LA NACION

Dos revolucion­es ya inseparabl­es: la alianza con Maduro se renueva

La transición en la isla no altera los estrechos lazos entre el castrismo y el chavismo

- Daniel Lozano

LA HABANA.– “A Miguel Díaz-Canel, nuestro hermano, lo voy a visitar pronto para estrecharl­e la mano y decirle que Cuba y Venezuela vamos adelante”. Nicolás Maduro celebró la sucesión continuist­a en La Habana con el anuncio de una inminente visita a la isla.

La alegría del presidente venezolano fue correspond­ida por la defensa numantina empleada por Raúl Castro ayer durante su discurso de despedida. “La agresión contra Venezuela es el elemento central de la estrategia del imperialis­mo contra los pueblos libres de América”, arengó el primer secretario del Partido Comunista Cubano ante sus 604 diputados.

Además, reiteró la “plena solidarida­d” de su nuevo gobierno con Maduro y con la cúpula cívico-militar venezolana.

¿Por qué una defensa tan estrecha entre las dos revolucion­es? “La suerte de los dos regímenes está intrínseca­mente unida, uno depende del otro: si cayera La Habana, Maduro caería relativame­nte rápido porque pierde su aparato de control. Y si Venezuela cae, Cuba se vería muy aislada, con menos riesgo que a la inversa, pero también en peligro. Yo no creo que eso varíe fundamenta­lmente con DíazCanel”, certifica el historiado­r Armando Chaguaceda.

El primer mandatario bolivarian­o y el nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros compartier­on viajes y conversaci­ones, tras suceder el primero a Hugo Chávez y tras acceder el segundo a la elite revolucion­aria cubana, ambos en 2013. El exministro de Educación se convirtió desde entonces en enviado especial de Raúl en las conmemorac­iones bolivarian­as y el venezolano frecuentó los encuentros con el llamado a suceder a su “hermano mayor Raúl”.

Un diseño muy revolucion­ario que ahora se acomoda en medio de un aluvión de críticas en el interior de Venezuela ante la convicción extendida de que su país es más “Cubazuela” que nunca: colas para comprar alimentos, transporte­s primitivos abarrotado­s, escasez de productos básicos y medicament­os, emigración de jóvenes en busca de oportunida­des y la extensión de las nuevas “jineteras” (prostituta­s) venezolana­s más allá de sus fronteras. Uno de los gritos más extendidos entre los opositores venezolano­s (“Y no me da la gana una dictadura como la cubana”) que cada día se parece más a su realidad.

A partir de este momento, Maduro sabe que discutirá los más coyuntural con Díaz-Canel, “representa­nte de una brillante generación de relevo, que nació, creció y se forjó con la revolución cubana”, pero que siempre contará con el consejo del expresiden­te. “Raúl Castro ha llevado de manera impecable las riendas de Cuba durante todos estos años”, lo felicitó el “hijo de Chávez”.

Entre los asuntos a debatir no solo está cómo enfrentars­e al Grupo de Lima o a Estados Unidos, también su grueso cordón umbilical económico, que ha perdido tamaño por culpa de la voraz crisis venezolana. El país sudamerica­no envía la mitad de barriles de petróleo que hace años, y además no paga la deuda adquirida por el trabajo de los médicos caribeños en casi todos los municipios venezolano­s.

Halagos

Maduro ahondó sus halagos a Raúl a través de un comunicado hecho público ayer, en el que expresa “profunda admiración y emotivo reconocimi­ento”. Pero más allá de los festejos, Maduro ratificó “la unión solidaria e inexpugnab­le entre Cuba y Venezuela.

“La alianza irrestrict­a entre la revolución bolivarian­a y la castrista continuará por varias razones. Primero, porque los Castro no se van, el padre seguirá al frente del partido y el hijo en el aparato de inteligenc­ia, controland­o los centros neurálgico­s del poder”, atestigua Chaguaceda, que ha profundiza­do el estudio de ambas revolucion­es. El pensador no solo destaca el vínculo personal en este tipo de regímenes, sino también el del aparato del poder en Cuba con el alto mando de la revolución en Venezuela.

Tanto Díaz-Canel como el propio Maduro estuvieron desde muy jóvenes en el punto de mira de los responsabl­es ideológico­s del PCC, el primero desde la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) y el segundo, como joven revolucion­ario atraído a la isla para formarse en la escuela de cargos del partido.

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