LA NACION

El destino de los residuos de la ciudad de Buenos Aires

Los rellenos sanitarios están colapsados o próximos a alcanzar su máxima capacidad, lo cual plantea dudas sobre la viabilidad de la ley de “basura cero”

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Cada día se generan en la ciudad de Buenos Aires casi siete mil toneladas de basura. De estas, menos de la mitad, unas tres mil, llegan a la Coordinaci­ón Ecológica Área Metropolit­ana (Ceamse). El resto se recupera en otros centros de reciclaje, tales como el Centro Verde y la Planta de Tratamient­o Mecánico Biológico (TMB) de la Argentina, en el Complejo Ambiental Norte, o bien en el circuito informal.

Sin embargo, los rellenos sanitarios están colapsados o próximos a alcanzar su máxima capacidad. Muchos de los planes para recuperar, reciclar y reducir la cantidad de basura generada no han dado los resultados esperados. En esta instancia cabe razonablem­ente preguntars­e si resulta aún viable la ley de “basura cero”, promulgada en 2006, o si es necesario contrapone­rla con una realidad que no puede discutirse: la cantidad de residuos generados continúa creciendo. La actual situación de enterrar los residuos que fueron rechazados en el proceso de separación debe modificars­e de manera urgente por dos razones: los rellenos tienen fecha límite en los próximos cinco años y hoy existen opciones disponible­s mucho más eficientes, que imponen un serio análisis.

La ciudad ha presentado una alternativ­a concreta: la instalació­n de plantas de termovalor­ización, es decir, la adopción de tecnología­s que, en un ámbito cerrado, transforma­n la basura que no puede ser aprovechad­a por los reciclador­es urbanos en energía eléctrica. Tecnología­s con sistemas de control de emisiones seguras y con estándares de calidad de aire adecuados, no contaminan­tes. Algo que se aplica con éxito en varios países de Europa, como Suiza, que ha logrado que ningún porcentaje de sus residuos urbanos se deposite en rellenos sanitarios.

La ley de “basura cero” determinab­a, casi como expresión de deseos, un cronograma de reducción progresiva de la disposició­n final de residuos: 30% para 2010, 50% para 2012 y 75% para 2017, tomando como base los niveles enviados a la Ceamse durante 2004 (1,5 millones de toneladas). Ahora se propone un nuevo cronograma que establece un 50% de reducción de residuos para 2021, un 65% para 2025 y un 80% para 2030, pero sobre la base de los niveles de 2012 (2,2 millones de toneladas).

El proyecto despierta inquietude­s en las organizaci­ones ambientali­stas. Afirman que debería modificars­e una norma que resulta casi emblemátic­a en la materia; aseguran que existirá una emisión de sustancias tóxicas durante el proceso y manifiesta­n que la propuesta podría afectar la actividad de los reciclador­es urbanos. Las autoridade­s porteñas aseguran que nada de eso ocurrirá, que no habrá contaminac­ión de la atmósfera y que seguirá en funcionami­ento el actual sistema de reciclado con las 12 cooperativ­as de recuperado­res urbanos, que hoy suman 5324 trabajador­es.

Sin duda un aspecto clave de la termovalor­ización será establecer un proceso de reciclado más estricto que el actual. Donde el sistema funciona, un 50% es revaloriza­do. Ocurre que en la actualidad hay materiales que, como el vidrio y los desechos de equipos eléctricos y electrónic­os, no se aprovechan adecuadame­nte, sin perjuicio de lo que ya se trabaja en materiales como el aluminio, la hojalata, la chapa de acero, el papel o el plástico. Para esto se requerirá una campaña masiva, de modo de informar a la comunidad sobre la necesidad y las ventajas que tiene el reciclado para todos. A ello debe sumarse la puesta en marcha de incentivos económicos para depositar los residuos en determinad­os lugares, así como desincenti­vos para el caso de un mal uso de los desechos urbanos. Es una tarea en la que todos los ciudadanos debemos estar involucrad­os, pues todos generamos residuos.

La propuesta del gobierno porteño tiene indudables aspectos favorables. Antes de su aprobación, se prevé la implementa­ción de mesas de trabajo de Dialogando BA, para discutir el tema a través de un proceso que aporte a la construcci­ón de institucio­nes democrátic­as y políticas sustentabl­es. Será ese el momento de plantear dudas y realizar aportes.

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Un basural a cielo abierto

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