La penalización no sirve para resolver el problema
La sociedad civil logró que finalmente se debata un proyecto para despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Por qué este debate? Porque nuestra obligación como legisladores es dejar de hablar de los políticos y generar políticas de Estado que perduren en el tiempo y se perfeccionen. La democracia es el canal para construir el derecho a tener más derechos.
En estos 35 años de vida democrática hubo varios temas que se debatieron desde los extremos, pero que finalmente encontraron consensos y fueron leyes. Podemos citar como ejemplos las leyes de divorcio vincular, de matrimonio igualitario y de reproducción asistida, entre otras. Todas ellas tienen un punto en común con este debate: fueron temas impuestos por la sociedad. Con el proyecto que estamos debatiendo y que acompaño con mi firma sucede lo mismo.
La realidad desbordó la negación y se empezó a tomar conciencia de que la penalización no funciona, no evita que se realicen abortos. La práctica existe en el mundo entero. Por eso creo en la importancia de arrancar el debate con la verdad. El gran problema que tenemos es que alrededor del aborto hay un circuito de clandestinidad, que muchas veces tiene que ver con la diferencia entre la vida y la muerte.
La OMS ratifica que la despenalización, con medidas anticonceptivas adecuadas, reduce la cantidad de abortos que se realizan. Los países desarrollados entendieron hace tiempo que era el camino a seguir. En la región, Uruguay es un ejemplo de decisión política del Estado y de la sociedad para reemplazar la punición por políticas integrales de salud y educación, con resultados positivos en la reducción de la mortalidad materna.
Desde luego, esta ley sola no alcanza. El problema es que debe haber conciencia gubernamental sobre la importancia que tiene la salud y sobre todo en lo que se refiere a prevención. En ningún momento se profundizó la aplicación de la ley de educación sexual integral, no se entendió el compromiso que debía asumirse con una política de calidad en materia educativa y sanitaria. El aborto puede ser legal y aun así no ser seguro, y sobre esto último, sobre todo, debemos prestar atención. No nos subestimen. Las mujeres, tengamos la condición social, edad o preferencia política que tengamos, sabemos que el aborto no es un método anticonceptivo, sabemos que deja heridas, sabemos que la despenalización no va a hacer que se llenen los hospitales de mujeres que quieren abortar. Se trata de prevenir, no de promover.
Pero también sabemos que tenemos derecho a decidir sobre nosotras mismas. Y no quedan dudas de que si una mujer tiene decidido abortar, lo hace; el tema es cómo lo hace. Si puede acceder a un médico o clínica privada, lo hace en ese contexto aséptico y clandestino. Las que no tienen recursos lo hacen en la clandestinidad también, pero sin asistencia profesional; muchas veces, en silencio, sin acompañamiento, con métodos rústicos y peligrosos, como el tallo de un perejil, la introducción de medicamentos, sondas o agujas de tejer en la vagina o algún otro método “natural”, que muchas veces terminan convirtiéndose en un desastre familiar y personal.
Algunas logran vencer el miedo, la vergüenza y los prejuicios y se acercan a un hospital a tiempo. Muchas mueren. De hecho, se puede decir que es una de las principales causas de muerte materna del país. Es falso el planteo de que el aborto es un problema de la pobreza, las chicas ricas también abortan, este es un problema de la salud de la mujer y no debemos cansarnos de decirlo, tal vez así lo entiendan.
En la Argentina más del 30% de los hogares son monoparentales con mujeres a cargo. Yo soy una de ellas y quiero que el día que mi hija se convierta en madre, si es que así lo decide, pueda sentir el desborde de amor que yo sentí cuando la tuve a ella. Ya pasaron 12 años y Francisca es una niña a la que le quiero poder decir que vivimos en un país más justo, donde puede tener educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.
Diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, Frente Renovador