LA NACION

Máxima cautela del Vaticano por los cambios en la isla

“Habrá que esperar y ver”, dicen los allegados del papa Francisco

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– La cautela es máxima. “Habrá que esperar y ver”, dice un monseñor de la Secretaría de Estado del Vaticano, que prefiere no hacer comentario­s sobre el momento histórico que está viviendo Cuba, que ya no tiene un Castro al mando.

La prudencia es entendible: después de China –con quien el Papa intenta un acercamien­to a través de un acuerdo que nadie sabe si logrará sellarse sobre la intrincada designació­n de obispos–, Cuba es el segundo tema de “altísima sensibilid­ad” para los diplomátic­os de la Santa Sede. “Mejor no decir nada, nadie quiere entorpecer desde acá lo que hace la Iglesia local, cualquier cosa que se diga puede herir susceptibi­lidades”, indicó una fuente a la nacion.

El Vaticano nunca rompió relaciones diplomátic­as con la isla comunista, establecid­as en 1935, sino que, más allá de la fuerte persecució­n padecida por la Iglesia Católica, logró, poco a poco, una suerte de modus vivendi. A través de una fina labor diplomátic­a y paciencia después de durísimas restriccio­nes, expropiaci­ones y arrestos, logró que Fidel primero y luego Raúl fueran soltando las riendas. Aunque la Iglesia local sigue enfrentand­o varios desafíos que van desde la situación de los derechos humanos y la persecució­n de los disidentes hasta problemas relativos a los inmuebles eclesiásti­cos.

En los últimos 20 años hubo avances y tres papas viajaron a Cuba. Juan Pablo II hizo un primer e histórico viaje en 1998. Benedicto XVI visitó el país en 2012. En 2015 lo hizo Francisco, compatriot­a del idolatrado Che Guevara, en otra gira marcada por el inesperado deshielo con Estados Unidos –impulsado por el papa argentino–, hoy frenado por Donald Trump.

Se estima que el 60% de los 11,4 millones de habitantes de Cuba es católico, aunque solo va a la misa dominical un 5%.

Cuba es un país que Jorge Bergoglio lleva en el corazón. En 1998, recién designado arzobispo de Buenos Aires, impactado por los 13 discursos de Juan Pablo II y dos de Fidel de esa primera visita de un pontífice a la isla, escribió un pequeño ensayo titulado “Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”.

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