LA NACION

Entrador, audaz y con una modesta formación académica

El financista atraía amigos y famosos con inversione­s de altísimo rendimient­o

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Enrique Blaksley, de 52 años, es el hijo mayor de una familia de 14 hermanos criados a metros de la Catedral de San Isidro y fundador de Hope Funds, un pulpo financiero que llegó a manejar millones e inversione­s de una enorme red de contactos que incluye amigos y parientes.

Entrador, audaz y sin otra formación académica que el paso por el bachillera­to del colegio El Salvador, Blaksley se embarcó en este negocio en 1989, cuando advirtió que los numerosos ejecutivos de cuentas que le reportaban en la compañía asegurador­a donde trabajaba podían también vender otro tipo de productos financiero­s. Se convirtió así en el mejor de todos y en el demiurgo de una empresa que, bajo la tutela de esa asegurador­a, con la que tiene contrato a través de la firma Hope Funds Team Investment, ofrecía a los ahorristas una cartera diversific­ada en economía real, que podía ir de hoteles a restaurant­es o barrios cerrados.

Su emporio es desde entonces la historia de un proyecto que salió mal. Blaksley acumula denuncias en la Justicia –una por presunto lavado y evasión y otras tres por defraudaci­ón o estafa– y más de un centenar de clientes le reclaman lo más elemental de una inversión: cobrar al menos el capital de lo que se destinó a los proyectos. Para inversores reacios a blanquear el origen de sus ingresos parecía en un principio el paraíso terrenal. Hope Funds es lo que el mercado financiero conoce como private equity funds, emprendimi­entos que, por fuera de la regulación estatal pero sin cruzar la frontera de la ley, ofrecen a los ahorristas tasas imposibles para el circuito formal.

Las caracterís­ticas del caso –que involucra a artistas, gente del mundo del polo y del espectácul­o, parientes del propio dueño del grupo y ejecutivos de empresas de primera línea– lo dejan por ahora lejos de las metáforas que han elegido sus enemigos: parece algo exagerado decir que Blaksley es “el Bernard Madoff argentino”, aquel estafador que terminó preso luego de engañar a las autoridade­s de los Estados Unidos.

Lo más probable es que se trate de un caso menos sofisticad­o: decisiones tomadas con irresponsa­bilidad, ambición y escasa experienci­a en banca privada.

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