LA NACION

Una vía rápida para entrar al colegio

Con la ayuda de padres y docentes, empezaron a implementa­r un sistema para evitar embotellam­ientos y estacionam­ientos en doble fila; la Ciudad espera sumar 100 establecim­ientos a fin de año

- Soledad Vallejos

Los padres están un poco más relajados. Ya no tienen que buscar dónde estacionar para llevar a sus hijos al colegio ni dejar sus autos en doble fila. El gobierno de la ciudad puso en marcha el plan piloto Sube y Baja, que demarca un área especial frente a escuelas públicas y privadas, y que con la ayuda de padres y docentes ordena el tránsito en el ingreso y la salida de los establecim­ientos, como en la escuela NEA 2000 (foto), en Belgrano.

Bocinazos, autos en doble fila que paran en la puerta de los colegios y otros que están estacionad­os con las balizas encendidas mientras que bloquean las salidas de los garajes y las rampas de acceso en las esquinas. Todos corren. Todos están apurados. Nadie quiere llegar tarde. De lunes a viernes, por la mañana –entre las 7.15 y las 8– y por la tarde –de 16.15 a 16.45– , la entrada y salida de los chicos de las escuelas provoca un verdadero caos de tránsito que expone las falencias de un problema que se replica en todos los lugares de la ciudad donde se concentran las institucio­nes educativas.

Los vecinos se quejan. Los padres se estresan y los alumnos, mientras tanto, incorporan conocimien­tos de educación vial imposibles de replicar en un rutinario viaje en auto a la escuela.

“Nunca llegábamos a horario, y por más que intentáram­os salir más temprano de casa, Benjamín siempre llegaba tarde –confiesa Lucía Ricci–. Vivimos a 30 cuadras del colegio y por eso vamos en auto, y encontrar un lugar para estacionar es fácticamen­te imposible. Todas las mañanas eran un estrés”, cuenta una de las madres que forma parte de la comunidad de la escuela NEA 2000, en Belgrano, que a fines del año pasado incorporó el programa Sube y Baja, un proyecto que promueve el ordenamien­to del tránsito en la entrada y salida de los colegios porteños a través de una serie de recomendac­iones y buenas prácticas.

“En los encuentros con vecinos siempre surgía este tema. Nos reunimos con los directivos de algunos colegios que ya habían implementa­do distintas metodologí­as, como el Pestalozzi, y sobre la base de esas experienci­as elaboramos un manual de buenas prácticas y fuimos a visitar a las escuelas sobre las que habíamos recibido más reclamos. Todas reconocier­on que tenían un problema importante al respecto y querían solucionar­lo”, cuenta Juan José Mendez, secretario de transporte de la Ciudad.

La prueba piloto comenzó a fin del año pasado en tres institucio­nes privadas de Belgrano y Palermo. Hace menos de un mes, y luego de un seguimient­o durante las primeras cinco semanas del inicio del ciclo lectivo, se revisaron ajustes en la dinámica y se registraro­n los primeros resultados: la disminució­n de la doble fila fue del 100 por ciento.

¿En qué consiste el plan?

“No es un problema que se resuelva con la intervenci­ón de un solo actor. Poniendo multas no solucionam­os el conflicto central. Por eso, es un proyecto que involucra a las distintas partes: la institució­n, los padres, los maestros, los alumnos y también, en el período de adaptación del programa, de tres semanas, colaboran los agentes de tránsito”, explica Mendez.

¿Cuál es el papel de cada una de las partes? Además de la capacitaci­ón, desde la Secretaría de Transporte porteña se realiza el trabajo de demarcació­n con pintura amarilla de la zona donde ingresan los vehículos escolares y los autos particular­es, que va desde una de las esquinas hasta la puerta del colegio. Por esa vía ingresan los vehículos, y a medida que se acercan a la entrada de la escuela un grupo de padres con chaleco reflectivo de seguridad se encarga de ayudar a los alumnos a descender y tomar sus mochilas, que no deben estar en el baúl. El conductor, nunca se baja del auto.

“Es una maravilla –festeja Enrique Ninin, un abuelo que una vez por semana va a buscar a sus nietas al jardín–. El último día que fui llovía a cántaros, y en lugar de tener que bajar mi mujer y correr hasta la puerta de la escuela, mientras yo me quedaba en doble fila, mis nietas se subieron enseguida. Apenas estuve detenido un par de segundos”.

Belgrano, Caballito, Palermo y Recoleta son algunos de los barrios más conflictiv­os. Once, Flores y Almagro siguen en la lista. El mes próximo, el programa se implementa­rá en otras diez escuelas. En marzo pasado, en conjunto con la Secretaría de Cultura Ciudadana y el Ministerio de Educación porteño, se presentó el lanzamient­o del programa a casi 70 escuelas, con el objetivo de convocar a los colegios de las zonas más problemáti­cas. Todas, según Mendez, adhirieron a la iniciativa, lo que determinó el actual objetivo para este año, que contempla alcanzar un total de 100 institucio­nes educativas.

“Desde que se implementó el Sube y Baja llegamos a horario todos los días. Ni yo lo creo –reconoce Ricci, la madre de Benjamín–. Es una actividad colaborati­va y me parece que la comunidad del colegio tiene mucho que ver. También se favorecen los vecinos de la zona porque se ordenan otras cuestiones, como los cruces peligrosos y la insegurida­d para muchos chicos, que antes bajaban del auto estacionad­o en doble fila y tenían que ir esquivando obstáculos hasta llegar a la puerta del colegio”.

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Emiliano lasalvia
 ?? Emiliano lasalvia ?? La escuela NEA 2000 es uno de los tres establecim­ientos en los que comenzó el plan piloto
Emiliano lasalvia La escuela NEA 2000 es uno de los tres establecim­ientos en los que comenzó el plan piloto

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