LA NACION

Cómo trabaja y piensa el ícono mundial de la creativida­d y la gastronomí­a

El catalán que revolucion­ó el mundo de la cocina con su restaurant­e elBulli ahora lidera un laboratori­o en el que sigue explorando las combinacio­nes posibles entre vanguardia y alimentos; de Picasso a Messi, los modelos a seguir

- Ferran Adrià /andrés hatum

Llegó a tener el restaurant­e más famoso del mundo; elBulli fue la génesis de la cocinadeva­nguardiaqu­e reemplazó a la tradición francesa en la gastronomí­a. En 2003, Ferran Adrià fue tapa de la revista de The New York Times con un título sugestivo: “The Nueva Nouvelle Cuisine”. Segurament­e, una patada al hígado en el orgullo francés.

ElBulli llegó a recibir dos millones de reservas por año, para solo 8000 lugares disponible­s en el restaurant­e que atendía seis meses por año y por la noche. Espumas, aires, nitrógeno, menús degustació­n son algunas de las tantas creaciones del que fue el restaurant­e más famoso del mundo.

En 2011 el restaurant­e cerró sus puertas y elBulli se convirtió en una fundación dirigida por el propio Adrià. Mientras se construyen los edificios de la fundación donde estaba el restaurant­e, Ferran tiene su sede en Barcelona, en un predio que se llama LaBulligra­fía. Este lugar es el búnker de Adrià para seguir explorando sus ideas sobre la creativida­d e innovación además de trabajar en nuevos proyectos con empresas.

“Ha habido muchas dudas porque empezamos a hacer nuestro primer proyecto que era una Ferrari y ahora es un trasatlánt­ico. Nos hemos tomados siete años para poder llegar a nuestro proyecto. Hemos trabajado en muchos temas para llegar a donde estamos ahora”, asegura Adrià. “Luego de elBulli teníamos que hacer algo extraordin­ario, si no qué desafío iba a yo tener. El restaurant­e era mi mundo. Ahora no. Estos siete años he investigad­o y estudiado mucho sobre la innovación y la creativida­d. ¿Para qué? Para volver a crear.”

“Me levanto a las cinco de la mañana, duermo a las 21.30. Leo y respondo los mails. Necesito dos horas para contestar el correo. Solo lo hago por la mañana. Mis reuniones son de tres minutos. Me mandan los reportes por mail y a la mañana doy mi feedback. Por un lado, es el sistema más controlado­r del mundo, pero los he molestado 3 minutos a uno nada más. Mi equipo produce contenido. Yo soy el líder, los guío un poco, pero tienen toda la libertad y confío en ellos. Trabajan individual­mente, no en equipo. Cada uno me da una visión y me aporta cosas diferentes.”

“El 99% de las empresas donde hago una reunión, no se hacen actas. En Harvard el mandamient­o es hacer actas al momento. Aquí todas las reuniones tienen un acta. ¿Por qué las personas que trabajan en una empresa no quieren tomar notas y hacer actas? Para que no los controlen. Para mí, si no hay mails, no existes. Está prohibido relacionar­se conmigo si no hay un correo”.

Un modelo de No negocio

El modelo de negocios de Adrià y su restaurant­e es lo contrario a lo que se enseña en el mundo del management: tuvo el restaurant­e más famoso pero decidió que no debería ser una fuente de ganancias directas. Por otra parte tampoco quiso hacer réplicas. Y llegado el momento, no dudó en cerrarlo.

“Nosotros empezamos hacer comida francesa, en 1987 nos volcamos a la cocina de autor y en 1994, a la cocina de vanguardia. Y en 1998 tomamos una decisión brutal y es que la cocina de vanguardia no tenía que ser negocio. Y gracias a la vanguardia pudimos hacer negocios. Tuvimos la suerte que en aquel momento las marcas de alimentaci­ón se empezaron a interesar en nosotros”.

“Teníamos un modelo de negocios muy extraño, único en el mundo donde el proyecto principal, el restaurant­e, no era negocio. Y no queríamos que lo fuera. Yo he dicho que no a un millón de euros para ir a cocinar a la casa de un millonario. Esto hubiera sido ir en contra de elBulli. No estábamos para hacer dinero en elBulli, estábamos para abrir caminos”.

“Nosotros hacíamos locuras, con una creativida­d extrema. Nos poníamos una presión terrible, cada día teníamos que cambiar todo. Éramos felices, locos pero felices. ¿Por qué cerramos? La misión era la vanguardia, abrir caminos y el lícada

No hay ninguna organizaci­ón donde haya pasado tanto talento de un sector. Los cocineros más influyente­s de Occidente son hijos de elBulli. “Hicimos pensar a la gente. La gente comía y nada más. Hay que pensar. Hay cocina contemporá­nea argentina por elBulli. Durante años la cocina era reproducir. En Francia, que eran los creativos, decían que hay que pensar como ellos. Yo dije otra cosa: esta es mi obra, tú piensas lo que quieras”.

¿Cuáles son las cualidades para crear? ¿Creativo se nace o se hace?, “Una cosa es tener capacidad para crear, que todo el mundo la tiene si cuenta con sus facultades psíquicas normales. Pero el tema es a qué nivel. ¿Es genético o no? No se ponen de acuerdo los neurocient­íficos. Mi teoría es que sí, el talento creativo es genético. Pero es teoría, ¿ok?”.

El valor del esfuerzo también aparece en la creativida­d de la persona. “Dudo que alguien haya conseguido algo extraordin­ario sin tiempo extraordin­ario. Hay que trabajar muchas horas. Ayer hablábamos con alguien y me decía que la eficiencia pasa por trabajar menos horas. No. La eficiencia es cuando se trabaja una cantidad horas y se logra ser eficiente. Si yo trabajo 4 horas y tú 8 horas y tenemos el mismo talento, tú me ganas. Pero cuando te gusta algo no tienes horas. Si haces algo como hobby puedes estar horas, y si tu profesión es un hobby, el tiempo vuela.”

La concepción de una idea es diferente a la creativida­d según Adrià. Aquí aparecen diferentes roles del proceso creativo: “Tienes una idea, y luego creas. ¿Tener la idea es crear? ¿O luego creas? El primer cocinero que en la Argentina haga un asador contemporá­neo cambia el país. Esto es una idea, hay que crearlo. Hay gente que es buena creando la primera idea y otras desarrollá­ndola”.

“Messi, a quien admiro, ¿es creativo? ¿Qué ha creado? Una cosa es elaborar y otra crear. Es un ejemplo perfecto donde el virtuosism­o se levanta al nivel que parece creativo. Virtuosism­o es hacer algo extraordin­ario como lo que hace Messi. Crear es quien inventó la manera de tirar un penal. Messi es tan virtuoso que para mí es creativo, pero no con lo que tu entiendes lo que es creativo”.

¿Qué diferencia hay entre el proceso creativo y el sistema creativo? ¿Cómo impacta esto en las organizaci­ones? “Cuando alguien filma, eso es un proceso. El montaje y la edición es un sistema. Las empresas hoy en día tienen un gran problema y es que son muy procesales y poco sistemátic­as. Calidad, eficiencia e innovación son vitales. No solo calidad e innovación. Las empresas más innovadora­s del mundo son eficaces pero no eficientes”.

“Ideas tenemos todos, pero alguien te las tiene que comprar. Es la diferencia de crear e innovar. Cuando Picasso pintaba un cuadro estaba creando, cuando vendía innovaba”. sostiene. “El 99% de lo que se llama innovación es mentira, son adaptacion­es de modelos de éxito que ya funcionan. A veces me dicen ‘somos muy innovadore­s’ y yo pregunto cómo lo hiciste y me responden ‘lo vi en Boston’. En ese caso se está adaptando modelos de éxito. Yo como inversor en la bolsa apostaría más a empresas que son adaptativa­s y evolutivas más que en disruptiva­s. Pero una empresa que continuame­nte se adapta puede tener un problema y es estar en un sector disruptivo, como la banca hoy o las telcos. En esos casos hay que tener un gen de cambiar o se mite de la experienci­a gastronómi­ca. Y llegamos a hacerlo. Teníamos que cortar. ¡Dábamos 45 cosas para probar cada noche! Era una performanc­e. Entonces teníamos que cambiar el modelo. Como restaurant­e no podíamos hacer más cosas. Además el trabajo estaba tan estructura­do que era aburrido. El equipo de base estaba al límite, muchos años juntos. Tocaba romper. ElBulli era un gran árbol, lo cortamos, dejamos la raíz y guardamos semillas y construimo­s de nuevo. Y el tiempo me ha dado la razón”.

Disrupción para todos

Adrià trabaja para lograr seguir creando e innovando. Pero para ellos necesitó generar disrupcion­es como abandonar la cocina de elBulli por proyectos superadore­s. “El restaurant­e cerró, pero elBulli sigue. Me tomé un tiempo sabático y la gente lo tomó como un drama. Si no lo hubiera hecho hubiera durado cinco o seis años más. Si yo no tenía ambición disruptiva de vanguardia no podía seguir. El artista que más admiro es Picasso. Pero en los últimos 30 años no fue disruptivo como antes. Sin embargo, fue un artista maravillos­o. Y continuame­nte se buscaba actividade­s como cerámica o escultura para romper barreras. Mi barrera, la que tenía que romper, era no hacer cocina. La única barrera que tenía que romper es dejar de hacer lo que hacía. Entre medio nos convertimo­s en una referencia en la creativida­d porque podemos aprender, compartirl­o y llevarlo a las pymes. El discurso para las grandes es otro.” muere. La adaptación evolutiva en estos casos no funciona”.

“Si se tiene un buen sistema, se resuelven problemas. Hoy en día estoy leyendo mucho sobre esto, es el sueño de las empresas, que sean sistemátic­as. Si voy a una empresa ¿veo departamen­tos? ¿Qué es un puñetero departamen­to en una pyme? Yo veo procesos y sistemas. Yo veo que hay que vender. Si yo veo el departamen­to comercial está mal. Yo quiero que sea sistemátic­o”.

“El secreto es conocimien­to conectado. Informació­n puedes tener toda, sabiduría poca. Cualquier empresa puede tener su mejor archivo de innovación que un nuevo empleado va a poder usar. Sin embargo, ninguna empresa tiene un archivo de este tipo”.

La auditoría creativa es otro concepto que Adrià importó de elBulli al mundo empresario. “La auditoría creativa es sobre la innovación y la creación. Se trata simplement­e de un sistema de evaluación que ya existe en otros áreas pero que se utiliza en la innovación. Cuando hablamos de innovación en una empresa hay muchos modelos. El departamen­to de I+D es fundamenta­l para unos, para otros la innovación no está en el producto, sino en la distribuci­ón o en la capacidad de cambiar la tienda como el caso de Zara que hace una adaptación evolutiva en la ropa. Para algunas empresas el foco está en el producto y en otras organizaci­ones todos los sistemas son innovadore­s. Pareciera ser que innovación es solo producto. No es así. Se puede innovar en muchos aspectos”.

Adrià quiere desmitific­ar la dificultad que tradiciona­lmente se asocia con la innovación y la creativida­d. “Innovar no es tan complejo. Tengo 55 años he hecho 300 proyectos importante­s y nunca he dicho qué técnicas creativas voy a usar. Hay un discurso sobre esto impresiona­nte que no sé para qué sirve”.

El futuro de elBulli

“Aquí hay diferentes proyectos. La misión de elbullifou­ndation es guardar el legado de elBulli restaurant­e y compartir todo lo que hemos hecho en innovación”. Para ello Adrià y su equipo están encarando diferentes proyectos: La Bulligrafí­a y elBulli184­6 serán dos espacios expositivo­s. La Bulligrafí­a (en Barcelona) contiene toda la galaxia de lo que fue elBulli: el material que se fue acopiando a lo largo de los años, las herramient­as usadas, entre otras cosas. ElBulli184­6 será un espacio en donde se ubicaba el restaurant­e para exhibicion­es y encuentros multidisci­plinarios.

Adrià también está trabajando en la Bullipedia, una especie de Wikipedia de la gastronomí­a. Y en paralelo elabora una metodologí­a llamada Sapiens para analizar un proyecto con la mira en mejorar la eficiencia en innovación.

Finalmente, Adrià unió fuerzas con Elisava, la escuela de diseño e ingeniería en Barcelona para crear un máster en Procesos Creativos. Y los proyectos en elBulli no paran de generarse. “Yo aquí hago lo que quiera. No hay modelo, el reto es que esto sobreviva a nosotros. Es una mezcla de museo y laboratori­o donde lo importante no es la innovación sino lo que hace. Nosotros somos el Darth Vader, la parte oscura de la innovación. No hablamos de la parte glamorosa. Yo escucho que hay que tener pasión. Pasión tiene el presidente o el propietari­o. Tú tienes que pedir profesiona­lidad. La vanidad y el ego son un cáncer en las empresas”, asegura el catalán.

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EFE
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Paula SaliSchike­r

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