Boca vive un déjà vu
En el torneo pasado también tuvo un bajón sobe el final, pero igual festejó el título
Boca vive un déjà vu. Por un lado, debido a los imponderables (lesiones, suspensiones, bajos rendimientos) que nunca dejan en paz a Guillermo Barros Schelotto. Por otro, por no aprender de las vivencias y los sufrimientos vividos no hace tanto. Así, parece tropezar dos veces con la misma piedra. La derrota ante Independiente, la segunda consecutiva, no dejó a los xeneizes sin punta, pero lo incomoda en un momento en el que todo está por definirse. ¿Se le puede escapar la Superliga a falta de tan poco?, es la pregunta que reaparece un año después.
El Mellizo debe lidiar nuevamente con las lesiones. A lo largo del pasado torneo le costó mucho poder repetir un equipo de una fecha a la otra. Las bajas más importantes fueron las de Darío Benedetto, que sufrió tres lesiones en el primer semestre, Guillermo Sara (se quedó afuera del recordado 4-2 en el Monumental un día antes) y Ricardo Centurión, que tuvo tres lesiones en la segunda mitad del torneo, cuando tras la ida de Carlos Tevez a China se transformó en la carta más fuerte del ataque.
Esas situaciones influyeron en el nivel del equipo. Hoy eso se repite, pero como un tornado feroz: en pocos días sumó a la enfermería a Edwin Cardona y Wilmar Barrios (desgarrados), Paolo Goltz (tiene un fuerte desgarro que le puso fin a sus semestre) y Carlos Tevez (con dolor en la rodilla).
No solo el rendimiento de Boca ahora es bajo, sino que una vez más los perseguidores se turnan para tomar protagonismo y finalmente nunca terminan de arrimarse. El año pasado, el rival comenzó siendo Estudiantes, luego fue San Lorenzo, Independiente y River quienes insinuaron un poco y hasta Banfield fue el último que intentó arrebatarle el primer lugar. Este año también fueron alternándose en la persecución: el gran rival era Talleres, pero otra vez se asomaron el Rojo y el Ciclón, y ahora es Godoy Cruz quien acelera con todo.
En cuanto al papel propio, a lo largo de las 23 jornadas que lleva disputadas tuvo un único tramo en el que se lució con una versión muy completa, ganando las ocho primeras fechas (incluyendo el superclásico). Algo parecido le sucedió en 2016: en los últimos cuatro partidos de la primera mitad del torneo, Boca logró su mejor estado con el regreso de Fernando Gago y le ganó consecutivamente a San Lorenzo, Racing, River y Colón. Luego, se destacó más por los resultados que por el juego.
La pérdida de puntos en un momento límite es otra similitud. Los tropiezos del xeneize hacen que el margen de error, que era amplio, ahora sea mínimo. Derrumba gran parte de la estructura que armó durante un año. Fechas antes del último título no pudo ganarle a equipos muy inferiores (Patronato y Rafaela) y recibió un duro cachetazo ante el Millonario en la Bombonera (caída por 3-1), situación que vuelve a suceder: derrota de local ante Defensa y Justicia y el golpe que el domingo le dio el conjunto de Ariel Holan.
En Boca todo es así: lo anterior ya es historia y enseguida hay que ir por más. Los 472 días parciales en la cima del torneo probablemente dejen de importar si este título se termina escapando. Y ahí habrá que prestar gran atención a qué determinación dirigencial se impone. Aunque esa ya sería otra historia.
Lo cierto es que por segundo año en fila el xeneize se pone él mismo los zapatos de la presión. Lo evidenciaron sus protagonistas, quienes sentenciaron la obligación. Hace un año, Benedetto fue terminante tras los retrocesos impensados: “Sería un fracaso perder este torneo”. Ahora, antes de la caída en el Libertadores de América, Nahitan Nández lo imitó: “Tenemos que abrir los ojos, porque este campeonato no se nos puede escapar de ninguna manera”. Difícil salir al campo con ese pensamiento.
Así y todo, existe un ítem que –al menos por ahora– no se repetirá. Gran parte de la actual formación ideal de Guillermo se formó a través de aquellas dudas de final de campeonato que ahora reaparecen. No obstante, en la cabeza de técnico no hay desesperación ni motivos concretos para provocar una revolución como la anterior. Si bien los momentos entre un torneo y otro son casi idénticos, por ahora prima la paciencia. Por un lado, porque desde el cuerpo técnico confían en que terminarán siendo bicampeones. Lo mismo descartan los dirigentes. Y por otro, porque está diezmado en lo físico: tiene a muchas figuras lesionadas y pocas cartas que jugar.
Pero el conjunto de los Mellizos tiene una situación tan coincidente como favorable: las últimas cuatro jornadas serán ante rivales inferiores. Uno será Newell’s, que más allá de la reacción de anoche ante Talleres (victoria 2-1), no pasa por un buen momento. Luego lo recibirá Gimnasia, en La Plata. Y después se topará con Unión y su controversia: equipo duro que aspira a dar pelea por el ingreso a la Copa Libertadores, pero que en la Bombonera suele no dar la talla. Y por último Huracán, acaso el más complicado. En 2017, los últimos dos, junto a Aldosivi y olimpo, fueron los flojos adversarios con los que Boca pudo sacar puntos y coronarse. Pese a que jugaba tan mal como en estos días. ¿Volverá a ocurrir?
Todo esto ya lo vivió. Entonces, desde la Ribera desean que el final también se repita. Aunque para que el déjà vu sea completo deberán trabajar mucho.