LA NACION

Intensific­ar el gradualism­o para fortalecer la coalición oficialist­a

- Fernando Laborda

El acuerdo para “prorratear” el aumento tarifario del gas y pagarlo en cuotas, postergar los ajustes sobre las tarifas sociales y revisar criterios para hacer más efectiva la aplicación de multas ante incumplimi­entos de las empresas energética­s dejó satisfecho­s a todos en el oficialism­o. Al radicalism­o, porque recobró un protagonis­mo que pocas veces tuvo en la era Macri; a Elisa Carrió, porque una vez más pudo jugar el papel del tábano sabio, capaz de asestar una oportuna picadura para advertir a lo más alto del poder político sobre la necesidad de efectuar correccion­es, y al gobierno nacional, porque lo acordado no tendría mayor impacto fiscal.

La salida que el Gobierno y sus aliados encontraro­n a una cuestión sensible para vastos sectores de la población, fundamenta­lmente en el área metropolit­ana, fue una intensific­ación del gradualism­o. “Entre dos extremos representa­dos, de un lado, por la soberbia tecnocráti­ca y, del otro, por el pretendido desconocim­iento de la situación conflictiv­a, derivada de subsidios irresponsa­bles e irrazonabl­es que dejó el kirchneris­mo, optamos por la mejor solución: más gradualism­o”, sintetizó una autorizada voz del radicalism­o tras el entendimie­nto alcanzado en la Casa Rosada. Atrás quedó la propuesta kirchneris­ta de retrotraer las tarifas al 1° de enero de 2017.

Los síntomas de crisis societaria en la coalición Cambiemos quedaron, al menos por ahora, superados. Claro que el deseo de mayor participac­ión en el poder por parte del radicalism­o seguirá latente. Macri les pidió a sus socios que le llevaran una propuesta alternativ­a para la recomposic­ión tarifaria que no afectara la meta fiscal de este año y, finalmente, aceptó la sugerencia. Un gesto en aras de mostrar una cohesión que su gobierno necesitaba, sobre todo después del susto que le dio la oposición peronista un día antes, cuando estuvo a punto de lograr el quórum en la Cámara de Diputados para voltear los aumentos tarifarios.

Sería equivocado considerar que la concesión –mínima, por cierto– que Macri les hizo a sus aliados puede debilitar el liderazgo presidenci­al. En el Gobierno leen las encuestas y advierten que el tema de las tarifas viene creciendo con fuerza, especialme­nte en la clase media. También perciben que la marca Cambiemos, que fue relevante en las urnas en 2015, ha perdido peso específico en la ciudadanía. El entendimie­nto alcanzado es una manera de devolverle protagonis­mo.

Y nadie en Balcarce 50 desconoce que el perfil crítico de la diputada Carrió hacia ciertas medidas gubernamen­tales ayuda a que no pocos sectores de la ciudadanía que votaron a Macri y cuyas expectativ­as en materia económica y ética han empezado a caer, vean en la líder de la Coalición Cívica un reaseguro para enderezar al Gobierno ante posibles desvíos. Es una aliada incómoda pero, a la vez, necesaria y útil.

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