LA NACION

La NBA entiende que Golden State asume el legado de San Antonio Spurs

Por resultados, filosofía y estrategia­s, el mundo de la NBA entiende que los Spurs, de cierta manera, les entregan el mando a los Warriors

- Diego Morini

OAKLAND.– El Oracle Arena parece una nave espacial enclavada en esta ciudad a la que la rodean una infinidad de automóvile­s y que es celosament­e observada por la hermosa y orgullosa San Francisco. Es suelo de campeones la porción menos poderosa de la bahía y se asoma presumida por su condición de tierra sagrada en el universo de la NBA. Los Warriors tomaron las riendas de la competenci­a desde hace cuatro años, por lo tanto, es importante sentirse parte de la historia. Porque desde San Francisco miraban con desconfian­za al equipo de Oakland, pero ahora eso ya es cuestión del pasado. Es que así como los Spurs impusieron una forma de expresarse en el campo por más de 16 años, desde hace casi cinco, Golden es, de la mano de Steve Kerr, el conjunto que casi redefinió el básquetbol en la liga estadounid­ense con la espectacul­aridad de Stephen Curry, Kevin Durant, Klay Thompson y Draymond Green. En definitiva, aquí la brisa que llega desde la bahía y pega en la cara permite comprender que estos playoffs tienen frente a frente a la vieja y la nueva escuela.

Un par de cuadras por la calles de Oakland alcanza para advertir que allí se respira básquetbol. Ojo: no siempre fue de esa manera, durante mucho tiempo nadie estaba demasiado pendiente de esa cuestión. Aunque ahora, en el primer paso por aquí, las camisetas de Curry, Thompson y Durant se multiplica­n. Todos saben que el Marriott Downtown, sobre la calle Broadway, es el búnker de Golden, y tratan de observar al paso si es que aparecen algunas de las estrellas que se adueñaron de la pelota en la NBA. Los viejos, los que traen todas las batallas sobre el lomo, buscaron su refugio en la locura de San Francisco a unos 30 minutos del estadio, en el Four Seasons, cerca del Oakland Bridge la ruta más fácil para llegar al Oracle Arena. En ese reducto nadie está pendiente de la pareja con más victorias en la historia de la NBA en playoffs: Parker y Ginóbili, con 132 éxitos. Se advierte el máximo respeto por estas leyendas, pero ahora miran del otro lado de la bahía porque están los chicos que están construyen­do su historia.

Parece elegido por algún guionista este capítulo de postempora­da porque traer a esta ciudad (para muy posiblemen­te cerrar la serie), justamente al equipo que se llenó de brillo con cinco anillos de la NBA, que está en el final de esa era de gloria, que supo pararse arriba de la competenci­a con el Big Three, Duncan, Parker y Ginóbili, que… es como si se tratase de la entrega del mando definitivo, porque por más que el 20 de los Spurs haya asegurado que todo el dominio de su franquicia se terminó con el retiro de Duncan en 2016, lo real es que todos respetan a San Antonio como a un auténtico campeón. Y de alguna forma buscan crean modelos similares, por eso Golden edificó su Big Three con Curry, Thompson y Durant, respeta su forma de juego y eligen cómo organizar su franquicia.

Quizá no se adviertan demasiadas señales de que aquí estarán tratando de dar otro acto de superviven­cia en esta primera etapa de playoffs los Spurs, pero al pasar por el Fisherman’s Wharf de San Francisco se advierte alguna señal de esta situación al divisar algunas camisetas con el 20 de San Antonio en la espalda y el apellido Ginóbili bien grande. Es que los 16 años de competenci­a en la NBA lo transforma­ron en un emblema en cualquier ciudad. Y para poner en contexto las cosas, cuando Manu llegó a la competenci­a, en 2003, ninguno de los jugadores de Golden jugaba profesiona­lmente en la liga estadounid­ense. Los que más experienci­a tienen son David West y Zaza Pachulia con 14 temporadas. Por eso es lógico que hablen con admiración jugadores de la talla de Durant, Curry, Thompson o Green, porque todos miraban al argentino cuando todavía estaban en la preparator­ia.

Y la clave de la herencia quizás esté concentrad­a en la conducción. Kerr fue campeón en San Antonio, compañero de Ginóbili y un estudiante aplicado de las enseñanzas de Gregg Popovich. De allí se traduce esta forma de jugar de su equipo, que primero fue un torbellino de talento que lanzaba a la carrera y anestesiab­a a los rivales a puro triple y ahora se perfeccion­ó como un grupo que defiende con altísima intensidad y que sabe hacer bien lo que fue la bandera que enarbolaro­n los Spurs: pasarse muy bien el balón.

Es posible que algunos crean que nada hay en común entre una y otra franquicia, pero algunos detalles permiten comprender que hay fibras que los conectan. Tanto Pop como Kerr tiene una muy buena relación y de profundo respeto profesiona­l, por eso el entrenador de los Spurs se permite algunas bromas, por ejemplo, con el hijo del técnico de Warriors. Nick Kerr, el hijo de Steve, estuvo trabajando como asistente de video en los Spurs y Pop dijo en The Mercury News, con su habitual sentido del humor: “Le damos palmaditas en la espalda para que no se lleve nada a casa. No tiene permitido un teléfono celular. No podemos confiar en él”.

En pequeños gestos se advierte que hay una forma de llevar adelante un proyecto que Spurs primero impuso con la conducción de Popovich y que hoy Kerr readaptó y aggiornó para sus Warriors. Aunque entre ellos siempre hay historias que los unen. Hace un tiempo el técnico de Golden contó que Pop impuso pagar las comidas de sus jugadores cada vez que se cruza con ellos en un restaurant­e, y que es una política que instaló desde a sus primeros años en la NBA. Entre 1998 y 2003 Kerr, que ganó dos anillos con Spurs, disfrutó de ese beneficio y la última vez que se cruzaron en un restaurant­e contó que Pop volvió a pagarle la cena: “Esa es una especie de regla. Él hizo la regla cuando estábamos jugando. Él tiene esa regla. Si terminás en el mismo restaurant­e que Pop, él automática­mente levanta la cuenta”.

Se advierte en el ambiente de esta ciudad que hay nuevos aires. En un año se mudarán de Oakland a San Francisco y el Golden Gate será la unión perfecta entre el presente y el pasado de los Warriors. Y sin duda que se verá una vez más cómo hay un puente entre San Antonio y Golden que permite reconocer en jugadores como Ginóbili o Durant, la vieja y nueva escuela de la NBA.

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Ezra shaw / afp Stephen Curry, la estrella de Golden, el equipo que desde hace cuatro temporadas tomó las riendas de la competenci­a

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