LA NACION

Sobrevivió a la caída del avión, caminó 7 km en busca de ayuda y está gravísimo

Lenard Ibáñez salió de Trelew para sumar horas de vuelo y en Madryn subió a tres pasajeros; en un aterrizaje de emergencia, murieron las dos mujeres; él y un amigo tienen severas quemaduras

- Evangelina Himitian

Estaba muy cerca de alcanzar su sueño: dejar de ser el cartero de Trelew para convertirs­e en piloto comercial. Le faltaban unas pocas horas de vuelo para llegar a las 200 y poder rendir el examen. Por eso, Lenard Ibáñez, de 26 años, decidió salir a surcar el cielo el domingo por la tarde. Así empezó la travesía aérea que terminó en tragedia: murieron dos pasajeras, Gabriela López y Silvia Costa, tras prenderse fuego la cabina en pleno viaje. Lenard intentó un aterrizaje de emergencia, cerca de la estancia La Adela, a pocos kilómetros de Puerto Pirámides, en la provincia de Chubut. Pese a los golpes, logró salir de la aeronave antes de la explosión y llamar a un piloto amigo para pasarle las coordenada­s.

Después, con el brazo quemado y muy lastimado, corrió casi siete kilómetros para pedir ayuda en el casco de la estancia. No lo consiguió y se desmayó antes. Pero su amigo había dado aviso a la estancia y entonces los cuidadores del campo salieron a buscarlo y auxiliaron al otro pasajero herido. Cuando llegaron al lugar, las pasajeras ya habían fallecido.

Ocurrió el domingo en la provincia de Chubut. Ayer, Ibáñez se encontraba en coma farmacológ­ico debido a que tiene afectadas las vías respirator­ias y el 35 por ciento del cuerpo con quemaduras, confirmaro­n fuentes del Hospital Ísola de Puerto Madryn, a donde fue trasladado.

Los gases que inhaló dentro de la cabina durante el incendio le provocaron importante­s lesiones, lo mismo que a Ricardo Artiles, de 55 años, que viajaba en el asiento del copiloto y que también se encuentra en estado muy delicado debido a las heridas sufridas. Anoche se especulaba con que sería trasladado a Buenos Aires.

La causa es investigad­a por el juez federal Gustavo Lleral, quien realizó ayer la primera inspección ocular en la estancia La Adela, donde cayó la avioneta anteayer, alrededor de las 18.30. Lleral es el mismo magistrado que el año pasado tomó las riendas de la investigac­ión por la desaparici­ón de Santiago Maldonado, también en Chubut.

Artiles no tiene instrucció­n aérea. Es padre de dos hijos, está divorciado y trabaja, al igual que Ibáñez, en el Correo Argentino.

Ibáñez tiene 26 años y dos hermanos menores, hijos del matrimonio de su madre –que es cabo de la policía– con Germán Tiseira, que también trabaja en el Correo. Desde hace varios años, su pasión es volar. Hace tres años concluyó el curso de piloto en el Aeroclub de Trelew, homologado por la Administra­ción Nacional de Aviación Civil; desde entonces, suma horas de vuelo para convertirs­e en piloto comercial. En diciembre último lo nombraron vocal primero suplente del aeroclub de su ciudad. “Siempre fue muy responsabl­e, muy cuidadoso y atento. Todos lo quieren mucho”, asegura Oscar Fratesi, el instructor de vuelo que lo capacitó.

El domingo a la tarde, como lo hacía todas las semanas, Ibáñez decidió salir a volar. A veces salía después de terminar su horario como cartero. Un empresario de Madryn, que guardaba su avión en Trelew, le había ofrecido que lo usara cuando quisiera. Anteayer, el tiempo estaba bueno y coordinó con Ricardo que lo pasaría a buscar por el aeropuerto de Puerto Madryn. Después, sobrevolar­ían la península, porque el rumor era que ya se veían algunas ballenas. Lo pasó a buscar y allí se sumaron otras dos pasajeras: Silvia Edith Costa y su amiga Gabita López Collins, fotógrafa.

Ricardo Artiles estaba en Madryn porque el día anterior había realizado un trekking de cinco horas, conocido como Sepaucal, en la meseta de Somuncurá, en el límite entre Río Negro y Chubut. Participó de la salida que organizó el grupo Trekking Patagónico. La excursión salía 300 pesos, era de intensidad baja y ofrecía un paseo único por esa zona de la meseta. Se trata de recorridos en los que, según explica Marcelo Balbi, el organizado­r, se prioriza el contacto con la naturaleza. Muchos de los asistentes también suelen participar de retiros de meditación o practicar reiki.

Las amigas

Así fue como Artiles conoció a Silvia hace algún tiempo y también a su amiga Gabriela. Silvia tenía una tienda de ropa de la India en Madryn, que se llama Wu Wei, y era mamá de una niña de siete años. Gabriela era fanática de la fotografía y decidió subirse al vuelo para retratar desde el aire los animales acuáticos de la península.

Abordaron todos en Madryn y empezaron a sobrevolar la zona. El sol se estaba ocultando en el horizonte, sobre el mar. Eran casi las 18.30. Habían recorrido 114 kilómetros desde el despegue y cuando volaban la zona de Puerto Pirámides advirtiero­n que había fuego en la cabina. Algunas versiones indica-

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facebook Lenard Ibáñez tiene 26 años y es el piloto del vuelo
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Gabriela López, Ricardo Artiles y Silvia Costa

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