LA NACION

Un costoso proyecto ferroviari­o que merece mayores estudios

La difícil situación fiscal y el alto endeudamie­nto público tornan imperiosa una fundamenta­da asignación de inversione­s con recursos o garantías estatales

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El 13 de marzo pasado el gobierno nacional convocó a un numeroso grupo de representa­ntes de empresas desarrolla­doras y fondos de inversión para presentarl­es el proyecto Red de Expresos Regionales (RER) e invitarlos a invertir en él bajo el esquema de participac­ión público-privada (PPP). Este proyecto comprende un mejoramien­to del sistema ferroviari­o metropolit­ano, y la prolongaci­ón bajo tierra de las líneas férreas que llegan a Constituci­ón, Retiro y Once, conectándo­las entre sí y dándoles continuida­d a los tráficos que atraviesan la ciudad de Buenos Aires. Estas líneas así prolongada­s compartirí­an una gran estación subterráne­a debajo del Obelisco. Además habría otra estación cercana al Correo Central para la interconex­ión Once-Retiro.

No puede objetarse la necesidad de modernizar el sistema ferroviari­o metropolit­ano. Responde a una correcta política de satisfacer los tráficos masivos de personas mediante sistemas electrific­ados de mayor capacidad. En este sentido, debe ponderarse positivame­nte una parte relevante del programa, como la electrific­ación del FC San Martín hasta Pilar, la construcci­ón de pasos a distinto nivel en sustitució­n de barreras, la renovación de vías y de controles, así como el reemplazo de sistemas eléctricos de alimentaci­ón, entre otras mejoras. Estas inversione­s permitirán reducir los tiempos de viaje, aumentar el confort, la seguridad y la capacidad.

Sin embargo, su programaci­ón debería ser cuidadosam­ente priorizada, evitando avanzar en proyectos de muy elevado costo e insuficien­tes beneficios. En este sentido, llamamos la atención sobre el proyecto RER, que dedica su inversión más relevante a la interconex­ión de líneas férreas en túnel en el centro de Buenos Aires. Solo la obra civil de este componente demandará alrededor de 3500 millones de dólares.

El proyecto RER, con la interconex­ión bajo nivel de líneas ferroviari­as, fue originalme­nte concebido en el Estudio Preliminar de Transporte de la Región Metropolit­ana, elaborado en 1972. La directriz de desarrollo urbano de aquel estudio era un crecimient­o lineal de la urbe sobre un eje noroeste-sudeste, paralelo a la costa del Río de la Plata. Por lo tanto, tenía sentido imaginar un trazado de líneas ferroviari­as continuas a lo largo de aquel eje. La realidad posterior mostró una expansión urbana no lineal sino radial, con flujos de tráfico que contienen una proporción exigua de viajes pasantes en el sentido de aquel supuesto eje. Por otro lado, las tres terminales ferroviari­as de la ciudad ya están interconec­tadas por líneas de subterráne­os que, con inversione­s de escasa magnitud, admiten incremento­s de frecuencia y por lo tanto de capacidad. Estas líneas de metro disponen de estaciones en suficiente cantidad y proximidad para satisfacer los destinos finales de viajes que se completen con cortos desplazami­entos de a pie.

Los nuevos y costosísim­os tramos en túnel del RER permitiría­n evitar trasbordos solo a quienes atraviesen enterament­e la ciudad, o a los que viajen a destinos cercanos a la futura Estación Obelisco o a la de Correo Central (si vinieran de Once). Pero el tráfico pasante es inferior al 5% del total que llega a las terminales.

El RER fue calificado como Proyecto de Inversión Prioritari­o y, por lo tanto, en el presupuest­o nacional está ubicado “debajo de la línea” y no fue oportuname­nte sometido a una evaluación económica previa. No se ha hecho público un estudio de factibilid­ad económico-financiero y solo han trascendid­o algunos análisis en los que se estiman beneficios sociales, basados en los ahorros por absorber viajes que hoy se realizan en colectivo y en automóvil particular y valuando además las reduccione­s de contaminac­ión. En estos estudios no se ha analizado a título de proyecto alternativ­o el mejoramien­to de la red ferroviari­a existente sin la construcci­ón de los túneles. Debiera contemplar­se esta posibilida­d por cuanto los beneficios son asignables en una proporción mucho mayor a las demás mejoras en el sistema ferroviari­o que a los costosísim­os túneles de interconex­ión del RER.

El financiami­ento de esta enorme inversión no se apoyará en los ingresos obtenidos por el concesiona­rio o contratist­a, a quien se desvincula­rá de ese riesgo. El sistema de PPP aplicado en este caso recurrirá a un fondo alimentado por un impuesto al gas oil. De ahí provendrán los fondos aplicados a un fideicomis­o que emitirá los bonos con los que se pagará al contratist­a la totalidad de los costos de construcci­ón y de operación. Los riesgos serán mitigados totalmente por el Estado, incluidos los de construcci­ón, demanda, conversión de moneda, tipo de cambio, riesgo país, riesgo político y otros. Se trata, en definitiva, de inversión pública y no de riesgo privado. El destino de esos recursos podría tener como alternativ­a otras inversione­s ferroviari­as de mayor rentabilid­ad e impacto en actividade­s productiva­s del interior del país o en puertos, escuelas u hospitales.

Debido a que el Estado mitigará todos los riesgos, la empresa privada que contrate el proyecto carecerá del incentivo de ofrecer servicios de la mayor calidad posible para atraer más demanda. La experienci­a histórica indica que, en esas circunstan­cias, tanto los costos de operación como los de inversión suelen resultar mayores que lo previsto.

Ya que se trata de inversione­s que recurren a fondos públicos, es necesaria una planificac­ión que asegure el uso de los escasos recursos de forma de optimizar sus beneficios económicos y sociales. La muy comprometi­da situación fiscal y el peligroso endeudamie­nto público hacen más imperiosa una eficiente y fundamenta­da asignación de aquellas inversione­s que utilicen recursos o garantías del Estado.

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