Ya es un gran torneo, pero todavía hay temas por corregir
Mañana empezará el certamen al que la unión de Buenos Aires hizo muy atractivo con los cambios organizativos; sin embargo, hay tarea por hacer en cuanto a seguridad, doping y suspensiones
Comenzará mañana el Top 12 de la URBA, el certamen más significativo de la Argentina. Por competitividad, nivel de juego, calidad de rugbiers, extensión y tradición, no hay otro que lo iguale. A partir del rediseño que comenzó el año pasado y de cómo se proyecta la configuración de las competencias domésticas, el torneo porteño-bonerense se perfila como para seguir ampliando diferencias sobre el resto, incluido el Nacional de Clubes. Persiste, así y todo, un margen amplio con cuestiones que lo distancian de la excelencia.
La experiencia de 2017, primer año en que se jugó con el formato de 12 equipos en lugar del de 14, a ida y vuelta con semifinales y final, fue ampliamente positiva. La reducción hizo que todos los partidos fueran de máxima exigencia y la emoción se mantuvo hasta el cierre ante la indefinición por las clasificaciones para las semifinales y el Nacional de Clubes y también el descenso. En última instancia, Hindú volvió a levantar la Copa DirecTV, una costumbre, pero hubo por lo menos seis equipos que estuvieron a su altura y dieron batalla. La espectacularidad de las instancias finales en el CASI, en la cancha y en las tribunas, sintetizó lo exitoso de la temporada. Desafiante para los jugadores, atractiva para el público, seductora para los auspiciantes.
En definitiva, el rugby de Buenos Aires materializó algo que anhelaba desde hacía muchos años: lograr el mejor torneo posible. Es justa esa aspiración y es lógico que esto conspire contra otras competencias locales, como el Nacional de Clubes y el Argentino de Uniones, en la medida en que el calendario es estrecho. Si, en cambio, no resulta lo mejor para el resto del rugby argentino, resolverlo es algo que le compete a la UAR y las demás uniones provinciales.
La URBA posee al 40% del padrón de rugbiers del país, y es natural que los mejores surjan de allí y que albergue al mejor torneo doméstico. Doméstico, que no es sinónimo de amateur: la URBA, como todo el rugby argentino, tiene pendiente definir qué es amateur, qué es profesional y cuál es el espacio donde indefectiblemente en algún punto se solapan.
Los conflictos aún están lejos de ser superados. Mañana, por ejemplo, tres equipos deberán ceder la localía por tener suspendidas sus canchas, mayoritariamente por uso de pirotecnia. Una curiosidad: Alumni será local en Bella Vista cuando también sobre Regatas pesa una suspensión, que pagará más adelante. Hubo muchas quejas de los clubes al respecto, pero primó la letra del reglamento. Corresponde lo primero, vale la pena rever lo ulterior.
Suena ridículo, también, que luego de la fecha de mañana haya inmediatamente una interrupción de dos fines de semana. Una estaba programada a raíz de los cuartos de final del Nacional de Clubes y la otra fue cambiada para dar descanso el fin de semana que desemboca en el 1° de mayo.
Uno de los aspectos en los que la URBA hizo foco es la seguridad del juego. Luego de la seria lesión cervical que sufrió Jerónimo Bello (SIC) en 2016 al derrumbarse un scrum y del fallecimiento de Gonzalo Castro (Berazategui RC), que no tenía apto médico, por un paro cardíaco en pleno partido el año pasado, la unión endureció la severidad de los controles.
“No nos hagamos trampa a nosotros mismos”, pidió en ese sentido Patricio Roán, el presidente de la entidad, durante la presentación del campeonato, dos semanas atrás en GEBA, donde también se refirió al incremento de los casos de doping. En pos de esa premisa, resultaría positivo que estos temas (suspensiones de canchas, causas de un deceso, doping) salieran a la luz, cuanto menos para evitar suspicacias.
La corona, en riesgo
En cuanto a lo deportivo, pocas veces en sus 118 años de existencia el certamen estuvo tan abierto como ahora. Hindú, el campeón, presente en las últimas seis finales (ganó cuatro), aparece diezmado. Excepto por un cambio de reglas, ya no podrá contar con Joaquín Díaz Bonilla, Bautista Ezcurra y Sebastián Cancelliere, entre otros. Tampoco estarán por primera vez en más de 20 años como jugadores o entrenadores Nicolás y Juan Fernández Miranda.
Sigue siendo un candidato de peso, pero se abre un abanico de posibilidades para otros aspirantes. Alumni, con la experiencia de ser subcampeón a cuestas; el SIC, con la base del año pasado; Pucará, cada vez más afilado; San Luis, el mejor equipo de la primera etapa del Nacional; Newman, con el hambre de siempre. Más atrás, pero igualmente amenazantes, aparecen Belgrano, el CASI, Regatas y CUBA, si logra sobreponerse a los conflictos internos. Los ascendidos San Martín y Lomas pelearán por la permanencia.
En definitiva, una paridad que hace aun más atractivo a un torneo ya de por sí altamente competitivo. Cada partido es relevantes. Un triunfo y una derrota mañana pueden marcar la diferencia entre jugar y mirar por televisión la final 24 de noviembre. Falta mucho, pero el margen ya es estrecho.