Una noche de regresos y nuevas mutaciones
★★★★ muy bueno. músicos: Adrián Dárgelos (voz), Diego Rodríguez (voz, guitarras, percusión), Mariano Domínguez (guitarras), Tuta Torres (bajo), Diego Tuñón (teclados), Diego Panza Castellano (batería) y Carca (percusión). funciones: viernes y sábado, en el Estadio Obras.
Fueron dos temporadas en las que la banda babasónicos le entregó su vida a un costado más acústico, introspectivo y de revisión total de su repertorio. Con Impuesto de fe –y su reverso, Repuesto de fe– la banda que tras cada etapa da vuelta los bolsillos para que en ellos no quede ninguna moneda, ninguna señal de su pasado inmediato, se dio el placer de explorar largo y tendido en otras sonoridades. Por eso la noche del viernes, de cielo plomizo y amenazante, tuvo el sabor y el valor de un reencuentro. O dos. el de babasónicos con su cara más eléctrica, rockera y desfachatada; y el de la banda con el estadio Obras, ese viejo templo del rock que volvió a respirar, a latir y a mostrar su mejor cara.
el show arranca su recta final. atrás quedó un comienzo dubitativo y un extenso y muy logrado pasaje en el que adrián dárgelos (voz), diego rodríguez (voz, guitarras, percusión), Mariano domínguez (guitarras), Tuta Torres (bajo), diego Tuñón (teclados), diego Panza Castellano (batería) y Carca (percusión) se lucen como cowboys espaciales, viajan a un lejano oeste ficticio y despliegan un arsenal de clásicos –y un nuevo clásico, es cierto–.
“Fizz”, “desfachatados”, “el maestro”, “Pendejo” y “el ídolo” esconden un mismo propósito. Como en una fiesta de disfraces, la banda se enmascara detrás de estas gemas y juega el juego que mejor conoce: el de la fantasía.
decíamos que el último tramo estaba por empezar y es el momento que elige adrián dárgelos –si algo le faltaba a este frontman de las mil caras era lucir una barba a años luz del hipster, pero a la vuelta de la esquina de Cristo– para hablar con el público. “ustedes saben que quiero más de ustedes, que no me conformo con nada, ni siquiera con todo”. dicho esto, los “siete magníficos” arremeten con precisión quirúrgica. Y lo hacen con “La lanza” e “ideas”.
Los shows de babasónicos son ricos en anécdotas, en particularidades y hasta en jeroglíficos que solo logran descifrar los fanáticos de posgrado. Pero hoy dárgelos se encarga de “hacerla fácil”. antes de soltar la primera estrofa de “Fan de scorpions” aclara que hace muchísimos años que no tocan esta canción y que cree que Obras fue el último escenario que la escuchó. inmediatamente, y como si nos invitara a probar del fruto prohibido, nos lanza aquello de “atrévete a viajar conmigo”. Mientras nos disponemos a hacerlo, nos impacta de frente: “La música no tiene mensaje, la música no tiene moral. La música no tiene mensaje y sin embargo te lo da”.
Viajes en el tiempo
una pantalla panorámica envuelve a los siete integrantes de la banda y aporta el complemento que requieren las superficies de placer esparcidas en el estadio Obras. Ya en el inicio babasónicos nos transporta a 1950, al Crown Hall de Chicago, la obra maestra del arquitecto alemán Mies van der rohe. rectángulo puro, es considerado uno de los emblemas del Movimiento Moderno. Y hoy sirve como punta de partida de una puesta que incluye imágenes del Mayo Francés –durante “Fiesta popular”–, una antigua filmación de un auto de carrera en el circuito francés de Paul ricard, y un rojo furioso, endemoniado, que devuelve la imagen más incandescente de babasónicos.
a la hora de los bises, adrián dárgelos y los suyos se desmarcan de los lugares comunes. Claro que aquí a nadie sorprenden, si llevan una vida haciéndolo. Toman una canción del vivo Luces, una de su segundo disco, Trance Zomba, y otra de Anoche. en ese triángulo final que componen “Confundismo”, “Patinador sagrado” y “así se habla” se establece la intrincada geometría de babasónicos: lo que se ve no es siempre lo que se muestra y lo inasible... Lo inasible es ley.