LA NACION

Bajar el consumo, lo que más preocupa a Macri

- Jorge Liotti

Había una sensación de retorno a la calma ayer en la Casa Rosada. Después de varios días de tensiones, el acuerdo alcanzado con los socios de Cambiemos para fragmentar el impacto del consumo de gas dejó satisfecho­s a todos los actores. A los radicales, porque piensan que lograron una victoria interna; a Lilita Carrió, porque volvió a demostrar su capacidad para moderar al ala dura del Gobierno, y a Mauricio Macri, por que pi ensaque el entendimie­nto le permite correr de la agenda un tema ríspido sin haber aumentado el costo fiscal. “Demuestra nuestra dinámica”, se congratuló ayer al evaluar que los tironeos políticos fueron procesados con racionalid­ad.

Lo que parece preocuparl­e más al Presidente es que a pesar de que el precio de todos los servicios públicos aumentó considerab­lemente, el consumo de gas no se redujo, y el de electricid­ad aumentó 2%. Ayer repasaba un informe que le preparó el vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, con datos del Ministerio de Energía. Allí había una comparació­n entre los valores de gas de la Argentina, Chile y Uruguay, países con un comportami­ento climático similar. Y el resultado es muy negativo. En el período junio-agosto el consumo promedio mensual en Montevideo es de 62 m3, en Santiago de 69 m3 y en Buenos Aires de 109 m3. Según ese trabajo oficial, incluyendo las subas que aún no se aplicaron, la tarifa residencia­l de gas en Buenos Aires es 134% inferior a Montevideo y está 192% debajo de la de Santiago. La conclusión que sacan de estos datos en el Gobierno son dos: por un lado, que en la Argentina el aumento de las tarifas no disciplinó el consumo; por el otro, que si a pesar de la escalada la gente gasta más gas y luz es porque la demanda todavía es elástica.

En los días que duraron las fricciones por las tarifas, Macri hizo mención varias veces al impacto que todavía tienen los subsidios energético­s sobre la deuda. A pesar de los duros ajustes practicado­s desde 2016, todavía hay un 30% de los costos que se cubre con endeudamie­nto. “Tomamos deuda para pagar ese sobreconsu­mo. No es fácil conseguir un cambio cultural para que la gente pague algo que durante doce años fue gratis”, reflexionó el Presidente ante su círculo cercano.

Dice que le “duele” tener que ser el responsabl­e de medidas restrictiv­as, pero minimiza el malhumor social que provocan las alzas. “Me preocupa y me ocupa, pero tenemos que hacerlo”, responde convencido, y vuelve a blindarse detrás de los números que tiene en su escritorio, según los cuales los servicios públicos (gas, electricid­ad, agua y transporte­s públicos) representa­n el 7,9% del gasto mensual de un hogar promedio. En pocas cosas se le nota más su impronta de ingeniero que cuando se aferra a los indicadore­s duros para rebatir las percepcion­es sociales.

Cuando Macri recibió ayer a Alfredo Cornejo, estaba flanqueado por Marcos Peña, Lopetegui, Mario Quintana y una sorpresa para el jefe radical: Juan José Aranguren. También estaban Federico Pinedo, EmilioMonz­óyFernando­Sánchez. Todos ya sabían que había consenso en torno de la idea de aplanar las facturacio­nes. Incluso Carrió, que habló por teléfono con varios de ellos, dio su bendición y se marchó a Estados Unidos. Esta vez no hubo debate político como el lunes de la semana pasada. La presencia del ministro de Energía marcó el tono técnico de la reunión. Se habló del componente impositivo de las tarifas, y se puso como ejemplo de distorsión el caso de Luján, que tiene tres tasas municipale­s en la factura de luz. Macri se enardece con esos casos. También se conversó sobre los mayores controles que reclamó Carrió sobre las empresas y su esquema de facturació­n.

El Presidente descree de que allí puedan encontrar desfases significat­ivos, pero en su entorno señalan que recién ahora podrán hacer un diagnóstic­o nítido porque los titulares de los entes reguladore­s de gas y de electricid­ad elegidos por concurso asumieron en diciembre y en enero. Sí hubo algunos señalamien­tos a cierta merma en el cronograma de inversione­s de las eléctricas.

“Reaccionar­on al principio, después hubo un freno, y ahora están empezando a actuar con mayor profesiona­lismo”, dijo uno de los participan­tes. ¿Y el “ruidazo” de anteanoche? “Se mencionó al pasar, pero había una parte politizada, fue algo menor”, minimizó el legislador consultado.

Volvió la calma a la Casa Rosada.

“Tomamos deuda para pagar ese sobreconsu­mo. No es fácil conseguir un cambio cultural para pagar algo que durante doce años fue gratis”, reflexionó Macri en la intimidad

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