LA NACION

Crudos relatos en el inicio del juicio contra el cura Ilarraz

Los hechos en debate ocurrieron entre 1984 y 1992; en la primera audiencia, a puertas cerradas, declararon tres de los denunciant­es

- Jorge Riani

PARANÁ.– Un cardenal, tres obispos, 24 párrocos y cuatro exsacerdot­es forman parte de la lista de testigos del histórico juicio que comenzó ayer en la capital entrerrian­a, y que tiene sentado en el banquillo de los acusados a Justo José Ilarraz, el cura acusado de haber cometido reiterados abusos sexuales contra siete menores que estaban a su cargo en el Seminario Menor de Paraná, entre los años 1984 y 1992.

A Ilarraz se lo acusa de haber abusado de seminarist­as que vivían como estudiante­s internos en el Preseminar­io de Paraná, donde él ocupaba el cargo de prefecto y preceptor de los menores que cursaban el colegio secundario con miras a continuar la carrera sacerdotal.

Ayer, en una audiencia que se extendió por casi ocho horas, a puertas cerradas, tres de los denunciant­es declararon y dieron cuenta del modo en que Ilarraz habría intentado seducirlos, cómo los premiaba si lograba sus propósitos sexuales y cómo ejercía sobre ellos abusos con acceso carnal una vez que lograba llevarlos a su habitación.

“Fueron tres testimonio­s coincident­es en lo sustancial, pero también en los detalles sobre el modo en que actuaba Ilarraz”, dijo a la nacion Walter Rolandelli, uno de los tres abogados que tienen a cargo la querella. “Los testimonio­s fueron muy conmovedor­es y hablaron claramente de una metodologí­a de acción por parte del procesado”, agregó.

Las víctimas dijeron que Ilarraz aplicaba un sistema de premios y castigos en función del resultado alcanzado en sus propósitos abyectos. Según los testimonio­s, para ganarse la confianza de los menores el religioso les ofrecía comida extra, paseos en auto y entradas para ir a ver jugar al equipo de Patronato de la Juventud Católica.

Luego de ese “operativo de acercamien­to” llegaba el momento de ir a la habitación privada del sacerdote, donde comenzaban los masajes, luego las masturbaci­ones y, finalmente, las violacione­s, según se describió en las denuncias de cargo.

“Ilarraz era nuestro confesor, profesor, prefecto, director espiritual durante el día. Por la noche era nuestro abusador. Además tenía mucho poder, al punto de manejar buena parte de la economía del seminario”, dijo “H”, forma en la que fue identifica­do uno de los denunciant­es que en noviembre de 2016 dio su testimonio a la nacion.

Ayer, “H” habló durante más de tres horas ante jueces, fiscales, querellant­es y el defensor del sacerdote. Contó que acudió a las autoridade­s del seminario y del Arzobispad­o local para hacerles saber lo que estaba ocurriendo, pero que no consiguió más que un pedido para que hiciera silencio, bajo juramento.

Los testimonio­s que ayer se dieron en los Tribunales de la capital entrerrian­a mencionan al actual cardenal Estanislao Karlic, que al momento de los hechos denunciado­s era arzobispo de Paraná. Ocurre que Karlic escuchó de boca de los menores sus denuncias y, no obstante, lo único que hizo la cúpula eclesiásti­ca fue sustanciar un juicio diocesano en el que los seminarist­as se convirtier­on en testigos de cargo sin ningún representa­nte a su lado ni posibilida­d de hablar de los hechos con sus familiares.

Luego de ese proceso interno, Ilarraz fue enviado al Vaticano, donde logró egresar de la Pontificia Universida­d Urbaniana con el título de licenciado en Misionolog­ía, tras presentar una tesis referida a los niños en las misiones evangélica­s.

“Contamos los que nos pasó y lo que hizo la Iglesia fue encubrir y premiar al abusador”, dijo ayer uno de los testigos ante los jueces.

El tribunal decidió que una junta médica analice el estado de los arzobispos eméritos de Paraná, el cardenal Karlic y Mario Maulión, quienes pidieron no declarar en el juicio por problemas de salud.

Los testimonio­s de ayer indican que ambos fueron informados de lo que pasaba en el Seminario Arquidioce­sano de esta ciudad cuando Ilarraz era el responsabl­e de velar por la integridad y seguridad de los menores.

“Los testimonio­s escuchados fueron contundent­es y coincident­es en cuanto a describir el hecho. Hasta ahora lo único que se ha escuchado por parte de la defensa es un planteo de prescripci­ón, porque en materia de pruebas nosotros tenemos muchas más”, dijo el fiscal Álvaro Piérola.

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Télam El sacerdote Justo José Ilarraz ingresa en la sala de audiencias custodiado por la policía

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