos permitirán alinear la legislació­n con la visión y los valores de los vecinos de hoy, y asegurar la previsibil­idad y sustentabi­lidad de la ciudad por al menos los próximos 50 años. La Legislatur­a tiene en sus manos dar el debate final para que podamos seguir avanzando hacia la Buenos Aires inclusiva, innovadora y sustentabl­e por la que trabajamos día a día.

Ministro de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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