LA NACION

Cuchi Leguizamón y Violeta Parra, revisitado­s con intensidad y pasión

Mariana Baraj y Fernando Barrientos reversiona­n a dos íconos de la música popular a cien años de su nacimiento

- Gabriel Plaza

El año 1917 fue clave para la música popular de América Latina. El 29 de septiembre nacía en Salta el Cuchi Leguizamón, autor de himnos del folclore argentino como “Balderrama”, “Zamba de Lozano”, “La arenosa” y Maturana”, entre otras piezas fundaciona­les de un estilo renovador. Una semana después –el 4 de octubre– nacía en Santiago, Chile, Violeta Parra, un ícono de La Nueva Canción, a partir de obras que marcaron a varias generacion­es: “Volver a los 17”, “Casamiento de negros”, “Arriba quemando el sol”, “Maldigo del alto cielo” y “Que he sacado con quererte”.

Un siglo después la cantante, compositor­a y percusioni­sta Mariana Baraj, y el cantante y compositor Fernando Barrientos –artistas que formaron parte de la camada revitaliza­nte de la escena de raíz folclórica de los últimos quince años– tomaron esa obra inagotable para hacerla propia en el disco Cuchi Violeta 100 años, que presentará­n mañana, a las 21, en el Teatro Xirgu (Chacabuco 875).

El dúo consigue un trabajo orgánico que respira intensidad en el cruce que se produce entre la voz cruda y la guitarra con cuerdas de acero de Fernando Barrientos, y la naturaleza de una percusión y la voz primal de Mariana Baraj. En el álbum alumbran un puñado de piezas milagrosas que surcaron el siglo manteniend­o su fuerza original. “Las canciones de Leguizamón y Violeta son subversiva­s, incendiari­as, perturbado­ras y de una belleza oscura. Son artistas inmortales que hacen que este mundo sea mejor”, cuentan los creadores del tributo Cuchi Violeta 100 años.

Mariana Baraj tiene una sólida trayectori­a plasmada en siete discos fundamenta­les, desde el debut con Lumbre (2002) hasta Vallista (2015), donde rescató joyas folclórica­s y desarrolló una labor original como compositor­a, secundada por artistas como Lisandro Aristimuño y Fernando Ruiz Díaz. Mientras que Fernando Barrientos es el creador de una obra trascenden­tal en Mendoza y trazó un nuevo horizonte musical junto al guitarrist­a y compositor Tilín Orozco, a partir de la trilogía de los discos Celador de sueños (2004), Pulpa (2008) y Tinto (2013).

–¿Cómo dialoga la obra del Cuchi y Violeta con la música que se produce actualment­e?

Mariana Baraj: –Son artistas con una obra que se va resignific­ando todo el tiempo. En la actualidad es abordada por músicos de diferentes géneros. Es una semilla que echó raíces y seguirá dando frutos en generacion­es venideras, porque es una gran fuente a la que uno siempre puede ir a beber.

Fernando Barrientos: –Las grandes obras de arte conviven en todos los tiempos. Es como la música popular de 1800, las grandes obras del jazz y la música

clásica que nos han dejado piezas increíbles. Las canciones de Cuchi y Violeta son parte de esa configurac­ión universal que nos identifica. –¿Qué puntos de contacto encontraro­n entre dos figuras tan fuertes y distintas? Baraj: –Así como tienen muchas diferencia­s tienen muchos elementos en común con la raíz folclórica, que se mantiene todo el tiempo. Ambos tienen una carga muy fuerte con la identidad, que hace que al día de hoy sus canciones se sigan cantando. –¿Con una obra tan vasta cómo definieron el repertorio? Barrientos: –El punto de partida fue cómo nos sentíamos nosotros cantando ciertas canciones. Los habíamos escuchado mil veces y empezamos a selecciona­r a partir de lo que resonaba en nuestro corazón. Hicimos un casting impresiona­nte. Elegimos las mejores, las que nos decían cosas a nosotros y las que nosotros también le podíamos decir cosas a la canción.

Baraj: –Nos quedaron grandes canciones afuera, pero priorizamo­s lo emocional.

–¿Qué recuerdos personales tienen con estas canciones?

Baraj: –Mis primeras canciones de Violeta las descubrí con el disco de Mercedes Sosa. Pero en la escuela aprendí a cantar “La petaquita” de Violeta, que está muy ligada a mi infancia, y “Zamba de Lozano”, que a través de mi padre me acompaña desde siempre.

Barrientos:– A los 13 años Violeta no me copaba tanto hasta que mi viejo me dijo: “Escuchá las letras, güevón”. Al Cuchi lo recuerdo por el Dúo Salteño, algo inolvidabl­e. Cuando los escuché sentí que mi vida ya no iba a ser igual. Estas canciones te mejoran como persona.

La obra del Cuchi y Violeta es una gran fuente a la que uno siempre puede ir a beber (Baraj)

Cuando los escuché mi vida ya no iba a ser igual (Barrientos)

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Baraj y Barrientos recrean clásicos del Cuchi Leguizamón y Violeta Parra

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