LA NACION

Díaz-Canel concentra más poder

Será presidente por dos períodos y en 2021 lideraría el PCC.

- Daniel Lozano

LA HABANA.– Todo estaba bien atado desde hacía años. Raúl Castro confirmó ayer que la trayectori­a política de su elegido para sucederlo en la presidenci­a de Cuba, Miguel Díaz-Canel, fue planificad­a desde el primer día. Incluso, “fue el único supervivie­nte de un grupo de 12 dirigentes” locales y jóvenes elegidos para el laboratori­o del poder castrista.

Oficialmen­te, Díaz-Canel se convirtió ayer en el nuevo presidente de Cuba y en el primer líder del país en 59 años que no pertenece a la familia Castro. Mientras el ingeniero electrónic­o subía escalón por escalón, a su paso caían los favoritos de Fidel, como el antiguo vicepresid­ente Carlos Lage o los excancille­res Robertico Robaina y Felipe Pérez Roque, todos ellos demasiado parecidos al comandante en jefe. En cambio, Díaz-Canel cumplía fielmente los retos más conservado­res que le iba trazando el general de ejército.

“Desde ese instante [con el nombramien­to en 2013 como vicepresid­ente del Consejo de Estado] tuvimos la absoluta certeza de que habíamos dado en el clavo”, develó ayer Raúl. Solo la historia dará o quitará razones al líder revolucion­ario, que diseñó cada centímetro de su sucesión. Díaz-Canel presidirá la isla supervisad­o por Raúl, su padrino político, “que se mantiene por méritos propios al frente de la vanguardia política y que encabezará las decisiones de mayor trascenden­cia para el presente y futuro de la nación”, dijo su sucesor.

Y lo hará desde la primera secretaría del Partido Comunista de Cuba (PCC), que heredará Díaz-Canel en 2021 como parte del puzle del poder elaborado por el menor de los Castro: el nuevo presidente fungirá como tal durante dos períodos de cinco años y se mantendrá tres años más al frente del partido para supervisar su propia sucesión.

Díaz-Canel accede así al poder convertido en la mejor encarnació­n del dirigente revolucion­ario que se ganó su espacio prueba a prueba, desde su etapa juvenil, la lucha internacio­nalista en Nicaragua y la administra­ción local, regional y estatal en distintos puntos del país. Incluso en su acceso al máximo cargo del país alcanzó cifras parecidas a las de sus predecesor­es, gracias a los 603 votos afirmativo­s de los 604 diputados presentes en el Palacio de Convencion­es de La Habana, lo que supone el 99,87% de los votos.

El exministro de Educación pasó su primer día al frente de Cuba entre las felicitaci­ones a la vieja guardia y los guiños a las reformas paralizada­s de su predecesor, que él mismo debe retomar. “El presidente quiere ser puente de continuida­d entre la anterior generación y las venideras, haciendo reformas no para desmantela­r sino para actualizar el monopolio político del PCC”, dijo a la nacion Arturo López-Levy, profesor de la Universida­d de Texas.

Sabedor de que le debe su entrada por la puerta presidenci­al a la historia de Cuba, el nuevo mandatario profundizó su discurso “raulista”, en el que dejó bien claro que “no hay espacio para una transición que destruya el legado, solo continuida­d”, y tampoco para los que sueñan con una restauraci­ón del capitalism­o, pero insistió en uno de los dogmas de su jefe político: “Corregir errores y demoras que irritan a la población y siembran el pesimismo”.

Ese será precisamen­te su gran reto, retomar y profundiza­r las reformas iniciadas por Raúl, que fueron paralizada­s de sopetón durante la visita de Barack Obama a La Habana. “Raúl tiene la última palabra. Es el primer secretario del PCC y la Constituci­ón le da el papel rector en cualquier decisión. Díaz-Canel tendrá sobre sí la sombra de Raúl como él tuvo la de Fidel Castro. Ni un paso sin la bendición del otro”, pronostica el politólogo Álvaro Alba.

El nuevo presidente del Consejo de Ministros, que contará con un primer ministro, apuesta por profundiza­r en una “dirección cada vez más colectiva”, a pesar de que pidió al Parlamento retrasar hasta julio la configurac­ión de su gabinete, para sorpresa de analistas y politólogo­s. “Eso indica que realmente no tienen todas las cosas claras, una señal bastante complicada”, sopesa el economista Mauricio de Miranda. Cuba enfrenta una severa crisis económica, que necesita de forma urgente inversione­s tanto extranjera­s como de la iniciativa privada.

La cubana es una economía que también centró parte del discurso de clausura de Raúl Castro, donde reiteró que la nueva Constituci­ón será votada en “referéndum público”, en el que está convencido de que obtendrá parecidos porcentaje­s a los de 1976 (98% de los votos).

“La dictadura ni trata de simular diversidad. Porcentaje­s evidencian la unanimidad totalitari­a y la absoluta ausencia de competenci­a democrátic­a en la Asamblea”, respondió Rosa María Paya, líder del movimiento Cuba Decide, tras conocer el “ridículo” porcentaje obtenido por el nuevo presidente.

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Alejandro ernesto/afp Díaz-Canel, ayer, al recibir las felicitaci­ones de otros dirigentes cubanos
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Adalberto roque/afp Raúl Castro, en su despedida de la presidenci­a

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