Por una ciudad inclusiva y sustentable
Salir todas las mañanas con el auto, tomar la autopista y manejar alrededor de una hora hasta el trabajo. La vida cotidiana pensada a fines de los 70 partía de la premisa de una ciudad con compartimentos estancos: barrios adonde solo se iba a trabajar, como el microcentro; zonas donde se vivía, como Villa Urquiza, y áreas donde solo se podían afincar las actividades industriales, como La Boca o Barracas, todas interconectadas por autopistas, con poca o nula conexión con el transporte público y de espaldas al río.
Hoy Buenos Aires, como otras ciudades del mundo, vive otra realidad: el área del Bajo porteño comienza a ser una opción para vivir gracias a las mejoras en la calidad de vida que generan las medidas de prioridad peatonal y espacios verdes; la actividad gastronómica tiene un nuevo polo en Villa Urquiza, que suma puestos de trabajo y movilidad social y turística al barrio; La Boca y Barracas se convierten en áreas atractivas para vivir por su conectividad, mientras que el transporte público y la recuperación de la ribera vuelven al centro de la escena en tiempos de búsqueda de eficiencia y sustentabilidad ambiental. Este cambio que se da en los hechos no tiene su correlato en la legislación: el código urbanístico, que plantea las reglas sobre cómo se desarrolla la ciudad, es de 1977, mientras que el código de edificación, que caracteriza con qué se construye, es de 1943. Leyes que rigen sobre la vida de los vecinos de hoy, con las necesidades, costumbres y valores de hace más de 40 años, en el mejor de los casos.
Por esa razón, desde hace casi dos años trabajamos codo a codo en cada comuna, con cada organización profesional, con académicos y vecinos para pensar juntos la legislación adecuada para la visión de ciudad que sostenemos y construimos a diario: diversa, respetuo sa del ambiente, responsable con su patrimonio histórico y cultural y comprometida con el desarrollo de los más vulnerables.
Así nacen los proyectos de códigos a los que la Legislatura terminará de dar forma con el debate e intercambio. Ambos parten de la premisa de que la ciudad es por y gracias a los vecinos. Ninguna ley con perspectiva de futuro puede centrarse en otra cosa que no sean los habitantes de Buenos Aires. De ahí la importancia de regular la altura, para que los vecinos que viven en zonas de edificios bajos no pierdan su paisaje e identidad. También, de medidas que alienten la diversidad, como quitar la definición de género para los baños públicos, para que ningún habitante de la ciudad se sienta discriminado en una instancia tan cotidiana. Los vecinos de Buenos Aires están cada día más comprometidos con el cuidado del ambiente, por lo que incorporamos medidas enfrentar los efectos del cambio climático, como los techos verdes y los tanques que demoran el escurrimiento del agua hacia los pluviales. Además, dar lugar a la necesidad de reconocer como barrios las villas de la ciudad, para que los vecinos que allí viven se desarrollen con los mismos derechos y obligaciones que el resto de los habitantes de Buenos Aires.
Los nuevos códigos nos permitirán alinear la legislación con la visión y los valores de los vecinos de hoy, y asegurar la previsibilidad y sustentabilidad de la ciudad por al menos los próximos 50 años. La Legislatura tiene en sus manos dar el debate final para que podamos seguir avanzando hacia la Buenos Aires inclusiva, innovadora y sustentable por la que trabajamos día a día.
Ministro de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires