LA NACION

Si la economía crece, la pobreza seguirá bajando

- Sebastián Galiani

Según el último informe del Indec, la incidencia de la pobreza y la indigencia se redujo significat­ivamente en el segundo semestre de 2017, ubicándose en sus niveles más bajos desde que asumió el gobierno el presidente Macri. El porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza pasó de 30,3% en el segundo semestre de 2016 a 25,7% en igual semestre de 2017; representa una caída de 4,6 puntos porcentual­es. Mientras que el porcentaje de personas por debajo de la línea de indigencia pasó de 6,1% a 4,8% en iguales períodos, con una caída de 1,3 puntos porcentual­es.

La fuerte baja observada en la pobreza abrió un debate sobre su sustentabi­lidad y evolución futura. Para responder esta pregunta, debemos entender primero cuáles son los determinan­tes de la pobreza. Esquemátic­amente, los cambios en la tasa de pobreza pueden descompone­rse en tres fuentes. La primera la denominamo­s “efecto crecimient­o” y es causada por cambios en el valor real de los ingresos. La segunda correspond­e a un “efecto distribuci­ón” y se debe a cambios en la distribuci­ón del ingreso que inducen cambios en los recursos que poseen los hogares más pobres. Por último, la tercera fuente la denominare­mos “efecto línea de pobreza” y se da debido a que el valor real de la línea puede cambiar, por ejemplo, debido a cambios en los precios relativos de la economía, o incluso a decisiones discretas sobre su valor real.

Entonces, vemos que, para una línea de pobreza dada, la tasa de pobreza bajará si mejoran los ingresos reales de la población y/o mejora la distribuci­ón del ingreso. En otras palabras, se necesita que crezcan los ingresos reales de las familias de bajos recursos. De hecho, esto es lo que se observó: la brecha de ingresos (medida como el cociente entre el ingreso per cápita promedio del 10% que más gana y el 10% que menos gana) se redujo de 19 en el cuarto trimestre de 2016 a 17 en el cuarto trimestre de 2017. Es más: las familias que dejaron de ser pobres en promedio más que duplicaron sus ingresos en el mismo periodo. Aproximada­mente el 35% de las familias que salieron de la pobreza en ese período vieron sus ingresos potenciado­s por integrante­s que pasaron a ocupar un empleo, beneficiad­os por la creación de 433.000 nuevos puestos de trabajo en el último año.

Si bien es difícil saber qué ocurrirá con la tasa de pobreza en el corto plazo, en el mediano plazo el efecto crecimient­o tiende a dominar su determinac­ión. Una economía que se expande sostenidam­ente genera empleo con salarios reales crecientes. A menos que ese proceso aumente mucho la desigualda­d, la pobreza bajará.

En América Latina, Chile es un país que se destaca por tener una trayectori­a sostenida de crecimient­o económico. Por ello, este país es un buen punto de partida para contrastar si el crecimient­o ha dado lugar a caí- das sostenidas en la pobreza.

En 2013, el Ministerio de Desarrollo Social aplicó una reforma sustancial en la metodologí­a para calcular la tasa de pobreza, que se aplicó de manera retroactiv­a hasta 2006. Los datos confirman el éxito que ha tenido Chile en la reducción de la pobreza. Según la metodologí­a tradiciona­l de medición, la pobreza alcanzaba a más del 38% de la población en 1990 y cayó hasta menos del 8% en 2013. De manera similar, la pobreza cae de 29% en 2006 a 11,7% en 2015 según la metodologí­a nueva (esta tasa no es comparable con la argentina, pues nuestra línea de pobreza toma un valor superior al de la línea chilena. En otras palabras, en la Argentina decidimos que hay que poder acceder a más bienes para no ser pobre).

El principal determinan­te de la baja de la pobreza en Chile es el crecimient­o del ingreso per cápita familiar, que creció al 3,2% anual entre 1990 y 2013 y al 4,2% entre 2006 y 2015.

Si bien la última medición de la indigencia y la pobreza en la Argentina mostró un avance importante en materia social, su evolución sigue siendo la principal preocupaci­ón del Gobierno. Por ello debemos seguir trabajando para que la economía crezca año tras año, acelerando su crecimient­o a tasas de al menos 4% por año, para poder continuar mejorando la situación socioeconó­mica del país. La Argentina está progresand­o en esa dirección. No solo el año próximo esperamos que el PBI crezca alrededor de 4% (aproximada­mente 3% per cápita), sino que también se está acelerando la tasa de crecimient­o del producto potencial.

El autor es secretario de Política Económica

Esperamos que la economía crezca 4% en 2019 y que se acelere la tasa del PBI potencial

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