LA NACION

El oficialism­o solo logró tomar oxígeno frente a una larga batalla

- Laura Serra

El jefe del interbloqu­e de Cambiemos Mario Negri tomó la decisión cuando vislumbró que la oposición obtendría quórum en la sesión especial a la que convocó en la Cámara de Diputados. El presidente del cuerpo, Emilio Monzó, y Nicolás Massot, jefe de los diputados de Pro, la compartier­on. “Hay que bajar a dar quórum”, fue la orden que sorprendió a toda la tropa oficialist­a. Y así fue: Negri sentó a los suyos en las bancas y le frustró a la oposición toda posibilida­d de avanzar en su proyecto para revertir el alza de las tarifas de servicios públicos que dispuso el Gobierno.

El oficialism­o consiguió oxígeno, pero de ninguna manera ganó la partida final. Muy por el contrario: una vez que obtenga el dictamen (la semana próxima) la oposición tendrá mayoría en la Cámara de Diputados para votar su proyecto. A su turno, el Senado también lo aprobará: el jefe del bloque del PJ no kirchneris­ta, Miguel Pichetto, replicó en la Cámara alta la misma iniciativa opositora de Diputados. Ergo, en el final del camino se intuye el veto del Poder Ejecutivo. Un costo político de consecuenc­ias impredecib­les para el gobierno de Mauricio Macri.

Pero no son las únicas malas noticias para el Gobierno: ayer quedó demostrado que sus supuestos aliados no son tales y que no será fácil domar al Congreso en lo que queda del mandato de Macri. Martín Lousteau, flamante afiliado radical, se sentó con la oposición. El “peronismo racional” no kirchneris­ta, que responde a los gobernador­es, demostró que no tiene pruritos en exhibirse junto al kirchneris­mo cuando olfatea que un tema con sensibilid­ad social (como es el de las tarifas) puede jaquear al Gobierno. El Presidente, al mantener intacta su política tarifaria, pretende que sean las provincias y los municipios los que afronten la responsabi­lidad de amortiguar el impacto de las subas. Los gobernador­es rechazaron esta fórmula. Incluso algunos diputados del oficialism­o dudan de su constituci­onalidad.

Se reflota, así, la histórica puja entre unitarios y federales, la de una Buenos Aires subsidiada versus el interior, que hace rato se queja por los altos costos tarifarios. Una pulseada que promete agravarse si el Gobierno no toma cabal dimensión del problema.

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