LA NACION

En la pelea por las tarifas, a Macri le preocupa la Justicia

- Carlos Pagni

El Gobierno y la oposición están enredados en la mayor batalla económica que se prevé para antes de las elecciones del año próximo. Es el combate por las tarifas, del que dependen la reducción del déficit fiscal, la superación de la crisis energética y el nivel de inversione­s en un negocio estratégic­o para el desarrollo. El conflicto excede la agenda económica. El costo de la luz y del gas, y su relación con los niveles de inflación, determinar­á el humor social de la campaña por la sucesión presidenci­al. Esa es la pelea.

Mauricio Macri no está prestando atención al alboroto del Congreso. Le preocupa la Justicia. En las últimas horas estuvo buscando alguna fórmula jurídica que le permitiera blindar los nuevos precios ante una eventual avalancha de medidas cautelares. En su fallo de 2016, la Corte fijó un criterio muy ambiguo: la razonabili­dad, que estaría ligada a la capacidad de pago de los usuarios. Esa hendija es peligrosa. Mucho más ahora, que la relación entre el presidente y Ricardo Lorenzetti se ha enfriado.

No es el único conflicto judicial que ha desvelado a la Casa Rosada en las últimas horas. Allí respiraron cuando el juez Pablo Tejada, a cargo del concurso de OCA, fijó una audiencia para el 10 de mayo, destinada a analizar la situación impositiva de ese correo privado. ¿Tejada fue receptivo a una inquietud del Gobierno? Sin su decisión, el Ente Nacional de Comunicaci­ones (Enacom) debería suspender la licencia de OCA en su reunión de hoy. Ante ese posible desenlace, Hugo Moyano había anunciado un paro de camioneros. Ayer lo canceló. Un funcionari­o que conoce los intereses del sindicalis­ta como nadie explicó: “Los niveles de agresivida­d y razonabili­dad de Moyano suben y bajan según la situación de OCA”. Patricio Farcuh, el dueño de OCA, que niega ser testaferro de Moyano, disfruta de un envidiable privilegio tributario. Debe a la AFIP 2500 millones de pesos, que son parte de la deuda concursada. Su deuda posconcurs­al suma 1600 millones de pesos, para los que consiguió facilidade­s. De ese monto solo habría pagado 10 millones de pesos. Farcuh había anunciado en una solicitada el vaciamient­o de OCA SRL, que se transforma­ría en OCA SA. Los empleados pasarían de una a otra sin indemnizac­ión. Y sin que Moyano abra la boca. Pero Farcuh cuenta, a diferencia de otros contribuye­ntes, con un par de prerrogati­vas. El Gobierno no quiere pagar el costo de liquidar OCA desde la Enacom. Y Moyano lo defiende con un paro. A este empresario le alcanza con esos recursos para estar a salvo. No necesitarí­a recurrir a Nicolás Caputo, con quien compartió varios contratos en la ciudad de Buenos Aires. Un caso típico de la Argentina de la avivada, con la que Macri pretenderí­a, como dice en sus discursos, terminar.

La tercera tormenta judicial que mira con interés el oficialism­o tiene que ver con Vaca Muerta. El lunes el Presidente viajó a ese megayacimi­ento para explicar su política energética. Y se ufanó de haber conseguido un acuerdo con empresario­s y sindicalis­tas para mejorar la productivi­dad. La extracción de gas ha aumentado mucho en el primer bimestre de este año. Sin embargo, los costos laborales siguen siendo altísimos. Pueden representa­r el 70% de la facturació­n de una empresa de servicios. En este contexto, se vuelve significat­ivo el procedimie­nto que realizó ayer el juez federal Luis Rodríguez para investigar contratos de YPF con empresas que estarían ligadas con el sindicalis­ta petrolero y senador nacional Guillermo Pereyra. ¿La investigac­ión de Rodríguez es causa o consecuenc­ia de la desidia de Pereyra para cumplir con el acuerdo que enorgullec­e a Macri? Vaca Muerta es una obsesión del Presidente. El denunciant­e de Pereyra es Leandro López, diputado nacional de Pro. Ahora pondría la mira sobre Miguel Ángel Zarzur, de la polifacéti­ca empresa de catering, soldaduras, transporte de cargas y servicios ambientale­s Bacs SA. ¿Zarzur y Farcuh son gemelos? Podría ser. Pereyra y Moyano son íntimos amigos.

La controvers­ia tarifaria en el Congreso genera en el Ejecutivo menos estrés que el movimiento judicial. Sencillo: aunque el miércoles que viene la Cámara de Diputados modere el aumento y diseñe uno que ajuste según las paritarias, Macri está en condicione­s de vetarlo. Así y todo, hay que anotar una novedad. A los funcionari­os de Cambiemos se les hace cada vez más difícil dominar el Congreso hablando con los gobernador­es peronistas. Casi todos alcanzaron el superávit primario para sus provincias. Ya no sufren un grillete. Aprendiero­n a volar.

La discusión revela, sin embargo, los intereses de las fuerzas que compiten por el poder. Los peronistas, en sus distintas vertientes, aprovechar­on la fisura que se abrió en Cambiemos con las críticas de Elisa Carrió y Alfredo Cornejo. Y apuntaron al corazón de la política económica. Un retiro más pausado de subsidios que obligue a postergar el ordenamien­to fiscal. Lo explicó, socarrón, un diputado: “Si corrigiero­n la meta de inflación, que corrijan también la del déficit”.

Macri no advirtió del todo ese problema. Para sacar la discusión del Parlamento, propuso una reducción de las contribuci­ones que provincias y municipios cobran con las facturas energética­s. La genética de esta iniciativa es interesant­e. También el modo en que murió. La rebaja fue imaginada por María Eugenia Vidal, con independen­cia del Ejecutivo nacional. Quizá Vidal detectó, como Marcos Peña, que en un sector del electorado la obra pública ya no tiene los efectos esperados. En los focus groups del español Roberto Zapata, el experto que nutre a Jaime Durán Barba, aparecen vecinos que se quejan del gasto en infraestru­ctura cuando ellos no alcanzan a pagar los impuestos o tarifas. La gobernador­a habló para esos votantes. Como en otros campos, se adelantó a Macri. Pero siguió siendo respetuosa: comunicó la decisión como el resultado de una orden de su jefe.

El Presidente nacionaliz­ó la receta de Vidal desde Neuquén. No advirtió que, con esa iniciativa, reabría un debate tributario que se había cerrado con la reforma de diciembre. Los peronistas sí lo advirtiero­n. La mayor parte de las jurisdicci­ones no aplican los impuestos bonaerense­s. Por lo tanto, deberían bajar Ingresos Brutos. Y eso quebraría el último pacto fiscal.

El cordobés Juan Schiaretti le comunicó a Miguel Pichetto que, en respuesta a Macri, propondría que la Nación reduzca la alícuota del IVA. En la Casa Rosada sonaron todas las alarmas. La propuesta de Schiaretti era más agresiva para el Tesoro que un recorte más leve en los subsidios. La propuesta del Presidente en Vaca Muerta tal vez quede en el olvido.

El plan peronista para las tarifas no fue pensado por expertos energético­s, sino por zorros electorale­s. Si los precios de la luz y el gas siguen aumentando a lo largo de un año, la inflación no perderá nunca su impulso. Además, las boletas llegarían con aumentos hasta un mes antes de las elecciones. Son derivacion­es relevantes si se tienen en cuenta los términos en que está planteada la pelea electoral.

Tanto para el Gobierno como para la oposición, los votantes se agrupan en tres grandes categorías. Alrededor del 25% creen que el país del kirchneris­mo era una fiesta que Macri vino a estropear. A ese mundo le habla la expresiden­ta cuando propone un congelamie­nto de tarifas. Una curiosidad de esta coyuntura es que ese universo no está cerrado para Macri: su imagen creció 11% entre los más pobres. Otro grupo, que suma más o menos 40% del electorado, adhiere a la política oficial, sobre todo porque sospecha que no hay alternativ­a.

En el medio está la franja de los que, habiendo simpatizad­o con el oficialism­o, no toleran sus ajustes económicos. Ese sector es el destinatar­io del mensaje del PJ no kirchneris­ta. Son los peronistas que se agruparon en Gualeguayc­hú y que serán recibidos hoy por Schiaretti en Córdoba.

Allí están los seguidores de Juan Manuel Urtubey y de Massa, coordinado­s por Pichetto. El objetivo de este sector es muy modesto. Que aumente el descontent­o para poder decir, el año próximo, que el ajuste de Macri es interminab­le. Y provocar, de ser posible, un ballottage.

Los radicales son sensibles a esta descripció­n. Ven con alarma que Macri mejora entre los desposeído­s, pero filtra votos de clase media hacia el PJ. Por eso hablaron de tarifas.

Las encuestas justifican esa alarma. Según Poliarquía, por ejemplo, la imagen de la gestión presidenci­al en su medición de abril cayó 5 puntos. Y las evaluacion­es negativas sobre la marcha del país treparon del 34 al 44%.

En el núcleo del poder se ve todo distinto. Este ajuste sería el último importante. La inflación, por lo tanto, tendría que ceder. La actividad se recupera: el primer bimestre fue el de mayor crecimient­o desde 2011, apuntan. Y el empleo crece.

Si estas tendencias se consolidan, apuestan en la Casa Rosada, Macri recuperará para octubre del año próximo a los desencanta­dos para conseguir la reelección en primera vuelta. Dos visiones del futuro que dominan la política. Y lo más curioso: dos visiones que dividen a Cambiemos.

A los funcionari­os de Cambiemos se les hace cada vez más difícil dominar el Congreso hablando con los gobernador­es

El plan peronista para los aumentos de los servicios no fue pensado por expertos energético­s, sino por zorros electorale­s

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina