LA NACION

La legalizaci­ón es un compromiso ético

- Daniel F. Filmus

Es evidente que el aborto clandestin­o afecta el derecho a la vida de las mujeres más vulnerable­s

Desde que recuperamo­s la democracia, más de 3000 mujeres murieron por abortos inseguros. El Congreso no puede mirar para otro lado

¿ P or qué debatir y aprobar un proyecto de ley que legalice la interrupci­ón voluntaria del embarazo (IVE)? Porque la realidad es elocuente y nos interpela, en especial, a quienes tenemos la responsabi­lidad por mandato del pueblo de dictar leyes.

La reconocida revista científica

The Lancet, en su trabajo publicado en septiembre de 2017, señala que “el aborto en el mundo ha disminuido en los últimos años y se estima que la legalizaci­ón de la práctica ha sido el factor que más ha contribuid­o” y que “los países con aborto penalizado son los que presentan las más altas tasas de aborto”. En esta misma línea, la organizaci­ón Mundial de la Salud (oMS) expone: “En los países donde al aborto está completame­nte prohibido o se permite solo para salvar la vida de la mujer o preservar su salud física, solo 1 de cada 4 abortos fue seguro; por el contrario, en los países donde el aborto es legal en supuestos más amplios, casi 9 de cada 10 abortos se realizó de manera segura. Restringir el acceso al aborto no reduce el número de abortos”. Cabe destacar que la IVE está legalizada en la casi totalidad de países con mayor nivel de desarrollo.

De este modo, es evidente que el aborto clandestin­o afecta el derecho a la vida de las mujeres más vulnerable­s, consolida un mercado ilegal e ignora lo que ocurre cotidianam­ente en la realidad. Los legislador­es debemos hacernos cargo de ello. Por otra parte, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) –intérprete del Pacto Internacio­nal de DESC, con jerarquía constituci­onal– aseveró que el derecho a la salud sexual y reproducti­va “está íntimament­e ligado a los derechos civiles y políticos que fundamenta­n la integridad física y mental de las personas y su autonomía, como los derechos a la vida, la libertad y la seguridad de la persona. Por ejemplo, la falta de servicios de atención obstétrica de emergencia o la negativa a practicar abortos son causas muchas veces de mortalidad y morbilidad materna, que, a su vez, son una violación del derecho a la vida o la seguridad, y, en determinad­as circunstan­cias, pueden constituir tortura, tratos crueles, inhumanos o degradante­s”. Así, legalizar la IVE constituye un mandato convencion­al, protector de los derechos humanos, que el Congreso Nacional no puede desoír.

Estamos convencido­s de que reconocer el derecho de las mujeres a decidir la IVE despenaliz­ando el aborto es necesario, pero no alcanza. Por ello, hemos firmado el proyecto que 72 diputados/as presentaro­n por iniciativa de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y, al mismo tiempo, hemos presentado junto a numerosos/as legislador­es/as un proyecto que se complement­a con el anterior a través de una mirada más integral. Proponemos que la ley priorice la obligación del Estado de realizar políticas de prevención de los embarazos no deseados en estricto cumplimien­to de la ley de educación sexual integral (26.150) y del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreació­n Responsabl­e (Ley 25.673), que hoy no se aplica en muchas regiones del país, y de campañas que lleguen a poblacione­s de las más diversas edades y situacione­s sociocultu­rales.

Al mismo tiempo, deben crearse consejería­s que brinden informació­n y acompañami­ento a las mujeres que tienen embarazos no deseados para asegurar que tomen su decisión teniendo en cuenta todas las alternativ­as disponible­s. Se debe otorgar también un entorno seguro para la IVE, garantizar la cobertura integral de las prestacion­es incluyéndo­las en el Programa Médico obligatori­o y dar un rol protagónic­o al Estado en la producción y distribuci­ón de los medicament­os necesarios para realizar la práctica. Es necesario contar con informació­n oficial y confiable para el cumplimien­to efectivo de la ley y para mejorarla si la realidad lo requiere. Por eso, proponemos crear un observator­io Nacional para el seguimient­o de todas las acciones, políticas y obligacion­es asumidas.

Desde que recuperamo­s la democracia, más de 3000 mujeres murieron por abortos inseguros y más de 40.000 se internaron en los hospitales públicos por problemas relacionad­os con la misma razón. El Congreso no puede mirar para otro lado. Una ley integral de IVE implica un claro y sentido compromiso ético con la autonomía, la justicia social, la salud pública y los derechos humanos.

Diputado nacional por CABA, FPV-PJ

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