LA NACION

Expropiará­n tierras de villas y harán propietari­os a sus habitantes

El proyecto abarca 4228 asentamien­tos precarios de todo el país, en donde viven 3,5 millones de personas; es el primer paso de un plan de urbanizaci­ón

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El proyecto de ley, que ingresará en la Cámara de Diputados “en los próximos días”, es parte de un proceso que comenzó en agosto de 2016, con el relevamien­to de todos los barrios. Desde ese momento se identifica­ron y visitaron todos los asentamien­tos para realizar un censo. Incluso, las entrevista­s, según explicaron fuentes oficiales, fueron realizadas por los vecinos de los barrios en ciudades de más de 10.000 habitantes.

De ese relevamien­to surgió que el 78,5 por ciento de los barrios populares tienen baja densidad, es decir que viven menos de 150 familias y los trazados urbanos tienden a ser regulares y planificad­os, mientras que en el 21,5% restante es donde está aglomerada la mayor cantidad de gente y las viviendas están construida­s con materiales precarios.

Con 1656 barrios populares identifica­dos, la provincia de Buenos Aires será el distrito más beneficiad­o; pero si se discrimina el conurbano –en total 30 partidos– junto con la Capital, el número alcanza 1132. Le siguen Santa Fe (333), Chaco (264), Mendoza (217) y Tucumán (186). En la otra punta aparecen La Pampa (4) y Santa Cruz (5).

Durante el trabajo, que duró un año y medio, también participar­on organizaci­ones sociales como la Confederac­ión de Trabajador­es de la Economía Popular (CTEP), cuya cara visible es Juan Grabois; Barrios de Pie, Techo y Cáritas Argentina. Desde el Gobierno, con Stanley a la cabeza, también trabajó en el proyecto el titular de la Agencia de Administra­ción de Bienes del Estado (AABE), Ramón Lanús, todo bajo el monitoreo del vicejefe de Gabinete Mario Quintana.

Cerca de Stanley también descartaro­n que esto provoque una toma masiva de terrenos en todo el país. “Solo se trabajará con los barrios populares existentes al 31 de diciembre de 2016. No hay margen para nada más”, dijo uno de los principale­s colaborado­res de la ministra.

En el Gobierno confían que el proyecto será acompañado por gran parte de la oposición. “Nadie se puede oponer… Si alguien vota en contra, queda expuesto a que Macri lo corra por izquierda”, dijeron, con humor, fuentes oficiales. Otro de los argumentos que utilizará el oficialism­o para asegurarse los votos en el Congreso es que la medida suspende por dos años los desalojos.

En caso de aprobarse la ley, intervendr­á la AABE. El organismo que administra los bienes del Estado deberá individual­izar los inmuebles a expropiar, realizar las tasaciones e iniciar los juicios de expropiaci­ón. Pero lo más destacado es que deberá establecer “un marco regulatori­o especial para la regulariza­ción dominial de las viviendas”.

Una vez que se apruebe la ley, el Gobierno estaría en condicione­s de emitir un certificad­o de propiedad, lo que les permitiría a los ocupantes de esos inmuebles fijar un domicilio. Una vez finalizado el trámite se otorgará el título de propiedad.

“Se trata de una reparación histórica. Es un paso transforma­dor”, definieron fuentes cercanas a la responsabl­e de Desarrollo Social. La cita, que no es inocente, asemeja el proyecto de ley al Plan de Reparación Histórica para los jubilados, que ideó Quintana.

No será una tarea sencilla. En el Gobierno descuentan que habrá resistenci­a, sobre todo de los propietari­os particular­es.

En ese segmento identifica­n tres variables: los que cansados de reclamar ante la Justicia por terrenos usurpados desde hace años acepten la oferta; los propietari­os que decidan donar las propiedade­s a cambio de la condonació­n de deudas por el pago de impuestos –según fuentes oficiales son varios los que se comprometi­eron–, y los que rechacen la norma y judicialic­en el tema.

“Esto va a llevar tiempo, pero la ley va a tener un impacto directo y le permitirá al Estado invertir en inmuebles en los que hasta ahora no puede entrar”, anticiparo­n fuentes oficiales. ¿Cuánto tiempo? “Esto puede demorar años”, admitieron.

Para este trabajo el Gobierno encuestó a 1.938.440 personas (se visitaron 514.850 casas), aunque los números no son definitivo­s, ya que alcanzan solo al 60% de los terrenos que el Gobierno busca expropiar.

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