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Encaminado al título en la Superliga, Boca no recupera la mística en la Libertadores y se complica
CoMo LoCaL, PErdió 2-0 CoNtra PaLMEiraS
No había un clima previo como los que acostumbra a deslumbrar la Bombonera. Esa que muchos minutos antes de que salgan al campo los equipos empieza a latir al ritmo de las canciones y los saltos de público. Esta vez se respiraba tensión y preocupación. Hasta el mismísimo Mario Vargas Llosa lo podía sentir en un palco. El hincha sabía que era un partido determinante para las aspiraciones: con el triunfo, la clasificación a 8os de final estaba casi sellada; una derrota, en cambio, obligaba a imponerse sobre Junior, en Barranquilla. Y se sabe que este Boca, pese a que anoche cumplió 500 días como puntero nacional, últimamente no traslada una plena confianza. Especialmente en los juegos de esta clase. Palmeiras no era un rival fácil. Y esa sensación se hizo realidad: la caída complica el escenario. Y, como se anunciaba desde hace varios partidos, Agustín Rossi tuvo una gran responsabilidad: apagó bruscamente el mejor momento de su equipo.
En algún que otro partido, el público desaprobó el juego con los pies del arquero. De hecho, en el primer minuto, paralizó los corazones xeneizes cuandorechazóconKenoencimaycometió un blooper que estuvo cerca de terminar en gol. No obstante, será difícil encontrar una respuesta coherente que explique lo que decidió Rossi hacer a los 22 minutos del complemento: salió fuera del área a rechazar de cabeza un pelotazo, chocó y lastimó a Vergini, dejó corto el rechazo y, en la desesperación, nunca reaccionó para retornar al arco luego de varios rebotes: se despertó cuando el toque suave de Lucas Lima, la figura de Palmeiras, enviaba el balón a descansar contra la red.
Fue un típico partido de Copa Libertadores: con un primer tiempo en el que ambos equipos abusaron de en el tiempo de estudio sin abrumar al rival. Sin oportunidades concretas, a faltó profundidad: los brasileños no tenían otra herramienta que el disparo de media distancia –siempre desviado–, y a Boca le faltaba el último pase para que ser totalmente claro.
Dos distracciones le fueron suficientes al equipo paulista para ponerse en ventaja, sin mérito alguno, a falta de cinco minutos para el entretiempo. Primero, Emmanuel Mas se relajó pensando que la jugada finalizaba en un lateral y, en efecto, dejó muchos metros libres para que Marcos Rocha coloque un centro exacto a la espalda de Leonardo Jara: Keno, el volante por la izquierda, de cabeza, cruzó la pelota y abruió inesperadamente el marcador. Pero para Boca lo peor llegó un minuto después, cuando Ramón Ábila falló de manera insólita, debajo del arco de un vencido Jailson. Tevez guapeó, Pavón lanzó un centro raso y potente y, luego, la historia contada.
Boca jugó una mitad de segundo tiempo para empatar e intentar ganar. Aún con la ventaja de que el árbitro chileno Roberto Tobar omitió expulsar a Magallán, que a los dos minutos debió irse expulsado. Una volea desviada de Pavón dentro del área, una buena maniobra de Pablo Pérez que estuvo a centímetros de colocar la pelota en el segundo palo, un cabezazo de Nández por encima del ravesaño y un remate furioso del Siete Bravo, desde la izquierda, que Jailson sacó espectacularmente.
Era el mejor momento de Boca, pero el N°12, ese bendito número azul y oro que identifica a los hinchas, esta vez jugó en contra con el error de Rossi que, a algunos, le hará recordar el fallo de Agustín Orion ante Independiente del Valle en las semifinales de la Copa Libertadores 2016. El grito de Lucas Lima ahogó el ánimo de Boca, que está en aprietos: en una semana deberá jugarse su suerte en Barranquilla.