LA NACION

Reparación con sello peronista

- Jorge Liotti

La jornada de ayer pareció una metáfora perfecta del cambio político y social que se está produciend­o en forma subterráne­a en la Argentina. Mientras un sector del peronismo se disputaba con modos patéticos la sede histórica del partido –desde hace tiempo vaciada de actividad y de contenido–, el macrismo explicaba su plan para expropiar terrenos y legalizar la situación de quienes habitan en villas y asentamien­tos. Luis Barrionuev­o y José Luis Gioja peleaban por un edificio simbólico, sin advertir que en ese mismo momento se les estaban colando por el galpón del fondo con un anuncio de neto corte peronista.

similar había ocurrido en la elección del año pasado, cuando mientras se dirimía la interna entre kirchneris­mo y peronismo tradiciona­l, Cambiemos perforaba históricos bastiones del PJ para ganar por primera vez en sectores marginales a los que hasta entonces nunca había accedido. El conurbano fue testigo de esta mutación.

Después de conseguir allí un buen caudal de votos, el Gobierno busca consolidar­se en esos sectores sociales desde una actitud simbólica muy fuerte, como es conceder el acceso legal a una vivienda. Una apelación emotiva al Juan Perón distributi­vo.

El nuevo plan del Gobierno, que tiene a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, como figura central, persigue un objetivo de reparación para 3,5 millones de personas que desde hace años están en una situación de extrema precarieda­d. Ya pasó mucho tiempo desde que el macrismo desistió de su vieja idea de relocaliza­r las villas y adoptó el concepto menos controvert­ido de la urbanizaci­ón. El espíritu reformista del presidente Mauricio Macri siempre fue moldeado por su naturaleza pragmática.

La iniciativa exhibe un gesto muy fuerte hacia las organizaci­ones sociales, con las que viene trabajando desde hace un año y medio en el censo de los asentamien­tos, y que en los últimos meses habían adoptado un mensaje francament­e crítico hacia la Casa Rosada.

El vínculo de esas agrupacion­es con Stanley y con el omnipresen­te Mario Quintana nunca se cortó, ni siquiera en los peores momentos de la relación. Y eso le permite aho ra a la Casa Rosada exhibir una medida ante quienes la cuestionan por “gobernar para los ricos”. Mucho más después de la interminab­le secuencia de aumentos tarifarios que repercutie­ron fuertement­e en las clases medias y bajas, y que generaron inusuales reacciones entre los socios del radicalism­o y de la Coalición Cívica.

Es un mensaje que además aspira a ser interpreta­do en el Vaticano, de donde siempre surgen versiones oficiosas sobre la preocupaci­ón del Papa por la falta de sensibilid­ad social del macrismo. Lentamente parece recuperars­e cierta sintonía entre Macri y Francisco, quien casualment­e tiene entre sus predilecta­s a Stanley. En eso el Pontífice coincide con su detractor Jaime Durán Barba, quien proyecta para la ministra un futuro electoral importante.

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