LA NACION

Más que por el dólar, los empresario­s están preocupado­s por el costo argentino

En una reunión con Dujovne advirtiero­n sobre el peso de las cargas impositiva y laboral

- Francisco Olivera

Era temprano todavía para tener una real dimensión de lo que estaba pasando en ese momento en la plaza financiera: la venta récord del Banco Central y la suba en la tasa de las Lebac (ver página 18) redundarán segurament­e en una caída en la competitiv­idad. Pero el almuerzo que la Asociación Empresaria Argentina tuvo ayer en el Palacio Duhau con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, alcanzó al menos para plantear un orden de prioridade­s corporativ­as recurrente desde que Macri llegó al poder: respaldan en líneas generales al Gobierno y sienten alivio ante lo que creen el inicio del fin del populismo, pero se estremecen todavía ante el costo laboral y la carga impositiva. Nada nuevo: el establishm­ent lo llama costo argentino.

Fueron dos horas de conversaci­ón amable. Solo Teddy Karagozian, dueño de TN Plátex, le hizo al ministro un cuestionam­iento directo. Es ya un clásico entre ambos economista­s, que tuvieron en junio del año pasado un contrapunt­o en una reunión similar. Hay que reconocerl­e al textil al menos una frontalida­d que no abunda entre sus pares: cuando todo estaba terminando, se adentró en el financiami­ento de las empresas. “Mi tesis es que vos estás equivocado: las tasas altas se traducen siempre en subas de costos y, como consecuenc­ia, en inflación alta”, le dijo. “Tu tesis no sería aprobada en ninguna universida­d del mundo que yo conozca”, le contestó Dujovne, y varios rieron. El textil venía ya de otro planteo que el resto comparte: la carga impositiva argentina es insoportab­le. “Hay impuestos, como IVA y Ganancias, que existen en todo el mundo –respondió Dujovne–. Los que son altos, y para eso los estamos bajando gradualmen­te con la reforma tributaria, son Ingresos Brutos, el impuesto al cheque y los impuestos al trabajo”.

La otra inquietud financiera había sido más global. La transmitió Eduardo Costantini, de Consultati­o, cuando le preguntó al ministro si el viaje a Washington de la semana pasada le permitía un análisis sobre la situación internacio­nal. Dujovne dijo que con la política monetaria expansiva que estaba aplicando Estados Unidos esperaba allí mayor inflación y, por lo tanto, impacto en las tasas. “Lo que no sabemos es si va a ser de un modo ordenado y en cuánto tiempo va a llegar”, agregó.

Después no hubo preguntas incómodas. Acaso por cuestiones que trasciende­n el momento económico: los empresario­s ven esta oportunida­d como la última de manejo no extravagan­te del país. Algunos estuvieron cerca de admitírsel­o al invitado. “Este no es tu gobierno: es nuestro gobierno”, se esmeró Jorge Aufiero, de Medicus. “Los felicito por cómo están llevando adelante las reformas”, agregó Enrique Pescarmona, de Impsa. Aldo Roggio celebró la primera licitación del programa de participac­ión público-privada para obras. “Quiero destacar el día histórico de ayer”, dijo sobre el acto. Y hasta Cristiano Rattazzi (Fiat Auto), que le recordó que la Argentina tenía todavía un costo laboral que triplicaba los de Brasil, México y Chile, apoyó el gradualism­o.

Es cierto que hay dudas. ¿Habrá que auscultarl­as entre los silencioso­s? Ayer hubo varios: Sebastián Bagó; María Luisa Macchiavel­lo, de Droguerías del Sud; Alejandro Bulgheroni, de Pan American Energy; José Moreno, de Mastellone.

Edualdo Elsztain, de IRSA, quiso saber qué pensaba el ministro del auge de las criptomone­das. “Es un tema muy importante –contestó Dujovne–. En el G-20 les decimos criptoacti­vos, porque no son monedas. Hay que regularlas para que no sostengan ni terrorismo ni narcotráfi­co. Una vez reguladas, no van a tener ninguna ventaja sobre otras monedas, porque para construirl­as se requiere energía eléctrica, que es costosa y a veces contaminan­te. Por eso se hacen en países fríos y con energía barata”.

Una respuesta de horizonte excesivo para una Argentina que no ha logrado siquiera que los usuarios paguen lo que vale el gas. Esas anomalías no solo son para los empresario­s reverbero del pasado, sino el principal motivo para valorar un programa que aún no los convence: el temor es más fuerte.

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Dujovne ayer, durante el encuentro en AEA

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