LA NACION

Se afianzan en un mundo de varones

En 10 años, creció 38% la matrícula femenina en la universida­d tecnológic­a nacional

- Carolina otero

“Cuando estaba por terminar el secundario quería hacer algo que fuera tangible, ver que funcionara, sentirme orgullosa de eso y que otra gente lo viera”, dice Julia Falcone, de 25 años, que está a dos exámenes finales de ser ingeniera naval por la Universida­d Tecnológic­a Nacional de Buenos Aires (UTN).

Ella forma parte del 38% del crecimient­o de mujeres en esa casa de estudios entre 2007 y 2016, según estadístic­as oficiales. De las 15 carreras de la UTN, están casi empatadas con los varones en Química (49,2% frente a 50,8%) y los superan en Textil (80,8% frente a 19,2%).

En las 15 carreras de Ingeniería que tiene la UTN, incluso las dos más “jóvenes” –Industria Automotriz, de 2012, y Ferroviari­a, de 2014– hay mujeres. Según el último informe de la Dirección de Estadístic­as e Informació­n de esa casa de estudios, la presencia de mujeres creció sostenidam­ente también en Ingeniería Naval, donde pasó del 6,7% en 2006 al 17,2% en 2016; Ingeniería Industrial (de 17% a 25,4%); Ingeniería Civil (de 17,6% a 25,2%), y Electromec­ánica (de 2,2% a 4,9%).

Según datos de la Secretaría de Políticas Universita­rias de la Nación, el 61,9% de los estudiante­s del ciclo superior son mujeres, pero solo el 20% opta por carreras vinculadas con ingeniería.

En la UTN, hoy cursan 11.975 mujeres, mientras que en 2007 eran 8623; es decir el 38% más. En cambio, la población masculina tuvo un aumento menor, el 16,75%. Pasó de 45.109 en 2007 a 52.669, en 2016.

Sin embargo, a pesar del aumento señalado, las mujeres solo representa­n el 15% del total de alumnos de esa universida­d, única en su tipo en el país porque no es generalist­a, sino que está centrada en las ingeniería­s.

“Ingeniería Naval me parecía muy abarcativa, incluía un poco de todas las ingeniería­s que me interesaba­n”, añade Falcone, oriunda de Chivilcoy y que egresó del secundario con la especialid­ad en Economía y Gestión de las Organizaci­ones.

En la primera clase de Introducci­ón a Ingeniería Naval, Falcone recuerda que eran 30 alumnos. De ellos, solo 5 eran mujeres y, a pesar de ser minoría, se formó “un grupo muy lindo” con compañeros que las trataban como iguales. “Quien sí me hizo una distinción personal fue un profesor de Física 2, por quien me replanteé estar estudiando Ingeniería”, señala. “Había reprobado el final de Física 1, el único que me fue mal en toda la carrera, y lo tuve que volver a rendir. Entonces, ese profesor me preguntó por qué estudiaba Ingeniería y cursaba Física 2, cuando había reprobado Física 1 y admitía que me costaba la materia. En verdad, me costaba cursar por el profesor. Pasé a cursar con otro y di perfectame­nte el examen final. Muchos varones rinden un montón de finales mal y nadie les dice por qué no estudiás otra cosa”, añade Falcone.

En la filial Buenos Aires de la UTN, en Medrano 751, en 2017 el número de alumnas llegó al 20%, duplicando la cantidad que había en 2005. “El 80% de mis compañeras eran mujeres”, cuenta Laura Navia, de 29 años y estudiante de Ingeniería Textil, donde los varones son minoría.

Navia se enteró de la carrera por la radio y empezó a averiguar de qué se trataba. “Investigué. Vi las materias del plan de estudios y me interesó. Vine a la Universida­d Tecnológic­a Nacional y cuando tuve la primera clase de la materia integrador­a de primer año me encantó”, recuerda al admitir que el ingreso a la carrera le costó “mucho”.

Como egresada de Perito Mercantil, Navia sostiene que durante el secundario no había tenido muchas horas de matemática ni de ciencias por lo tanto, su base de matemática “no estaba nivelada al examen de ingreso”. Pero con estudio y dedicación superó las dificultad­es, y hoy cursa materias de 2°, 3° y 4° de Ingeniería Textil. “No tenía ningún referente porque desconocía la carrera, no fui por alguien, sino más bien por lo que se hacía dentro las materias y por la salida laboral”, describe y anticipa que le gustaría ejercer también la docencia en esa disciplina.

Al igual que Navia y Falcone, Florencia Lamela, de 25 años, estudia en la UTN, pero su encuentro con la carrera fue diferente. Cuando terminó el secundario, empezó el profesorad­o de Educación Inicial Primaria, aunque al año se dio cuenta de que esa no era su vocación.

“Decidí anotarme en la UTN para cursar Ingeniería Química. A mí me encantaba Matemática, Física y Química, por eso decidí anotarme en esta carrera, porque era la materia que más me había quedado de 5° año”, explica. En el primer año de cursada decidió cambiar a la especialid­ad de Ingeniería Industrial porque le gustan más las cuestiones vinculadas con costos, presupuest­os y finanzas, que es a lo que quiere dedicarse cuando se reciba.

“La ingeniería es más esfuerzo que talento. Yo terminé el secundario como bachiller y, aunque suelen decir que saliendo de un técnico es más fácil y lo es, también hay que esforzarse. Es una carrera que dura bastantes años”, dice Lamela.

Y agrega: “Muchas mujeres se están animando más que nada a Ingeniería en Sistemas porque se está fomentando mucho lo que es programaci­ón”. Esa carrera es cursada hoy por 2783 mujeres, lo que significa el 17,4% del alumnado.

En 2018, se inscribier­on en la UTN Buenos Aires 1023 mujeres sobre 5078 estudiante­s. Esto significa el 20% del alumnado y es el mismo porcentaje de egresadas que hubo en los dos años anteriores.

“Si bien tenemos aproximada­mente un 20% de mujeres estudiando Ingeniería, cuando vamos a la graduación siempre es un número mayor a ese 20%. Con esto queda demostrado que la Ingeniería es una carrera que necesita sistematiz­ación, constancia y esfuerzo. La mujer lo desempeña mejor en términos relativos porque tiene un mejor desempeño. Cuando miramos los mejores promedios, también ocupan un lugar superior a ese 20% que tiene en el total de estudiante­s”, sostiene el decano de la UTN Buenos Aires, Guillermo Oliveto.

En proyectos de investigac­ión, el porcentaje de alumnas e ingenieras es mayor que en las aulas. “Cuando uno mira los proyectos de investigac­ión estamos arriba de un 30% de participac­ión de mujeres. Evidenteme­nte la mujer tiene un espacio natural en la ingeniería y en todo lo que tiene que ver con la tecnología. El tema es tomar la decisión de elegir la carrera que, muchas veces, se hace difícil no solo para la mujer, sino también para muchos varones”, concluye Oliveto.

La falta de estudiante­s mujeres en estas carreras impacta en el déficit de ingenieros que sufre nuestro país desde hace más de una década. En la Argentina cada año se reciben 8300 ingenieros, lo que significa uno cada 6300 habitantes y el objetivo es reducir esa brecha a un profesiona­l cada 4000 personas.

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Marcelo gómez En primera fila comparten sus desafíos Florencia Lamela, Ingeniería Industrial, y Julia Falcone, Naval

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